Hasta siempre, Alan Krueger
Defend¨ªa la existencia de salarios m¨ªnimos, pero relacionados con la productividad. Y al mismo tiempo, mercados de trabajo flexibles para que en una nueva era de cambios profundos las empresas puedan adaptarse y sobrevivir
Esta semana ha fallecido con tan solo 58 a?os Alan Krueger, uno de los economistas m¨¢s brillantes e influyentes del momento. Fue profesor en Princeton, doctor por Harvard ¡ªcon Lawrence Summers de director de tesis¡ª y presidente del Consejo de Asesores Econ¨®micos en la Casa Blanca con Barack Obama. Como nos ense?¨® Keynes, solemos sobrevalorar la influencia de los intereses creados, pero el verdadero poder est¨¢ en las ideas, y muchas de esas ideas que usan los hombres pr¨¢cticos son de economistas difuntos.
Tuve la fortuna de conocerle en 2017. Le invit¨® la Universidad de Sevilla a dar una conferencia y vino con su mujer para pasar una semana de visita en Espa?a. Ya hab¨ªan estado antes y les encantaba nuestro pa¨ªs. Aprovechando su visita le invit¨¦ a una conferencia con Jeffrey Sachs en Madrid y pude aprender de sus ideas.
Alan hab¨ªa recuperado la visi¨®n empirista que es el origen de la ciencia econ¨®mica desde la escuela escol¨¢stica de Alcal¨¢ y Salamanca y hac¨ªa uso de la econom¨ªa experimental. La teor¨ªa econ¨®mica dice que un aumento del salario m¨ªnimo provocar¨ªa un desplazamiento a lo largo de la curva de demanda y provocar¨ªa destrucci¨®n de empleo, manteniendo todo lo dem¨¢s constante. Alan estudi¨® una subida del salario m¨ªnimo en Nueva Jersey y compar¨® el nivel de empleo en restaurantes de comida r¨¢pida¡ª la mayor¨ªa, con salarios pr¨®ximos al m¨ªnimo¡ª con los de Pensilvania, donde no hab¨ªan subido el salario m¨ªnimo. El resultado del experimento fue que el empleo creci¨® en Nueva Jersey y cay¨® en Pensilvania. La demanda de empleo la determinan fundamentalmente las ventas de las empresas y la condici¨®n necesaria es que el aumento marginal de las ventas genere beneficios. Seguramente en Nueva Jersey el resto de sectores aument¨® su empleo, los ciudadanos iban m¨¢s veces a los restaurantes y eran necesarios m¨¢s cocineros, camareros, y los restaurantes subieron algo sus precios para mantener la rentabilidad del capital.
Alan destacaba por su humildad y su honestidad intelectual. Asum¨ªa la revoluci¨®n tecnol¨®gica como un avance para la humanidad, defend¨ªa que ten¨ªamos un problema de medici¨®n pero que la productividad acabar¨ªa aflorando y eso permitir¨ªa aumentar el empleo y los salarios. Pero era consciente de que esa din¨¢mica era desigual y propon¨ªa pol¨ªticas p¨²blicas para revertirla. Su prioridad era la educaci¨®n y garantizar la igualdad de oportunidades. Que los mayores salarios sean para los trabajadores con m¨¢s m¨¦ritos, no para los de padres m¨¢s ricos y acceso a m¨¢s oportunidades.
Defend¨ªa la existencia de salarios m¨ªnimos, pero relacionados con la productividad. Y al mismo tiempo, mercados de trabajo flexibles para que en una nueva era de cambios profundos las empresas puedan adaptarse y sobrevivir. Tambi¨¦n la necesidad de la intervenci¨®n del Estado para revertir la tendencia del capitalismo a la concentraci¨®n en oligopolios, como vemos en los grandes l¨ªderes tecnol¨®gicos.
Alan nos ha dejado, pero sus ideas siguen vivas. Siempre es triste la muerte, pero especialmente cuando nos deja un economista tan brillante y tan joven. Descanse en paz.
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