Un nuevo paradigma
Durante las dos d¨¦cadas anteriores a la crisis cre¨ªamos que los tipos de inter¨¦s negativos eran una curiosidad te¨®rica, que la inflaci¨®n alta era un riesgo a combatir y que la independencia de los bancos centrales era sacrosanta, que los gobiernos reventar¨ªan el d¨¦ficit si los bancos centrales compraran bonos soberanos, que los bancos crear¨ªan burbujas por doquier si no se les racionaba la liquidez. Pens¨¢bamos que la pol¨ªtica fiscal se deb¨ªa desentender del ciclo econ¨®mico y que los ajustes fiscales aumentaban la confianza y el crecimiento, que tener un empleo era una garant¨ªa contra la precariedad, que transferir dinero sin condiciones a los ciudadanos crear¨ªa un ej¨¦rcito de vagos, que la desigualdad no era un problema macroecon¨®mico. No hab¨ªa dudas de que la liberalizaci¨®n del comercio internacional era necesaria para aumentar el bienestar econ¨®mico, que la democracia liberal se hab¨ªa establecido como el sistema pol¨ªtico dominante, que la alternancia entre partidos moderados era la din¨¢mica l¨®gica de las democracias desarrolladas, que la Uni¨®n Europea era un motor de democracia, apertura, e integraci¨®n.
El mundo de 2019 es irreconocible. Un 30% de los bonos cotizados en los mercados financieros mundiales ofrecen rendimientos negativos. Los mercados descuentan tipos negativos en Europa durante la pr¨®xima d¨¦cada. Jap¨®n va camino de su tercera d¨¦cada de tipos cero, lo que implica que casi la mitad de su poblaci¨®n adulta no ha conocido tipos positivos. El BCE lleva m¨¢s de una d¨¦cada ofreciendo liquidez ilimitada al sector bancario. La inflaci¨®n parece haber desaparecido, y tememos no saber c¨®mo aumentarla. Los bancos centrales se han convertido en objeto de rabiosos ataques pol¨ªticos. El debate sobre la austeridad y los ajustes fiscales ha sido reemplazado por la teor¨ªa monetaria moderna.
El empleo ya no siempre garantiza escapar de la precariedad. Se han creado muchos empleos, pero de peor calidad y el crecimiento de los salarios ha languidecido. La tecnolog¨ªa y la globalizaci¨®n han transferido una gran parte de la volatilidad de demanda al trabajador, aumentando la incertidumbre sobre los ingresos futuros. El salario m¨ªnimo y la renta b¨¢sica garantizada (que no universal) han ganado adeptos como seguro contra esta incertidumbre.
La liberalizaci¨®n del comercio internacional se entiende ahora como un complejo equilibrio entre ganadores y perdedores. La democracia liberal est¨¢ en retroceso, dinamitada por la segregaci¨®n y la tergiversaci¨®n que fomentan las redes sociales y la incapacidad creciente de los medios de comunicaci¨®n de ejercer su rol de garantes de la imparcialidad. La fragmentaci¨®n pol¨ªtica ha vaciado el centro, alentando las posiciones partidistas y reduciendo el espacio de intersecci¨®n para el acuerdo. La UE batalla contra el euroescepticismo, el retroceso de las libertades en algunos de sus pa¨ªses, y la elevaci¨®n de barreras contra la inmigraci¨®n.
Las relaciones de causalidad son siempre tenues e imposibles de probar. Pero hay un hilo conductor en este cambio de paradigma: un aumento de la incertidumbre, del miedo al futuro, y de la aversi¨®n al riesgo. Las familias no conf¨ªan en un futuro mejor y mantienen un elevado nivel de ahorro. Las empresas no conf¨ªan en un alza de la demanda y de la inflaci¨®n que les permita elevar los precios y son reticentes a invertir y a subir los salarios. Los bancos centrales temen no poder aumentar la inflaci¨®n y mantienen los tipos lo m¨¢s bajos posibles. Un n¨²mero creciente de pol¨ªticos ve en el aumento del miedo el caldo de cultivo para ofrecer soluciones demag¨®gicas que les permitan capturar el poder. Los mercados ven este panorama y compran bonos como protecci¨®n, reduciendo los tipos de inter¨¦s.
En su discurso en la reciente conferencia de Jackson Hole, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, afirm¨® que ¡°no hay precedentes que puedan guiar la respuesta de pol¨ªtica monetaria a la situaci¨®n actual¡±. Se refer¨ªa, por supuesto, a la incertidumbre y los riesgos econ¨®micos generados por la guerra comercial. Por primera vez en la historia reciente, el mundo se enfrenta al levantamiento de barreras comerciales, a la regionalizaci¨®n de la econom¨ªa mundial. Si todos los aranceles anunciados hasta hoy finalmente entran en vigor, el nivel de protecci¨®n efectivo en EE UU, medido como los ingresos brutos por aranceles como porcentaje de las importaciones totales, se habr¨ªa m¨¢s que duplicado en un a?o, retornando a niveles de 1970. Este proceso aislacionista est¨¢ tensionando mucho las relaciones geopol¨ªticas. Por primera vez desde que se iniciaron sus reuniones en 1975, el G7 concluy¨® su reuni¨®n el mes pasado sin emitir un comunicado, ante la imposibilidad de consensuar la posici¨®n de sus miembros.
Estos cambios enmascaran un contexto econ¨®mico positivo. La ausencia de inflaci¨®n y de desequilibrios reduce enormemente la probabilidad, y el posible impacto, de una recesi¨®n. La tecnolog¨ªa est¨¢ avanzando muy r¨¢pido en ¨¢reas trasformativas como la inteligencia artificial y los veh¨ªculos el¨¦ctricos. Es un nuevo paradigma, y sus consecuencias las analizaremos en futuras columnas.
En Twitter: @angelubide
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