El absurdo de los bloques para entender la pol¨ªtica
A la hora de votar, pareciera que los ciudadanos est¨¢n obligados a optar por uno u otro bando sin importar las diferencias ideol¨®gicas, pol¨ªticas, program¨¢ticas y personales de cada uno de ellos
De repente, aprovechando la larga campa?a electoral comenzada en las generales y terminada en las europeas, auton¨®micas y municipales, un nuevo t¨¦rmino se ha instalado para analizar la situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola: bloques. Bloque de derecha, bloque de izquierda -como esos vientos del este y vientos del oeste de la novela de Pearl S. Buck-, en los que por definici¨®n quedar¨ªan enmarcados los principales partidos del pa¨ªs, independientemente de su voluntad: PP, Ciudadanos y Vox en el primero; PSOE, Podemos y algunas expresiones regionales a la izquierda de la socialdemocracia en el segundo.
As¨ª que, a la hora de votar, pareciera que los ciudadanos est¨¢n obligados a optar por uno u otro bloque sin importar las diferencias ideol¨®gicas, pol¨ªticas, program¨¢ticas y personales de los componentes de cada uno de ellos. ?Que vota usted a Ciudadanos?, ?que vota usted al PSOE? Da igual, porque al final no estar¨¢ apoyando de manera finalista a un partido determinado, sino a un bloque predeterminado.
La consecuencia es empobrecedora para la cultura pol¨ªtica y para la pr¨¢ctica pol¨ªtica, porque partidos y electores estar¨ªan condenados a vivir en universos paralelos sin m¨¢s conexi¨®n que el enfrentamiento de todos los de un bloque contra todos los del otro. Adem¨¢s, su correlato es muy negativo para la gobernaci¨®n del pa¨ªs en todos los niveles, porque la din¨¢mica de bloques as¨ª establecida impedir¨ªa acuerdos entre fuerzas que son situadas -no que se sit¨²an a s¨ª mismas- en cada uno de los dos establecidos con compa?eros de viaje no elegidos. Y, finalmente, se hace desaparecer de un plumazo el centro pol¨ªtico, sea en su expresi¨®n de centro-derecha o de centro-izquierda.
Esto de los bloques es, en todo caso, conveniente a los extremos, porque debilita la noci¨®n de voto ¨²til y blanquea a alguno de ellos, como VOX, que obtiene billete de primera en el bloque de derecha. En Europa, la dial¨¦ctica de bloques ideol¨®gicos ha funcionado en pocos pa¨ªses. El ejemplo m¨¢s paradigm¨¢tico ha sido Suecia durante d¨¦cadas, pero hasta la fecha, porque las ¨²ltimas elecciones generales han demostrado la incapacidad de seguir movi¨¦ndose en ese esquema a riesgo de bendecir un gobierno conservador apoyado por la ultraderecha. Tanto, que los partidos m¨¢s moderados del tradicional bloque de derecha se han saltado sus fronteras para apoyar la reelecci¨®n del candidato socialdem¨®crata (o sea, a alguien del otro bloque), decididos a seguir aislando a los populistas.
No digamos ya en la Uni¨®n Europea como tal, en la que la gran coalici¨®n entre populares y socialistas est¨¢ a punto de ser sustituida por una alianza entre socialistas y liberales como binomio dirigente de un abanico europe¨ªsta en el que tambi¨¦n estar¨¢n en las grandes decisiones tanto los conservadores como los verdes. O sea, que, si en la UE nunca hubo dos bloques, ahora todav¨ªa menos.
Los partidos democr¨¢ticos deber¨ªan hacer un esfuerzo para evitar ser divididos de manera tan simplista y no establecer m¨¢s cord¨®n sanitario que el aplicable a la extrema derecha?
Por eso sorprende especialmente que en Espa?a hayamos regresado a un pasado que nunca existi¨® (los dos bloques) para analizar una situaci¨®n en la que hay m¨¢s partidos parlamentarios que nunca. Ni los ayuntamientos, ni las regiones ni la naci¨®n son niveles que puedan comprenderse de esa manera. Dicho lo cual, se entiende perfectamente que el primer partido, ganador de todos los comicios celebrados este a?o, el PSOE, subraye su proyecto aut¨®nomo y su capacidad para articular mayor¨ªas mirando al centro-derecha y al centro-izquierda, tanto para garantizar un buen gobierno a la ciudadan¨ªa como para aislar a VOX, objetivos que deber¨ªan ser compartidos por todos los partidos. El caso de la Comunidad de Madrid y de la capital son paradigm¨¢ticos en ese sentido.
Alguien escribi¨® una vez que dictadura, ni la del proletariado. Quiz¨¢s es el momento de decir que bloques, solo en la guerra fr¨ªa, que incluso tuvo sus no alineados. Lo que significa que los partidos democr¨¢ticos deber¨ªan hacer un esfuerzo para evitar ser divididos de manera tan simplista, no establecer m¨¢s cord¨®n sanitario que el aplicable a la extrema derecha y recuperar el terreno del di¨¢logo transversal entre quienes representan posiciones m¨¢s moderadas.
El que de estos ¨²ltimos no lo entienda y acepte sin m¨¢s ser embarcado en un bloque terminar¨¢ pagando un precio muy alto a medio plazo. Entre otras cosas, porque habr¨¢ olvidado un concepto mucho mejor que el de bloque: el de hegemon¨ªa, es decir, la leg¨ªtima ambici¨®n de un partido por conseguir en democracia que una mayor¨ªa m¨¢s all¨¢ de la propia frontera ideol¨®gica o representatividad socioecon¨®mica acepte consensuadamente el proyecto que representa como el mejor posible para todos en un momento dado, aunque no lo aplique en solitario.
* Carlos Carnero es director gerente de la Fundaci¨®n Alternativas y ex eurodiputado
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