Un Primero de Mayo bajo los efectos del coronavirus: siete trabajadores relatan sus experiencias
Un afectado por un ERTE, una pareja que teletrabaja, un despedido, una enfermera, una encargada de supermercado y un repartidor cuentan c¨®mo la epidemia ha cambiado su situaci¨®n laboral y sus vidas
Como millones de espa?oles, ninguno de los siete participantes en este reportaje esperaba un giro tan radical en sus vidas. Pero la epidemia de coronavirus lleg¨® a Espa?a y transform¨® todo, tambi¨¦n el mundo laboral. Por eso estos siete trabajadores viven el Primero de Mayo m¨¢s extra?o de sus carreras profesionales. Lo hacen desde perspectivas tan diferentes como la de Miriam Al¨ªa, una sanitaria que tras 15 a?os de colaboraci¨®n con M¨¦dicos sin Fronteras ha visto en Madrid lo que hasta ahora solo esperaba a miles de kil¨®metros de su ciudad natal, o la de Carles Matalama, un realizador de Barcelona que esperaba celebrar su primer D¨ªa del Trabajo con contrato indefinido hasta que recibi¨® una carta de despido a mediados de marzo.
En Valencia, Pepe For¨¨s, repartidor a domicilio, encara la jornada desde la reivindicaci¨®n sindical como portavoz de la plataforma Rider x Derechos; y en Etxebarri (Bizkaia), Adriana C¨¢ceres y Joseba Ateka, t¨¦cnica de recursos humanos y asesor, compaginan el aumento de la carga de (tele)trabajo con el cuidado de sus tres hijos. Tampoco faltan las tareas para Noelia Valsero, una encargada de supermercado muy vocacional; mientras que Ismael Ballesteros afronta el despido temporal m¨¢s duro de su carrera, y sabe de lo que habla porque como empleado del sector de la automoci¨®n ha vivido 12 ERTE en los ¨²ltimos 13 a?os. Estos son sus relatos en este D¨ªa del Trabajo:
Miriam Al¨ªa, enfermera: ¡°Esto ha sido una crisis humanitaria¡±
La vida de Miriam Al¨ªa (Madrid, 46 a?os) cambi¨® para siempre un d¨ªa de 2005 cuando sal¨ªa del hospital. Casi sin darse cuenta, sus ojos se fijaron en un cartel que rezaba: ¡°Si esto te indigna, ya eres de M¨¦dicos sin Fronteras¡±. La imagen le pareci¨® muy dura, tanto como las que nos deja a diario el coronavirus. Entonces la urgencia estaba a miles de kil¨®metros.
Quince a?os despu¨¦s, esta sanitaria acumula decenas de misiones en medio mundo. La enfermera que cubre su excedencia est¨¢ muy contenta, pero sus antiguos compa?eros de cuidados intensivos pedi¨¢tricos en el Gregorio Mara?¨®n volvieron a llamarla para pedirle ayuda: la covid-19 hab¨ªa llegado a Espa?a y nadie estaba preparado. ¡°Hab¨ªa miedo¡±, rememora quien ha luchado en primera l¨ªnea contra el ¨¦bola en ?frica o la sinraz¨®n de la guerra en Gaza y Siria.
La misi¨®n de Miriam durante estas semanas ha sido planificarlo todo. Primero, en las extensiones hospitalarias de Alcal¨¢ de Henares y Legan¨¦s; despu¨¦s, en residencias de ancianos. Siempre con el objetivo de establecer procedimientos seguros para evitar contagios y aumentar la eficiencia de los recursos, pero sin perder de vista lo m¨¢s importante: la humanidad con los pacientes. Y eso es lo que m¨¢s ha echado en falta, como consecuencia de los r¨ªgidos protocolos. ¡°Mucha gente se ha muerto sola, lo que atenta contra los derechos humanos¡±, se lamenta. All¨ª donde ha estado durante estos d¨ªas, se ha preocupado de que los familiares pudiesen despedirse.
El eterno agradecimiento de estas personas es uno de los recuerdos positivos de una de las misiones m¨¢s extra?as en su trayectoria. Distinta porque Espa?a ¡°no estaba acostumbrada a una situaci¨®n de crisis humanitaria¡±. ¡°Y esta lo ha sido¡±, remarca. Pero, sobre todo, distinta para ella porque no hab¨ªa afrontado ninguna en su pa¨ªs. Cuando tomaba un avi¨®n, sab¨ªa que en unos meses volver¨ªa a Madrid para poner distancia con sus vivencias y regresar a la normalidad hasta la pr¨®xima vez. Ahora la capital es el epicentro y desconectar se antoja m¨¢s dif¨ªcil que nunca. Miriam escribe cuentos: la realidad que ha vivido hace imprescindible un respiro de ficci¨®n.
