?El tal¨®n de Aquiles de Vox?
Las dos estrategias que pueden seguir los de Santiago Abascal para aumentar sus apoyos pasan por descuidar uno de sus puntos d¨¦biles
No importa si mito o realidad, la sociedad espa?ola necesitaba racionalizar lo que ocurri¨® el pasado 2 de diciembre en las elecciones andaluzas. Pol¨ªticos y periodistas no sab¨ªan cu¨¢l era la mejor forma de reaccionar a la irrupci¨®n de Vox, pero se lanzaban a ofrecer todo tipo de explicaciones m¨¢s o menos elaboradas.
En un primer momento algunos utilizaron la brocha gorda: es la desafecci¨®n pol¨ªtica; la culpa la tiene la izquierda; la derecha; es una respuesta al nacionalismo catal¨¢n; es la extrema derecha que siempre hab¨ªa estado ah¨ª. Explicaciones que se construyen f¨¢cil, se falsean con dificultad, pero que carecen de evidencia.
Sin embargo, hay un relato m¨¢s fundamentado que comienza a generar un consenso importante. La oleada de derecha radical cruza los Pirineos y homologa a Espa?a al resto de pa¨ªses europeos. En palabras de Steve Bannon, uno de los referentes de este movimiento, Vox tiene mucho que ver con dicha familia de partidos. Comparte buena parte de su discurso con partidos como el PiS polaco, Reagrupaci¨®n Nacional (antiguo Frente Nacional) en Francia, la Liga en Italia o el FP? en Austria.
Tambi¨¦n hay un amplio acuerdo sobre el perfil del votante de Vox, al menos, en los comicios andaluces. Con la evidencia aportada tanto por las encuestas como por datos ecol¨®gicos, se desech¨® la idea de que se nutriesen de un electorado de ingresos bajos. Vivir en un barrio con una renta media-alta y ser ex votante del PP son los factores que m¨¢s poder explicativo tuvieron sobre el voto a Vox. Por ello, si solo aspira a conquistar a esos votantes, su techo electoral se antoja demasiado bajo.
Es aqu¨ª donde encontramos un contraste con algunos partidos de derecha radical en Europa. En Francia e Italia han conseguido permear con ¨¦xito en las clases m¨¢s humildes, trabajadores poco cualificados, incluso ex votantes de izquierda. Es posible que, con vistas a crecer en apoyos, este sea el electorado objetivo de dichos partidos de ahora en adelante.
Tiene sentido que Vox opte por este camino, pero la competici¨®n partidista nacional le puede suponer un obst¨¢culo. En Espa?a, el eje izquierda-derecha sigue operando para ordenar los partidos y la agenda pol¨ªtica. Este eje tiene una importante carga econ¨®mica (socialismo-liberalismo) que se solapa con la ideolog¨ªa. Es por ello que el terreno electoral de Vox queda limitado debido a su marcada doctrina neoliberal.
Para desbloquear este electorado, los de Abascal tienen dos opciones:
Abandonar el discurso neoliberal:
Esta parece la opci¨®n m¨¢s improbable y desde luego hasta el momento no ha sido as¨ª. Sin embargo, aunque en su programa tienen ep¨ªgrafes como ¡°m¨¢s mercado, menos regulaci¨®n¡±, en su discurso no est¨¢ tan presente su ADN neoliberal. En sus m¨ªtines y en las redes sociales esconden este mensaje. Prefieren utilizar los marcos que dominan: el nacionalismo, el nativismo, la reacci¨®n cultural, la defensa de la identidad (espa?ola, taurina, cat¨®lica, de padre de familia, etc).
Romper la l¨®gica izquierda-derecha:
Algo que ya ocurre en Europa. La Ciencia Pol¨ªtica lleva m¨¢s de una d¨¦cada advirtiendo que el eje izquierda-derecha, o eje econ¨®mico, ha colapsado. H. Kriesi y otros autores proponen el denominado eje cultural-identitario para explicar la competici¨®n partidista. Es decir, hay una nueva divisi¨®n que estructura el voto y que difumina lo que hasta ahora entend¨ªamos como ideolog¨ªa izquierda-derecha. Independientemente de la posici¨®n en el eje econ¨®mico, dos personas pueden compartir postura en el eje identitario. La posici¨®n sobre el medio ambiente, el matrimonio homosexual, la inmigraci¨®n o la defensa de la identidad nacional son cuestiones identitarias-culturales que pueden decidir el voto y trascender la l¨®gica anterior. En Espa?a, de momento y con la excepci¨®n de la cuesti¨®n catalana, el eje cultural-identitario parece no operar, pero Vox es el mayor interesado en que lo haga.
Independientemente de la estrategia elegida, la posici¨®n econ¨®mica de Vox le puede generar grandes problemas. En cualquier caso, les va a incomodar tratar temas como el papel que debe tener el Estado en la econom¨ªa. En primer lugar, porque en Espa?a existe un consenso transversal sobre el Estado del Bienestar. Pero, sobre todo, porque si se les hace posicionarse en este sentido, se puede romper el equilibrio ideol¨®gico que buscan entre el electorado que ya tienen (rentas medias altas y exvotantes del PP) y el que aspiran a tener (clases empobrecidas). Destapar las contradicciones de Vox en materia econ¨®mica puede ser una debilidad que no se ha explotado lo suficiente por sus adversarios.
* Gonzalo Velasco Monasterio es analista pol¨ªtico de la Fundaci¨®n Alternativas
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