Cuatro a?os sin elecciones, carta blanca para pactar
La volatilidad de la agenda pol¨ªtica y el lapso electoral que se inaugura dejan margen a los partidos para reconfigurar sus posiciones despu¨¦s de formar gobierno
Durante estas fechas, los pactos est¨¢n en el centro de la agenda pol¨ªtica. Todos los esfuerzos de nuestros pol¨ªticos est¨¢n centrados en las mesas de negociaci¨®n. Pero, ?cu¨¢l creemos que es su m¨¢xima a la hora de pactar? ?Sus l¨ªmites son meramente coyunturales y se ponen al servicio de alcanzar el m¨¢ximo poder posible? ?Responden los pactos a su verdadera posici¨®n ideol¨®gica, en la que quieren ser percibidos por sus votantes?
Desde luego, no es posible generalizar en este sentido, ni podemos conocer la intenci¨®n verdadera que hay detr¨¢s de la formaci¨®n de gobierno y las negociaciones. Sin embargo, desde los medios de comunicaci¨®n, muchas veces se conciben los pactos como prueba irrefutable de la posici¨®n pol¨ªtica de los distintos actores pol¨ªticos y, sobre todo, de aquellos partidos cuya posici¨®n es m¨¢s difusa o m¨¢s abierta.
A la hora de adivinar las intenciones de los partidos, conviene recordar que los temas que configuran la competici¨®n partidista son extremadamente vol¨¢tiles. Nos encontramos inmersos en una performance constante, acelerada por las redes sociales. La agenda pol¨ªtica es un producto de usar y tirar, y ya no importa tanto el fondo del tema en cuesti¨®n, como la capacidad que tenga de agitar timelines y audiencias. Hay poco de novedad en esto, pero en ocasiones olvidamos introducir este factor en nuestros an¨¢lisis y m¨¢s concretamente en lo relativo a los pactos.
Los pactos en CCAA y ayuntamientos no tendr¨¢n efecto a largo plazo, y es menos probable que lo tengan en las elecciones de 2023
Por mucha importancia que tengan los pactos de gobierno, su alcance en t¨¦rminos pol¨ªticos puede que se extinga en pocos meses. La sentencia del ¡®proc¨¦s¡¯ prevista para octubre es solo un ejemplo de un tema de agenda pol¨ªtica que est¨¢ por venir y que parece seguro que marcar¨¢ el debate pol¨ªtico a la vuelta del verano. Por no hablar de una posible recesi¨®n econ¨®mica que algunos economistas apuntan a que tendr¨¢ lugar en los pr¨®ximos a?os, o de todos los temas que est¨¢n por aparecer en el futuro y que no podemos anticipar. Lo que es seguro es que nuevos temas pol¨ªticos se ir¨¢n haciendo hueco en la agenda y desplazar¨¢n a los que ahora se encuentran en el centro, que quedar¨¢n relegados a un discreto lugar en el recuerdo.
Adem¨¢s, estamos a punto de estrenar un oasis electoral sin precedentes en la historia de Espa?a. Un periodo que en la mayor¨ªa de comunidades aut¨®nomas supondr¨¢ m¨¢s de 1.500 d¨ªas sin urnas (exceptuando las elecciones catalanas, vascas y gallegas). Si a?adimos a la volatilidad de la agenda pol¨ªtica este extenso periodo de normalidad institucional, obtenemos dos factores claves que pueden ser tenidos en cuenta para las negociaciones de gobiernos auton¨®micos o alcald¨ªas.
Los pactos de gobierno en comunidades aut¨®nomas y ayuntamientos seguramente no vayan a tener un efecto a largo plazo, y es menos probable todav¨ªa que lo tengan en las elecciones que se celebrar¨¢n en 2023. Con la salvedad de una coalici¨®n de gobierno a nivel nacional, que s¨ª podr¨ªa reunir las condiciones medi¨¢ticas suficientes como para arrastrar su efecto durante cuatro a?os, el resto de pactos es posible que no supongan m¨¢s que una pregunta inc¨®moda en una entrevista en la campa?a electoral de 2023. Este lejano horizonte deja un margen de actuaci¨®n demasiado amplio para los partidos, que tienen cuatro a?os para desdecirse, defender o hacer olvidar los pactos que conformen ahora. Pacten en uno u otro sentido, los partidos tienen cuatro a?os para reconfigurar sus posiciones.
* Gonzalo Velasco Monasterio es analista pol¨ªtico de la Fundaci¨®n Alternativas
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