Pepe For¨¨s, repartidor: ¡°Si puedo ayudar a alguien, ya me vale¡±
Antes de comenzar a trabajar como repartidor de comida a domicilio en 2016, el valenciano Pepe For¨¨s, de 25 a?os, era ajeno a la pol¨ªtica y al movimiento sindical. En su primer d¨ªa de trabajo en Deliveroo se le pinch¨® una rueda de la bicicleta y tuvo que completar el pedido andando. Entonces conoci¨® a V¨ªctor S¨¢nchez, el primer repartidor de esa empresa declarado como ¡°falso aut¨®nomo¡± por un juzgado de Valencia, y cambi¨® el modo en el que ve¨ªa la realidad.
El encuentro con S¨¢nchez, quien acababa de ser despedido y le habl¨® del trato de la compa?¨ªa a sus trabajadores, le marc¨® para siempre. ¡°Te ofrec¨ªan siete euros la hora y lo ¨²nico que ped¨ªan era tener una bicicleta y un m¨®vil; y eso para los j¨®venes de este pa¨ªs nos parec¨ªa una buena oferta¡±, cuenta el ahora portavoz de la plataforma Riders x Derechos.
Tras su paso en Deliveroo y Glovo, For¨¨s trabaja desde el pasado octubre para Uber Eats; y desde el estado de alarma hace pedidos todas las noches por los que gana entre 10 y 15 euros. El joven reconoce que antes de encontrarse ¡°con trabajos tan precarios¡± ni sab¨ªa qu¨¦ era un aut¨®nomo. Y se enorgullece al contar que ha cambiado tanto que ahora los compa?eros prefieren que ¨¦l les represente para hablar sobre sus derechos laborales.
Tiene mucha confianza en que el Gobierno cumplir¨¢ lo que les ha prometido durante meses: legislar su situaci¨®n y permitir cambios en favor de los riders. For¨¨s, relata que entre los repartidores hay gente que prefiere no alzar la voz ni quejarse por miedo a perder su ¨²nica fuente de ingresos. Relata que muchos son ciudadanos extranjeros que se ven obligado a aceptar lo primero que les ofrecen. ¡°Normalmente suelen ser venezolanos, que tienen que comer y pagar el alquiler, y hay algunos que me han contado que con lo que est¨¢n cobrando ahora tienen para pagar eso y poco m¨¢s¡±, se lamenta.
For¨¨s se siente contento con la labor que encabeza desde hace a?os y asegura que su mayor satisfacci¨®n es poder influir en mejorar la situaci¨®n. ¡°Si puedo ayudar a alguien, ya me vale¡±, concluye.
Noelia Valsero, encargada de supermercado: ¡°Ojal¨¢ la gente siga valorando nuestra labor¡±
Hace 22 a?os que Noelia Valsero P¨¦rez (Medina de Rioseco, Valladolid) entr¨® a trabajar en un supermercado de Rioseco. Se hab¨ªa presentado solo para el verano, entonces todav¨ªa estudiaba, y en cuanto empez¨® se dio cuenta de la vocaci¨®n que sent¨ªa por trabajar con las personas y decidi¨® quedarse.
Doce a?os despu¨¦s, lleg¨® a Madrid e inici¨® su labor como encargada de una tienda de los supermercados Dia. Entonces, Valsero no se imaginaba lo que significar¨ªa su trabajo y el de sus compa?eros para miles de personas que, asustadas ante la posibilidad de un desabastecimiento por la pandemia, llenaron los supermercados para hacer compras desesperadas cuando se declar¨® el estado de alarma.
Valsero lo recuerda bien porque empez¨® a tener funciones espec¨ªficas para tranquilizar a los clientes. ¡°El cambio que m¨¢s notamos fue en su manera de comprar. Pasamos de unas jornadas con horarios muy marcados, por las diferentes personas que van a comprar, a otros totalmente distintos¡±, cuenta. ¡°De la noche a la ma?ana, todo el mundo sali¨® a comprar a la misma hora y a comprar lo mismo. Fue un poco ca¨®tico¡±.
