El ¡°pico de los nacimientos¡± y el futuro de la econom¨ªa mundial
Dada la realidad poblacional, el 0% de crecimiento del PIB es casi inescapable. Tambi¨¦n el aumento de la desigualdad
En 2017 la humanidad alcanz¨® el ¡°pico de los nacimientos¡±. Este es el a?o (quiz¨¢s uno arriba o abajo, pues los datos no son perfectos) en que el n¨²mero de nacimientos en el planeta toc¨® el m¨¢ximo de nuestra historia como especie y comenz¨® un imparable descenso. Haber dejado atr¨¢s el ¡°pico de los nacimientos¡± es el factor que de manera m¨¢s fundamental determinar¨¢ el futuro de la econom¨ªa mundial.
El n¨²mero de nacimientos depende de la tasa de fertilidad por mujer y la cantidad de mujeres en una poblaci¨®n. Aunque la tasa de fertilidad del planeta llevaba cayendo desde mediados de los a?os 60, cuando estaba en unos 5 nacimientos por mujer, hasta unos 2,4 en 2017, el n¨²mero de mujeres en edad f¨¦rtil continuaba aumentando lo suficientemente r¨¢pido como para que el total de nacimientos en el planeta creciera de unos 115 millones al a?o a unos 141. Ahora que se ha frenado el crecimiento de las mujeres en edad f¨¦rtil, la incesante reducci¨®n de la tasa de fertilidad se impone, inexorable. Adem¨¢s, la mortalidad de menores de 5 a?os es lo suficientemente baja (5,4 millones en el mundo en 2017) para que el n¨²mero de nacimientos sea una buena aproximaci¨®n del n¨²mero de personas que llegar¨¢n a su edad f¨¦rtil en el futuro cercano.
Existe una gran heterogeneidad en c¨®mo se ha distribuido la ca¨ªda del n¨²mero de nacimientos. China ha pasado de unos 29,6 millones de nacimientos en 1963 (su propio ¡°pico de nacimientos¡±) a 15,2 millones en 2018, sin que la eliminaci¨®n de la pol¨ªtica del hijo ¨²nico haya tenido m¨¢s que un efecto m¨ªnimo en frenar el colapso de la natalidad. En India, en 2018, nacieron 26 millones de personas, no muy lejos de su pico de 27,4 millones en 2003. Mientras tanto, en la ?frica subsahariana, la ca¨ªda de la fertilidad ha sido, por el momento, menor y los nacimientos siguen creciendo. Pero incluso en ?frica existe evidencia de que la reducci¨®n de la fertilidad se notar¨¢ claramente en un par de d¨¦cadas. M¨¢s cerca, en Espa?a, nuestro ¡°pico de nacimientos¡± se produjo en 1974, con 689.000 nacimientos. Los 369.000 nacimientos de 2018 en nuestra naci¨®n marcan un futuro demogr¨¢fico muy diferente al que ten¨ªamos hace 45 a?os. Espa?a, como otros pa¨ªses occidentales, ha sentido menos que Jap¨®n esta reducci¨®n de la fertilidad gracias a la llegada de inmigrantes. Pero, a nivel del conjunto del planeta, que tiene una emigraci¨®n agregada cero, la realidad es tozuda.
En efecto: la ca¨ªda de los nacimientos supondr¨¢ que la poblaci¨®n mundial crecer¨¢ cada vez m¨¢s despacio. Las Naciones Unidas predicen que la poblaci¨®n mundial se estabilizar¨¢ hacia 10.900 millones de personas en 2100 y que puede incluso empezar a caer antes. Los resultados de mi propia investigaci¨®n sobre la transici¨®n demogr¨¢fica de la humanidad me sugieren que la poblaci¨®n humana puede caer incluso hacia el 2060 (esta fecha depende no solo de la fertilidad sino de c¨®mo evolucione la esperanza de vida; incluso una poblaci¨®n con muy baja fertilidad puede incrementarse por d¨¦cadas si la esperanza de vida crece r¨¢pidamente).
Las consecuencias sobre la sociedad, la econom¨ªa y el medio ambiente de este cambio demogr¨¢fico son dram¨¢ticas. Algunas, como una menor presi¨®n sobre los recursos naturales, ser¨¢n particularmente bienvenidas. Otras consecuencias ser¨¢n m¨¢s ambiguas.
Un simple caso ilustra la situaci¨®n. Imagin¨¦monos que tenemos un pa¨ªs cuya poblaci¨®n activa crece un 1% en un a?o medio y la productividad del trabajo un 2%. Estas eran las cifras de una econom¨ªa avanzada ¡°de libro de texto¡± en los a?os 60 del siglo XX. La suma del crecimiento de la poblaci¨®n activa y de la productividad producen un crecimiento de la econom¨ªa de un 3%.
