Wall Street juega a la ruleta rusa con la deuda corporativa
Los bajos tipos de inter¨¦s incentivan la emisi¨®n de bonos por aquellas compa?¨ªas con mayor riesgo de insolvencia

El bal¨®n de la deuda corporativa sigue infl¨¢ndose en Wall Street. Pero lo que empieza a activar las alarmas entre los inversores no es tanto el tama?o, sino la calidad de los bonos, es decir, el grado de solvencia de las empresas que los emiten. La creciente preocupaci¨®n del mercado tiene en la decisi¨®n de Moody's de dar una calificaci¨®n de bono basura a Ford Motor, su mayor exponente. Si los otros dos grandes agentes de la calificaci¨®n, Standard & Poor's y Fitch, siguen la estela de Moody's, el fabricante de coches dejar¨¢ de ser una inversi¨®n segura y su exclusi¨®n del segmento de grado de inversi¨®n ¡ªdonde est¨¢n las empresas m¨¢s s¨®lidas¡ª puede generar fuertes reverberaciones. Y es que los inversores tienen a¨²n fresco el recuerdo de 2005 cuando en la ca¨ªda de la deuda de Ford y de otras empresas al grado basura o high yield (denominado as¨ª porque la rentabilidad que se exige a los bonos es mayor) asfixi¨® la financiaci¨®n de estas compa?¨ªas.
La era de los tipos de inter¨¦s ultrabajos est¨¢ facilitando que las empresas se lancen a captar recursos. Los inversores, por su parte, est¨¢n dispuestos a financiar incluso a compa?¨ªas con balances dudosos: el premio por asumir m¨¢s riesgo es un extra de rentabilidad, oro molido en un contexto como el actual. El pasado mes de septiembre se bati¨® el r¨¦cord mensual para el mercado de deuda corporativa. Se emitieron t¨ªtulos por valor de 434.000 millones de d¨®lares (390.500 millones de euros) en todo el mundo. La deuda en d¨®lares sigue a la cabeza de las colocaciones. En EE UU el mercado de renta fija empresarial acumula ya nueve billones. De esta cifra, 3,8 billones est¨¢ en bonos calificados como triple B, el escal¨®n previo a entrar en bono basura. El temor es que, si la coyuntura econ¨®mica da un giro a peor, los inversores que est¨¢n jugando al borde del precipicio con empresas de solvencia d¨¦bil pueden terminar despe?¨¢ndose.
El repago de la deuda es siempre incierto, pero hay grados de tolerancia. Si el inversor percibe que el riesgo es muy grande, demanda un inter¨¦s m¨¢s alto. El problema, como en todo, es la proporci¨®n. En este momento, el n¨²mero de empresas a¨²n en grado de inversi¨®n pero con riesgo de perderlo se ha disparado; adem¨¢s, las compa?¨ªas estadounidenses est¨¢n un 50% m¨¢s apalancadas que antes de la crisis, es decir, que el peso de su deuda en relaci¨®n con los beneficios corporativos es m¨¢s alto que en 2007. Hay cuestiones regulatorias que explican el aumento de la deuda triple B. Las agencias de calificaci¨®n son tambi¨¦n menos tolerantes con las compa?¨ªas apalancadas. Se da, en todo caso, la circunstancia de que estos bonos son tambi¨¦n m¨¢s atractivos para los inversores en un escenario de moderaci¨®n econ¨®mica y ante una ca¨ªda en las letras del Tesoro, porque ofrecen un retorno mayor que la triple A.
Efecto en cadena
El incremento de los bonos triple B es preocupante porque un n¨²mero muy alto de empresas podr¨ªa entrar en grado especulativo en un escenario de recesi¨®n. Eso, a su vez, disparar¨ªa el coste para las empresas por el dinero que piden prestado. La rebaja, adem¨¢s, forzar¨ªa a fondos de pensiones y otras entidades reguladas a desprenderse de estos activos de riesgo porque as¨ª figura en sus estatutos cuando entren en terreno de la basura. Kristalina Georgieva se refiri¨® esta semana al problema en su primer discurso como directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Lo hizo al referirse a las "consecuencias inintencionadas" de la laxitud monetaria, que lleva a "asumir m¨¢s riesgos en la b¨²squeda de mayores retornos". "Las compa?¨ªas usan los bajos tipos y amontonan deuda para financiar fusiones y adquisiciones en lugar de invertir", afirma. El total de la deuda corporativa en el mundo en 2009 era de 34 billones, ahora suma 51 billones.
Los bajos tipos de inter¨¦s y la desregulaci¨®n incentivan, en paralelo, que las empresas con un perfil de cr¨¦dito muy bajo soliciten pr¨¦stamos directos apalancados como alternativa a la emisi¨®n de bonos. Es un producto financiero similar al de las hipotecas subprime, que se mueve en una esquina del mercado m¨¢s oscura y que podr¨ªa afectar a¨²n m¨¢s r¨¢pido a la econom¨ªa real si las cosas se tuercen. Georgieva advirti¨® que esta acumulaci¨®n de pasivo "crea vulnerabilidades al sistema financiero". El FMI calcula que, si hay una contracci¨®n mayor de la esperada en la econom¨ªa, la deuda corporativa con riesgo de impago se elevar¨¢ a 19 billones en todo el mundo. Eso equivale al 40% de la deuda corporativa total de EE UU, China, Jap¨®n, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Espa?a. Si hay un frenazo econ¨®mico las empresas tendr¨¢n problemas para repagar sus pr¨¦stamos y tendr¨¢n que achicar agua mediante ajustes en sus programas de inversi¨®n y con despidos.
Es un nivel que estar¨¢, adem¨¢s, por encima de la ¨²ltima crisis financiera. David Malpass, presidente del Banco Mundial, es a¨²n m¨¢s rotundo y califica la situaci¨®n actual de "tr¨¢gica". Afirma incluso que el sistema de supervisi¨®n financiera permite producir bonos con rendimiento cero o incluso negativo "que benefician a una ¨¦lite" a costa de "distorsionar los flujos del capital al crecimiento".
No es el ¨²nico que lanza esta cr¨ªtica. Muchas empresas pidieron prestado efectivo durante la expansi¨®n para financiar planes de recompra de acciones e incrementos en los dividendos con los que pagar la lealtad de los inversores. El ejemplo m¨¢s sonado es Apple, que forma parte del club de las corporaciones de m¨¢xima solvencia. Este fen¨®meno se califica en la jerga de Wall Street como debt-for-equity swap.
El consenso entre los inversores es que las compa?¨ªas deben reducir su apalancamiento si no quieren enfrentarse a problemas. Algunas empresas empiezan a oler el peligro. Verizon, por ejemplo, se ha comprometido a usar la caja que genera para desapalancarse. Este tema es de lo primero que habla su rival AT&T al presentar sus resultados. Y es lo que llev¨® tambi¨¦n a Anheuser-Busch InBev a recortar el dividendo a los accionistas y vender su filial en Australia para liberar efectivo que pueda utilizar para reducir su endeudamiento.
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