Automatizaci¨®n, envejecimiento y empleo: ganadores y perdedores
El mercado por s¨ª mismo no va a corregir el aumento de las desigualdades que traer¨¢n los cambios tecnol¨®gicos
Las sociedades desarrolladas estamos asistiendo a una revoluci¨®n tecnol¨®gica que avanza vertiginosamente en un mundo globalizado. La manifestaci¨®n m¨¢s clara es posiblemente la automatizaci¨®n de procesos productivos. El desarrollo m¨¢quinas/robots que ejecutan tareas, mayormente rutinarias y codificables, que anteriormente realiz¨¢bamos los humanos, supone oportunidades indudables pero tambi¨¦n retos no menores. Conlleva oportunidades porque sin duda los robots realizan estas tareas con mayor precisi¨®n y rapidez ¡ªy en consecuencia aumenta la productividad¡ª, y adem¨¢s previenen en muchos casos a las personas de la realizaci¨®n de tareas muy pesadas y/o desagradables. Estos aumentos en productividad son sin duda una oportunidad que podr¨ªa derivar en una mejora de bienestar para toda la sociedad, o simplemente revertir en aumentos de beneficios para determinados colectivos, mayormente algunas empresas de determinados sectores. Depende en gran medida de c¨®mo la sociedad responda ante este momento.
Y quiero destacar esta condicionalidad porque sin duda la revoluci¨®n tecnol¨®gica en la que estamos inmersos tiene ganadores y perdedores entre los trabajadores. Los ganadores son las personas j¨®venes, suficientemente cualificadas en entornos digitalizados y alineadas con estos cambios. Estas personas est¨¢n preparadas para estar y para adaptarse a esos empleos emergentes, de alto valor a?adido, por los que sin duda conseguir¨¢n buenas condiciones laborales. Sin embargo, la automatizaci¨®n sustituye tareas que antes eran realizadas por personas, y en consecuencia, los perdedores de la automatizaci¨®n, al menos potenciales, son aquellas personas cuyos empleos desaparecen, y adem¨¢s, ni son personas digitalizadas ni su cualificaci¨®n est¨¢ alineada con los cambios tecnol¨®gicos. Tradicionalmente ocupaban empleos de salarios medios, pero hoy o bien sus empleos est¨¢n en declive, o en los peores casos, los han perdido en la crisis por el cierre de empresas o por despidos masivos. Es un colectivo de cierta edad, con gran experiencia laboral y relativamente numeroso en la mayor¨ªa de las sociedades desarrolladas.
Y es numeroso porque el envejecimiento de nuestras sociedades est¨¢ siendo provocado por dos efectos: En primer lugar, porque los avances m¨¦dicos y la mejora en las condiciones de vida est¨¢ provocando que vivamos muchos a?os m¨¢s y mejor. Pero tambi¨¦n debido al descenso de la natalidad que provoca que las generaciones m¨¢s j¨®venes est¨¦n siendo muy insuficientes para un reemplazo generacional equilibrado. Por esto, la situaci¨®n demogr¨¢fica en la que estamos hoy no est¨¢ alineada con un cambio t¨¦cnico que se beneficiar¨ªa mucho de juventud digital, globalizada y alineada en su formaci¨®n con ese cambio t¨¦cnico. De ¨¦stos, los ganadores, hay pocos, mientras que de los otros, los perdedores, hay muchos, desgraciadamente.
Asi que el reto social ante el cambio t¨¦cnico no es menor. Una posibilidad es asistir a este proceso pasivamente lo que sin duda provocar¨¢ un aumento de la desigualdad social y econ¨®mica creciente entre ganadores ¡ªtanto por el lado de los trabajadores como por el de algunas empresas¡ª, y perdedores. El mercado por s¨ª mismo no va a corregir estas desigualdades, yo dir¨ªa que m¨¢s bien al contrario. Otra posibilidad es adoptar una actitud mucho m¨¢s activa como sociedad. El gran economista Daron Acemoglou aboga por varias medidas de pol¨ªtica econ¨®mica con las que no puedo estar m¨¢s de acuerdo. En primer lugar, las instituciones deben facilitar la implantaci¨®n de ¡°buenos empleos¡±, es decir, empleos estables, con salarios dignos, y protegidos. Y para ello existen sin duda instrumentos, desde normativa laboral, a supervisi¨®n estricta, as¨ª como la puesta en valor de instituciones laborales que trabajen para ello. Es necesario contrarrestar la tendencia del mercado, que por s¨ª mismo tiende justo hacia lo contrario. Estas acciones ayudar¨¢n sin duda a que las p¨¦rdidas de los perdedores con el cambio t¨¦cnico sean menores. En segundo lugar, la apuesta ineludible por una educaci¨®n que llegue a todos por igual, y que est¨¦ m¨¢s alineada con el desarrollo de competencias t¨¦cnicas pero tambi¨¦n de otras, como el desarrollo de la creatividad, el trabajo en equipo, la curiosidad, la satisfacci¨®n por el aprendizaje, la tolerancia ante lo diferente¡ Esta apuesta educativa sin duda facilitar¨ªa una mejor transici¨®n de toda la ciudadan¨ªa hacia el colectivo de ganadores con estos cambios.
Pero la actitud proactiva de la sociedad no se limita a actuaciones de las instituciones p¨²blicas. Los trabajadores debemos ser conscientes de los cambios y entender que sin una actitud muy dispuesta a la formaci¨®n y por tanto al aprendizaje continuo ser¨¢ dif¨ªcil no perder el tren de esta revoluci¨®n tecnol¨®gica. Y las empresas, de casi cualquier tama?o y sector, deben interiorizar la formaci¨®n continua y permanente de sus trabajadores no como un gasto, sino como una inversi¨®n tan importante como la que realizan en el capital f¨ªsico y en los procesos productivos.
En consecuencia, bienvenidos sean los cambios tecnol¨®gicos en los que estamos ya inmersos y los que est¨¢n por llegar, sum¨¦monos a ellos, pero preparemos nuestras sociedades para que las ganancias alcancen a la mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa y en consecuencia aumenten la calidad de vida y el bienestar de la sociedad en su conjunto.
Sara de la Rica es directora de la Fundaci¨®n ISEAK y catedr¨¢tica de Econom¨ªa de la Univerisad del Pa¨ªs Vasco
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