Lo dice quien ha cumplido funciones distintas, desde cajera y reponedora hasta sustituciones de bajas. Y ahora, con 44 a?os de edad, es responsable de una tienda en la que trabajan 30 personas. ¡°Mi trabajo es gestionar todo el local, desde el personal que me acompa?a, los pedidos, el estado general de la tienda, que los clientes est¨¦n contentos, solucionar problemas cotidianos que puedan surgir y mantener todo en orden¡±, relata.
Valsero quisiera que, cuando pase el coronavirus, la gente siga dando valor a lo que hacen ella y sus compa?eros; que se mantuviera presente el papel que desempe?an los trabajadores de supermercado en el funcionamiento de una comunidad. ¡°Creo que en esta ¨¦poca se ha puesto de manifiesto lo importante de nuestro trabajo, sobre todo para ayudar a resolver las necesidades de las personas. Ojal¨¢ despu¨¦s de todo esto la gente lo siga valorando y no se olvide de nuestra labor¡±, concluye.
Ismael Ballesteros, afectado por un ERTE: ¡°El par¨®n ha sido radical y el retorno ser¨¢ progresivo¡±
Ismael Ballesteros (Manresa, Barcelona, 45 a?os) lleva en ERTE m¨¢s de una d¨¦cada. Mientras la mayor¨ªa de espa?oles se empieza a familiarizar con esas siglas (expediente de regulaci¨®n temporal de empleo), este trabajador de una f¨¢brica de llantas ¡ªno hace falta dar el nombre, pues, como ¨¦l lamenta, ha cambiado varias veces de propietario en funci¨®n del fondo de inversi¨®n que oliese dinero¡ª suma el duod¨¦cimo desde que estall¨® la Gran Recesi¨®n: uno por a?o, con la salvedad de 2019.
Este 2020 pintaba bien, pero entonces lleg¨® el coronavirus y las cosas han vuelto a la normalidad. Porque, para Ismael, lo normal es no trabajar todos los d¨ªas del a?o y hacerse un l¨ªo con la declaraci¨®n de la renta al ver que a veces le paga su empresa y otras, el Estado. ¡°Dependemos de la automoci¨®n: si la gente no tiene dinero, no compra coches¡±, resume.
Hasta ahora, el mecanismo era sencillo: el comit¨¦ de empresa negociaba con la compa?¨ªa un calendario, que se iba modificando a lo largo del a?o en funci¨®n de las necesidades productivas. ¡°Nunca he ido a trabajar y que me diesen una escoba para barrer¡±, ironiza. Ese engranaje convirti¨® la precariedad en una rutina y los ERTE en viernes de paseos en moto subvencionados al 85%. Nunca m¨¢s de 30 al a?o.
Sin embargo, esta vez ha sido distinto. La f¨¢brica lleva parada desde el 19 de marzo y ninguno de sus m¨¢s de 200 trabajadores ha cobrado las horas perdidas. El Estado no paga y cuando lo haga ser¨¢ el 70% del salario. Poco si se tiene en cuenta la incertidumbre sobre el tiempo que se prolongar¨¢ la situaci¨®n. Ismael no hab¨ªa visto nada igual desde aquel maravilloso 1992 en que empez¨® a trabajar: ¡°El par¨®n ha sido radical y el retorno ser¨¢ progresivo¡±.
Mientras aguarda confinado con su mujer y sus dos hijos en un piso pr¨®ximo a la f¨¢brica, el obrero no se olvida del Primero de Mayo. Este a?o no podr¨¢ ir a la manifestaci¨®n, pero lanza un mensaje: ¡°Los mismos Gobiernos que nos meten la tijera son los que ahora nos est¨¢n salvando¡±. Ya queda poco, conf¨ªa, para que el Estado figure en su n¨®mina una vez m¨¢s.
Adriana C¨¢ceres y Joseba Ateka, teletrabajadores: ¡°Teletrabajar en casa con ni?os es salir del paso¡±
Adriana C¨¢ceres (Pamplona, 39 a?os) y Joseba Ateka (Barakaldo, Bizkaia, 38 a?os) han utilizado m¨¢s la terraza en estos ¨²ltimos dos meses que en la d¨¦cada que hab¨ªa transcurrido desde que se mudaron. Con once metros de largo y uno de ancho, ha servido para organizar carreras, partidos de f¨²tbol y hasta gincanas con Naroa, Be?at y Udana. Pero la verdadera prueba de estos d¨ªas de confinamiento se encuentra a solo un paso, dentro de casa. Y aunque sus tres hijos, de entre dos y siete a?os, se lo tomen como un juego, a ellos les ha costado mucho establecer las reglas.
