Las hogueras del descontento
El 79% de los latinoamericanos cree que se gobierna solo a favor de los poderosos
Las protestas en Latinoam¨¦rica reflejan un estado global de descontento. Pese a que muchas de ellas se han desencadenado sin que nadie las hubiese anticipado, ya contamos con centenares de an¨¢lisis sobre sus causas y hasta ¡ªquiz¨¢s¡ª sus consecuencias. La suspensi¨®n del Parlamento peruano o el relevo presidencial en Bolivia son conflictos pol¨ªticos que no han sabido resolverse mediante los mecanismos institucionales ordinarios. En otros casos, predominan factores econ¨®micos. En Chile se habr¨ªa salido a la calle para mostrar el hast¨ªo de la desigualdad y en Ecuador el rechazo a los ajustes fiscales requeridos para asegurar la sostenibilidad fiscal de una econom¨ªa que no crece.
El problema con las interpretaciones simples es que, siendo veros¨ªmiles, est¨¢n a contramano de los datos. Aunque Latinoam¨¦rica sea la segunda regi¨®n m¨¢s desigual del mundo y pese a que su renta per c¨¢pita haya ca¨ªdo un 0,7% desde el fin del ¡°superciclo¡± de materias primas, en el Latinobar¨®metro de 2018 la distribuci¨®n solo era el problema m¨¢s importante para un 1% de la poblaci¨®n ¡ªpor debajo del consumo de drogas¡ª y en Ecuador s¨®lo el 17% de la poblaci¨®n tem¨ªa un empeoramiento econ¨®mico. Debe haber otros desasosiegos profundos en la ciudadan¨ªa. Uno de ellos, que afecta al tercio de la poblaci¨®n que en la d¨¦cada pasada se convirti¨® en clase media vulnerable, es el temor a volver a ser pobre. Otro, que el Estado ¡ªo los mercados si, como en Chile, son los encargados de proveer bienes y servicios p¨²blicos como la salud o las pensiones¡ª no vaya a cumplir sus promesas. Ninguno son miedos infundados.
Pese a la popularidad de la Bolsa Familia brasile?a o el Oportunidades de M¨¦xico, fue el crecimiento econ¨®mico quien insert¨® a 60 millones de ciudadanos en las clases medias emergentes, y las perspectivas para los pr¨®ximos cinco a?os son que la regi¨®n crezca la mitad que entonces.
Un tercio de la poblaci¨®n latina es indiferente respecto a la democracia o el autoritarismo. Y ese es el problema
Por otro lado, la Cepal estima que solo el 46% de los latinoamericanos est¨¢n afiliados a sistemas de seguridad social, un porcentaje que en el quintil m¨¢s pobre se reduce al 19%. La combinaci¨®n de un mercado de trabajo con ese abrumador nivel de informalidad y un sistema impositivo insuficiente pone contra las cuerdas al Estado de bienestar de la regi¨®n. Adem¨¢s los mecanismos de movilidad social exhiben fallas clamorosas: pese a las mejoras en los niveles de educacion ¡ªen Chile 7 de cada 10 universitarios provienen de familias que nuca fueron a la universidad¡ª, el 45% de la poblaci¨®n tiene ingresos en el mercado laboral que son inferiores al salario m¨ªnimo, un claro indicador de subempleo. Las desigualdades de g¨¦nero, raza o geograf¨ªa son igualmente perturbadoras y consolidan la percepci¨®n de que el sistema no solo no es, sino que no est¨¢ en camino de ser meritocr¨¢tico.
Ricardo Haussman apuntaba que la desigualdad original es la de la productividad que no depende del talento sino del origen social, ya que si no se corrige genera la m¨¢s intolerable de las inequidades: la de dignidad personal. El 79% de los latinoamericanos cree que se gobierna solo en favor de los poderosos. Y ese escepticismo provoca la p¨¦rdida de confianza en los partidos pol¨ªticos (¨C 13%), sus parlamentos (¨C 21%), sus gobiernos (¨C 22%) y en su apoyo a la democracia, 48%, trece puntos menos que hace una d¨¦cada.
Hoy hay casi un tercio de la poblaci¨®n que se manifiesta indiferente entre la democracia y un r¨¦gimen autoritario. Y ese es el problema. Tras las marchas y la violencia que las ha acompa?ado en siete pa¨ªses de la regi¨®n el Ej¨¦rcito y los estados de excepci¨®n han vuelto. Eugenio Tironi, dirigente chileno del MIR en 1973 y uno de los arquitectos de la campa?a del ¡®No¡¯ de 1988, recordaba que, absortos en el mundo de las palabras y los maximalismos, tolerantes con la violencia, un d¨ªa se despertaron con La Moneda bombardeada y Allende muerto. El futuro imposible estaba all¨ª y desde entonces jam¨¢s pudieron sacarse de encima el miedo, no solo a la dictadura, sino a s¨ª mismos: a lo que hab¨ªan sido capaces de engendrar al dejarse llevar por las pasiones y no por la raz¨®n. Esa generaci¨®n ¡ªmuy parecida a la espa?ola de la Transici¨®n¡ª nunca volvi¨® a ver el mundo como algo que se pod¨ªa reinventar desde cero, y la obsesi¨®n por el orden y la negociaci¨®n se volvi¨® una adicci¨®n a la que Chile debe una buena parte de su reciente prosperidad.
Apagar las hogueras y sentarse a negociar reformas posibles e inclusivas ser¨ªa claramente preferible a quedar enredados en la f¨²til ¨¦pica de ser las tumbas del neoliberalismo o del bolivarianismo. Pero est¨¢ por ver que el poder limitante del mal sea tambi¨¦n efectivo en un mundo con redes sociales y urgencias de protagonismos.
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