?Hasta d¨®nde llegar para seducir a Amazon?
Las protestas de vecinos y pol¨ªticos por las ventajas fiscales del gigante tecnol¨®gico dan al traste con un proyecto millonario en Nueva York
En Long Island City, el barrio de Nueva York donde hasta hace unos d¨ªas Amazon iba a instalar una gran sede, la llamada gentrificaci¨®n ense?¨® la patita hace ya tiempo. Pasteler¨ªas de nombre franc¨¦s y locales con cerveza artesanal han brotado alrededor del bulevar Vernon, una tranquila arteria de ocio y comercio. Nuevos edificios con anuncios de ¡°apartamentos de lujo¡± ofrecen estudios y pisos de una, dos y tres habitaciones con gimnasio comunitario. Porque el lujo es un concepto muy relativo en la ciudad de los alquileres prohibitivos, incluso en este distrito, Queens. La modernidad de unos bloques junto al r¨ªo, con fabulosas vistas a Manhattan, convive con viejos almacenes y recuerda que esa transformaci¨®n del barrio a¨²n est¨¢ a medio camino.
No ser¨¢ el gigante tecnol¨®gico el que d¨¦ el ¨²ltimo empuj¨®n. El pasado 14 de febrero anunci¨® que renunciaba a construir en esa zona su nueva sede por la resistencia de vecinos y algunos pol¨ªticos locales a las ventajas fiscales que reclamaba para el proyecto. Amazon se queda sin los 3.000 millones de d¨®lares (2.640 millones de euros) de ahorro al fisco que pensaba obtener. Nueva York pierde algo m¨¢s: la inversi¨®n de 25.000 millones de d¨®lares que conllevaba el proyecto y buena parte de los 2.500 nuevos empleos que se calculaban en el periodo de 10 a?os. Buena parte, y no toda, porque la compa?¨ªa mantendr¨¢ sus planes de crecimiento y repartir¨¢ esos nuevos puestos de trabajo por diferentes sedes ya existentes, incluida la de la propia ciudad, sin necesidad de los incentivos.
El debate est¨¢ servido en los medios y tambi¨¦n entre los vecinos afectados. En Kitchen plus more (Cocina y m¨¢s), una moderna ferreter¨ªa y tienda de hogar de la calle 5, no lo lamentaban una semana despu¨¦s de la campanada. ¡°Esto empez¨® a mejorar gracias a los peque?os negocios y a nosotros no nos dan nada, todo nos cuesta much¨ªsimo, y de repente a ellos les dan todo eso¡±, afirmaba Jofre Montiel, uno de los cuatro empleados del establecimiento, que lleva m¨¢s de una d¨¦cada trabajando en distintos negocios de Long Island City.
El comentario de Montiel encarna el verdadero tal¨®n de Aquiles de todo el culebr¨®n de Amazon, m¨¢s all¨¢ de los miedos a una mayor gentrificaci¨®n que encarezca la vida para sus habitantes. ¡°No tengo claro que las ciudades necesiten otorgar este tipo de subsidios, pero incluso si lo hacen, no pueden distinguir al pez gordo, porque entonces perjudican a los negocios aut¨®ctonos m¨¢s peque?os, que deben competir con el nuevo para captar empleados y atenci¨®n del Gobierno. Lo que deber¨ªan hacer es invertir en su propio ecosistema y ayudar a crecer a sus empresas prometedoras¡±, apunta Mark Muro, investigador s¨¦nior del Programa de Pol¨ªticas Metropolitanas de la Brookings Institution.
Amazon, una de las compa?¨ªas m¨¢s grandes del mundo, controlada por el hombre m¨¢s rico del planeta, Jeff Bezos, organiz¨® una suerte de concurso de belleza para decidir d¨®nde iba a instalar un nuevo cuartel general con semejantes niveles de inversi¨®n y de nuevos empleados con sueldos promedio de m¨¢s de 100.000 d¨®lares al a?o. ?Qu¨¦ gobernante local se resistir¨ªa?
Durante 14 meses, 238 ciudades presentaron sus candidaturas al gigante tecnol¨®gico y propusieron todo tipo de ventajas econ¨®micas. Hubo una, Stonecrest (Georgia), que hasta ofreci¨® 140 hect¨¢reas gratis para levantar una nueva ciudad y llamarla Amazon. El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, y el gobernador, Andrew Cuomo, se volcaron. Este ¨²ltimo brome¨® con cambiar su nombre de pila por el de la marca: Amazon Cuomo. Y es que los ingresos fiscales en juego, si se cumpl¨ªan los planes, para 20 a?os, rondaban los 27.000 millones.
Al final, el pasado noviembre, ganaron a medias Long Island City y Arlington, una ciudad de Virginia a las fueras de Washington DC. Lo que un¨ªa a todas, vencedoras y vencidas, era el secretismo: Amazon impuso que las ofertas del concurso fueran confidenciales. Y en Nueva York se desat¨® una guerra cuando algunos vecinos y pol¨ªticos m¨¢s progresistas descubrieron lo que se hab¨ªa preacordado con dinero del contribuyente. Los unos se manifestaron en las calles y los otros, en los medios, amenazando con bloquear la medida. Cuomo, viendo el berenjenal, decidi¨® seguir llam¨¢ndose Andrew. Un mes despu¨¦s, la compa?¨ªa decidi¨® cancelar el plan de Nueva York y mantener el de Arlington.
¡°Amazon ten¨ªa todo el poder de su lado para conseguir que las ciudades maximizasen todos los incentivos, ya que no sab¨ªan lo que ofrec¨ªan las dem¨¢s, pero este dominio se les volvi¨® en contra. La compa?¨ªa conect¨® con los dirigentes pol¨ªticos, pero no se involucr¨® con la comunidad [de Nueva York], que es muy fuerte y activa¡±, opina la profesora de Wharton Susan Wachter, especialista en finanzas y sector inmobiliario.
Ingenier¨ªa de incentivos
El gigante tecnol¨®gico ha hecho de la ingenier¨ªa fiscal todo un arte para ahorrar. El a?o pasado, con un beneficio de 11.200 millones de d¨®lares, no pag¨® un solo d¨®lar en impuestos federales, seg¨²n public¨® hace dos semanas The Washington Post (peri¨®dico, dicho sea de paso, tambi¨¦n propiedad de Bezos). Y entre 2009 y 2018, gracias a desgravaciones y otros incentivos, acab¨® pagando una tasa del 3% (cuando el impuesto de sociedad para ese periodo era del 35%).
Para Muro, de Brookings, ¡°la segunda sede de Amazon se convirti¨® para la izquierda en un ejemplo de la arrogancia de las grandes tecnol¨®gicas, de su poder sin control y del desprecio a las comunidades. Se junt¨® todo y estall¨®. Amazon no prest¨® suficiente atenci¨®n a esto¡±.
En cifras absolutas, resulta tan monumental la actividad que arrastra una compa?¨ªa todopoderosa como Amazon, que un gobernante local f¨¢cilmente considerar¨¢ que sale a cuenta conceder cuanto m¨¢s mejor. La cuesti¨®n es d¨®nde se pone el l¨ªmite, si los incentivos fiscales deber¨ªan regularse y poner un tope de ayudas que las autoridades pueden otorgar a una compa?¨ªa por empleo o d¨®lar invertido. Es lo que proponen las voces progresistas del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.