Avancemos unas d¨¦cadas. Ahora, esta econom¨ªa ¡°de libro de texto¡± tiene un crecimiento de la poblaci¨®n activa del -1%, resultado de la ca¨ªda de la fertilidad y de la finalizaci¨®n de la incorporaci¨®n de la mujer al mercado de trabajo. Incluso si la productividad del trabajo sigue mejorando al 2% anual en un a?o medio, esta econom¨ªa solo crecer¨¢ al nuevo normal del 1%.
Este crecimiento del 1% significa muchas cosas. Primero, que los actores econ¨®micos y los medios de comunicaci¨®n tendremos que reajustar nuestras expectativas. En vez de fijarnos, por ejemplo, en la tasa de crecimiento del PIB total, deberemos concentrarnos en la tasa de crecimiento per c¨¢pita (por otra parte, una mejor medida de c¨®mo mejora la vida de las personas medias que el PIB total). Si uno mira a Jap¨®n en los ¨²ltimos 20 a?os, su crecimiento econ¨®mico per c¨¢pita ha sido decente. Pero como su poblaci¨®n activa se ha reducido un 2%, la cifra de crecimiento del PIB total parece, a primera vista, decepcionante. Ni la pol¨ªtica monetaria ni la fiscal ¡ªa menudo argumentadas como la ¡°soluci¨®n¡± para Jap¨®n por muchos analistas¡ª pueden hacer nada contra una reducci¨®n de la poblaci¨®n.
Pero incluso si prestamos m¨¢s atenci¨®n a la tasa de crecimiento per c¨¢pita, la tasa de crecimiento del PIB total sigue importando para las empresas, la evoluci¨®n del Estado del bienestar o la sostenibilidad de la deuda p¨²blica y privada. Un 1% de crecimiento hace el debate presupuestario de cada a?o mucho m¨¢s tenso que un crecimiento del 3%.
Adem¨¢s, el crecimiento de la productividad del trabajo no es independiente del de la poblaci¨®n. Menos j¨®venes tambi¨¦n suponen menos cient¨ªficos e innovadores. A menos investigadores y nuevas empresas, menos crecimiento de la productividad. Y sociedades envejecidas son sociedades a las que les resulta m¨¢s intrincado adaptarse a las nuevas tecnolog¨ªas. Incluso yo mismo, solo en la mitad de mi vida y con un alto nivel de educaci¨®n, noto c¨®mo se me hace cada a?o m¨¢s costoso aprender la ¨²ltima novedad del tel¨¦fono m¨®vil.
Volviendo a nuestra econom¨ªa ¡°de libro de texto¡±. Imagin¨¦monos que, con una poblaci¨®n envejecida y por los mecanismos esbozados anteriormente, el crecimiento de la productividad del trabajo solo es del 1% anual, en vez del 2% de los a?os 60 del siglo XX. Como la poblaci¨®n activa cae al -1%, el crecimiento del PIB total ser¨¢, en un a?o normal, del 0%. De hecho, el crecimiento de la productividad en las econom¨ªas avanzadas ha sido muy malo en los ¨²ltimos 20 a?os. ?Es esto ya el efecto del cambio demogr¨¢fico?
Es tentador llamar a esta situaci¨®n de crecimiento del PIB al 0% (u otra baja cifra) el estancamiento secular. Esta expresi¨®n, originaria de Alvin Hansen, ha sido recientemente resucitada por Larry Summers. Aunque empleemos esta idea, debemos recordar que una pol¨ªtica econ¨®mica expansiva poco podr¨¢ sacarnos de tal estancamiento. Dada las realidades demogr¨¢ficas, el 0% de crecimiento es casi inescapable.
Las consecuencias del ¡°pico de nacimientos¡± van mucho m¨¢s lejos que sus efectos en el crecimiento del PIB. Poblaciones m¨¢s envejecidas son poblaciones con m¨¢s desigualdad de la riqueza, ya que son los hogares de m¨¢s edad los que han tenido m¨¢s tiempo de acumular activos. Adem¨¢s, seg¨²n la poblaci¨®n mundial envejece, el deseo de ahorro de estos hogares reduce el tipo de inter¨¦s de los activos seguros. El mundo en el que vivimos de baj¨ªsimos tipos de inter¨¦s reales es, en buena medida, el resultado de la ca¨ªda de la fertilidad, no de la maquinaci¨®n de ning¨²n banco central. Y el precio de la vivienda, fuera de algunas ciudades como Londres, Nueva York y Par¨ªs (o en Espa?a, Madrid y Barcelona), probablemente se desmorone en las d¨¦cadas venideras. ?Qui¨¦n va a querer, en caso contrario, adquirir las 100.000 viviendas que van a sobrar en Asturias en 2050?
Finalmente, otras consecuencias, como los cambios en nuestras relaciones sociales y en la din¨¢mica pol¨ªtica de una sociedad en la que cae la poblaci¨®n de manera sistem¨¢tica, son tierra desconocida. Parafraseando a Robert Lucas: cuando un economista empieza a pensar sobre el ¡°pico de los nacimientos¡±, es muy dif¨ªcil pensar en ninguna otra cosa.
Jes¨²s Fern¨¢ndez-Villaverde es profesor de la Universidad de Pennsylvania.
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