Otro capitalismo es posible
Los progresistas no deben orientar sus esfuerzos en abolir el sistema sino en mejorar su funcionamiento
El capitalismo ya no funciona en beneficio de todos. Hay un consenso amplio sobre esta realidad. Cada d¨ªa aparecen nuevos libros de prestigiosos economistas y analistas, as¨ª como ensayos de conocidos inversores como Ray Dallio que, defendiendo el sistema de econom¨ªa de mercado, son cr¨ªticos con su funcionamiento. Aumento de la desigualdad, nuevos monopolios y macrocefalia financiera son tres rasgos definitorios de la econom¨ªa actual, como he analizado, junto con Xos¨¦ Carlos Arias, en La nueva piel del capitalismo.
El mal funcionamiento del capitalismo es una amenaza real para la estabilidad de la econom¨ªa, para la legitimidad social del capitalismo y para el funcionamiento de la democracia. Sin embargo, los progresistas se equivocar¨ªan si creyeran que la soluci¨®n a este mal funcionamiento es la abolici¨®n del capitalismo. Su tarea es salvarlo de las tendencias autodestructivas que le han inoculado sus partidarios m¨¢s radicales, los neoliberales.
En mi etapa de estudiante exist¨ªa una asignatura sobre sistemas econ¨®micos comparados. Hoy esa materia no se estudia en ninguna facultad. De hecho, la mayor parte de los estudiantes, as¨ª como la mayor¨ªa de los profesores, no sabr¨ªan explicar en qu¨¦ consiste el sistema de econom¨ªa de mercado, m¨¢s all¨¢ de mencionar de forma rutinaria la oferta y la demanda.
Sin embargo, el inter¨¦s por los sistemas econ¨®micos vuelve a estar de actualidad. D¨¦jenme mencionar solo uno de los muchos libros recientes que los abordan. Se trata Capitalism, Alone de Branko Milanovic, uno de los mejores estudiosos de la desigualdad. Advierte que la supervivencia de las democracias liberales no est¨¢ asegurada debido a que el objetivo de maximizaci¨®n del beneficio para los accionistas y la falta de progreso social han disuelto el pegamento moral que sostiene a las econom¨ªas abiertas y a la democracia.
Hoy no tiene sentido plantear una confrontaci¨®n entre capitalismo liberal y socialismo sovi¨¦tico como la que tuvo lugar a finales del siglo XIX y principios del XX. Pero para algunos puede resultar atractivo sustituir el capitalismo liberal, que ya no produce prosperidad inclusiva, por el capitalismo autoritario tipo chino, que s¨ª muestra capacidad para producir progreso social. Algo de esa tentaci¨®n late en el debate pol¨ªtico norteamericano; por ejemplo, en el socialismo radical de Bernie Sanders, uno de los candidatos dem¨®cratas mejor situados para las presidenciales del a?o pr¨®ximo. Ser¨ªa un error que los progresistas orientaran sus esfuerzos en esta direcci¨®n.
Si me permiten una met¨¢fora, el capitalismo actual es como un coche cuyo motor sigue siendo bueno, pero cuya transmisi¨®n no distribuye de forma equitativa la potencia del motor a las cuatro ruedas. De manera similar, la riqueza que produce el capitalismo no se distribuye bien entre sus cuatro actores principales: accionistas y altos directivos (dividendos y sueldos), trabajadores (salarios), comunidades locales (empleo) y Estado (impuestos). Para volver a tener una prosperidad inclusiva no es necesario cambiar el modelo de coche, lo que hay que hacer es ajustar el motor y modificar el sistema de transmisi¨®n. Traducido al lenguaje de los economistas, lo que hay que hacer es mejorar no s¨®lo la redistribuci¨®n (impuestos y gastos sociales), sino tambi¨¦n la distribuci¨®n (salarios, empleo e inversi¨®n) y la predistribuci¨®n (formaci¨®n y capacitaci¨®n de los trabajadores, tanto antes de entrar en el mercado de trabajo como durante su vida activa, para que tengan mayor productividad y mejores salarios).
Las propuestas m¨¢s recurrentes que vemos en el debate acad¨¦mico y pol¨ªtico, en Espa?a y en otros pa¨ªses, se orientan a la redistribuci¨®n y a la predistribuci¨®n. Sin duda, hay que actuar sobre ellas. Pero el problema con el capitalismo lo tenemos en la mala distribuci¨®n de la renta y de la riqueza que se genera en el funcionamiento de la econom¨ªa, las empresas y los mercados. La prosperidad inclusiva de los ¡°Treinta Gloriosos¡± vino porque la econom¨ªa ofrec¨ªa buenos empleos y salarios decentes que, aunque no daban para hacerse rico, s¨ª permitieron construir una vida de clase media.
Hoy el aumento de la pobreza y la desigualdad en Espa?a vienen del elevado desempleo, de los malos empleos y de los bajos salarios. La pol¨ªtica de salarios m¨ªnimos, la pol¨ªtica laboral equilibrada, la pol¨ªtica de competencia en los mercados de bienes y servicios y la pol¨ªtica de inversiones en educaci¨®n, vivienda e infraestructuras de uso p¨²blico constituyen los vectores esenciales para el progreso social en siglo XXI.
Los progresistas no deben orientar sus esfuerzos a abolir el capitalismo sino a superarlo. Para ello hay que lograr que la distribuci¨®n, la redistribuci¨®n y la predistribuci¨®n funcionen mejor. Otro capitalismo es posible.
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