Trabajar a distancia est¨¢ siendo un reto para millones de espa?oles, pero la magnitud del esfuerzo se multiplica para las familias numerosas. ¡°Ha habido momentos en los que no los pod¨ªamos atender¡±, relata Adriana desde la peque?a localidad de Etxebarri, muy pr¨®xima a Bilbao, para referirse a sus hijos.
Los primeros d¨ªas de encierro fueron dif¨ªciles, aunque al final la familia ha conseguido la cuadratura del c¨ªrculo: cuidar ¡ªy formar¡ª a tres ni?os peque?os mientras la madre ¡ªAdriana es t¨¦cnico de recursos humanos¡ª va de reuni¨®n en reuni¨®n sin salir del cuarto y el padre saca adelante la avalancha de ERTE que se acumulan en su asesor¨ªa. ¡°Vivimos con mucho estr¨¦s, pero damos las gracias por mantener nuestro trabajo y nuestra salud¡±, resume ella.
La pareja se levanta a las 6.30 cada d¨ªa y trabaja hasta las nueve, cuando despiertan los ni?os. Entonces comienza la divisi¨®n de tareas: Joseba se encarga por la ma?ana y Adriana por la tarde. Cuando le toca estar con los peque?os, al padre le siguen cayendo llamadas, pero lo asume con deportividad: ¡°Teletrabajar con ni?os es salir del paso¡±. Incluso si alguno se le pega al calcet¨ªn y le impide moverse.
La relajaci¨®n del confinamiento ha sustituido la terraza por la calle, siempre con prudencia. Pero hasta septiembre, cuando sus hijos retornen a la ikastola, la vida no volver¨¢ a ser como antes. Mientras tanto, toca aprovechar. ¡°Esto, que parece un drama, lo hemos disfrutado. El ser humano es extraordinario¡±, concluye Joseba.
Carles Matamala, desempleado: ¡°Me planteo irme otra vez de Espa?a¡±
Esta ser¨¢ la segunda vez que Carles Matamala (Badalona, Barcelona, 37 a?os), realizador audiovisual, tenga que reinventarse de nuevo. Lo hizo en 2013, cuando parti¨® a Alemania y consigui¨® un trabajo en marketing digital y relaciones p¨²blicas. Un ¡°par¨¦ntesis profesional¡± como ¨¦l lo describe, porque asegura que siempre ha querido dedicarse a la creaci¨®n de v¨ªdeos y documentales, edici¨®n, guion y producci¨®n.
Matamala termin¨® Periodismo en 2010 en la Universidad Pompeu Fabra y hasta mediados de marzo trabajaba en lo que ¨¦l deseaba: una productora. Pero esta prescindi¨® de sus servicios antes de que el Gobierno prohibiera los despidos por la crisis del coronavirus. ¡°Creo que pensaron que alguna cosa pasar¨ªa, aunque no ten¨ªan claro qu¨¦, y por eso decidieron echar a gente, cuanto antes mejor¡±, cuenta.
Hab¨ªa firmado un contrato fijo en enero, tras un camino largo y lleno de inconvenientes. Matamala pertenece a esa generaci¨®n que ha vivido entre dos grandes crisis econ¨®micas. ¡°Todo el mundo cuando acaba una carrera de algo que le gusta, aspira a poder trabajar de eso¡±, dice.
El audiovisual ¡°es un medio muy reducido de gente que se reparte todo el pastel del negocio audiovisual¡±, relata, ¡°a veces para poder entrar tienes que conocer gente, tienes qu¨¦ moverte. Yo empezaba a hacer esto cuando estall¨® la crisis del 2008¡±.
Matamala estuvo fuera de Espa?a hasta 2017 y, antes de volver a Barcelona para trabajar en distintos medios, tuvo ofertas en ?msterdam y Berl¨ªn. Tiene formaci¨®n en historia del arte, desarrollo de software, nuevas tecnolog¨ªas, y dos m¨¢steres en cine digital y documental creativo.
¡°Toda experiencia vital te ayuda a encontrar m¨¢s cosas y te acerca a lo que verdaderamente quieres¡±, asegura. Y relata que parte de esa formaci¨®n le ¡°salv¨® el pellejo¡± en sus trabajos en el extranjero, donde hac¨ªa cosas m¨¢s pr¨¢cticas en temas tecnol¨®gicos. Le han confirmado hace unos d¨ªas que cobrar¨¢ el paro correspondiente a abril en los pr¨®ximos d¨ªas. ¡°No tengo m¨¢s ingresos¡±, explica, ¡°me he planteado salir otra vez para buscar trabajo¡±.
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