La violencia da?a todas las causas
Libertad de expresi¨®n y de manifestaci¨®n, s¨ª. Pero no deben derivar en patente para ocupar ciudades
Libertad de expresi¨®n y de manifestaci¨®n, s¨ª. Pero no deben derivar en patente para ocupar ciudades de forma que se restrinja gravemente, de forma continuada y con amenazas y violencia la libertad de circulaci¨®n de los dem¨¢s. Y su integridad: periodistas o competidores.
Los excesos de esta ¨²ltima y permanente huelga de taxistas en Barcelona y Madrid no solo enajenan anteriores simpat¨ªas ciudadanas. Tintan de incertidumbre grandes eventos econ¨®micos, como el Mobile o Fitur, claves para las metr¨®polis que los acogen. Y dificultan m¨¢s la resoluci¨®n de un problema ya de por s¨ª enojoso y arduo.
Lo es, pues siempre resulta complicado conciliar intereses leg¨ªtimos ¡ªy a veces enquistados¡ª de sectores enfrentados. Todos, taxistas y conductores de Uber y Cabify, los tienen, amparados por distintas licencias, regulaciones europeas y locales, que establecen distintos requisitos al transporte de viajeros.
La dificultad se agranda al tratarse en buena medida de una reconversi¨®n industrial que se promete radical. Un sector (el del taxi) atraviesa, junto a virtudes tradicionales, un declive, el peso y las inercias del pasado, incluso algunas deleznables pr¨¢cticas mafiosas.
Y el portador de futuro en tecnolog¨ªa, en flexibilidad y en capacidad de competencia y precios (los VTC) acusa tambi¨¦n puntos d¨¦biles. Como una menor especificaci¨®n de requisitos y responsabilidades y una debilidad de protecci¨®n laboral siamesa de otras industrias de plataforma.
Para m¨¢s inri, la competencia e intervenci¨®n de tres niveles de gobernanza distintos ¡ªestatal, auton¨®mico y local¡ª, y ocupados por fuerzas dispares, obstaculizan la fragua de una regulaci¨®n de consenso.
Que abra paso a las bienaventuranzas del futuro sin dejar en la cuneta a los esforzados herederos del pasado. Mientras eso sucede, las libertades ciudadanas integrales de ambas capitales no deben decaer entre exculpaciones de responsabilidad de cada nivel de gobierno.
La radicalidad de algunos abusos tiene que ver con lo que algunos se juegan: su patrimonio, los ahorros de su vida, o los futuros (v¨ªa cr¨¦dito) con los que adquirieron a precios astron¨®micos sus licencias.
Hay que acabar con su encarecedor sistema de subasta. Con su car¨¢cter hereditario, de forma que a la jubilaci¨®n o muerte del conductor la licencia vuelva a la Administraci¨®n. Y equiparar las condiciones de acceso al oficio. Pero eso necesita negociaci¨®n. Tiempo. Periodificaci¨®n. Cesiones. Apoyo financiero blando. Firmeza. Pactismo. Pol¨ªtica.
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