El pescado se sube a la monta?a rusa

Han pasado dos semanas desde que 189 marineros vascos, gallegos, andaluces y asturianos llegasen a Puerto Victoria (Seychelles) para relevar a otros tantos tripulantes que permanec¨ªan atrapados en los 15 atuneros nacionales que faenan en el ?ndico. La pandemia les pill¨® a punto del reemplazo, que se realiza cada cuatro meses desde el archipi¨¦lago. Llevaban ya cinco en el mar cuando comenz¨® la desescalada del estado de excepci¨®n decretado en esa peque?a rep¨²blica, que aunque solo registraba 11 contagiados, impuso medidas muy estrictas para proteger su principal fuente de ingresos, el turismo. El vuelo ch¨¢rter fletado por los armadores desde Espa?a despeg¨® con varias condiciones: un pasaje con su test de covid-19 superado y dos tripulaciones a bordo para poder regresar sin que nadie m¨¢s que los pescadores bajasen del avi¨®n. No fue nada f¨¢cil. En la operaci¨®n tuvieron que intervenir dos ministerios y la Uni¨®n Europea.

El ejemplo viene a cuenta de los problemas que tiene la pesca en estos d¨ªas inciertos. Una de las profesiones m¨¢s internacionalizadas que, pese a todo, seg¨²n el secretario de la patronal, Javier Garat, ¡°ha podido seguir trabajando en todos los pa¨ªses del mundo con relativa normalidad¡±. Aunque con m¨¢s de un problema. Los palangreros de Carboneras, que se dedican al pez espada y al tibur¨®n, se nutren de tripulaciones de senegaleses y peruanos y estos meses, por la parada biol¨®gica, descansaban en sus pa¨ªses. Traerlos es ahora una misi¨®n imposible. Aguas adentro, Basilio Otero, presidente de la Federaci¨®n Nacional de Cofrad¨ªas, repasa desde Burela (Lugo) los da?os de la pesca de bajura de estos dos meses: ¡°La gente tiene todo el tiempo del mundo para comer pescado en casa, pero sigue sin querer coger espinas. No s¨¦ si es por los olores [al cocinar] o por tradici¨®n, pero hay m¨¢s consumo en el canal horeca (hoteles, restaurantes y cafeter¨ªas)¡±.

La paralizaci¨®n de ese consumo en los bares es la que ha hundido las cotizaciones en un sector que emplea a 31.473 personas en una flota de 8.972 buques y que captura casi un mill¨®n de toneladas al a?o de los casi 80 millones que se extraen en todo el mundo. En la primera semana de confinamiento a Basilio se le quejaba el patr¨®n mayor de Santa Pola, amigo suyo, de que la gamba roja, que se suele pagar a entre 80 y 100 euros, se hab¨ªa desplomado a entre 3 y 10. Nadie quer¨ªa marisco porque no hab¨ªa nada que celebrar. Otras especies han tenido cotizaciones m¨¢s parecidas a la evoluci¨®n del Dow Jones: ¡°La campa?a de caballa ha sido una de las cosas que ha salvado el norte. En el golfo de C¨¢diz se abre ahora la anchoa al cerco y est¨¢n con jurel y sardina. En Galicia las mariscadoras est¨¢n bajo m¨ªnimos, el congrio ha sido un desastre, han tenido que retirar miles de kilos de la lonja porque no se llegaba a pagar un euro por kilo. Los precios de la merluza han sido como un diente de sierra¡±.

Ahora que lo peor de la pandemia se ha superado (por el momento), los marineros estiman que trabajan al 50% de su capacidad y las lonjas, flotas y distribuidores minoristas cifran en el 30% las p¨¦rdidas medias globales en ventas durante el estado de alarma. Pero es una media muy aproximada en un sector cuyo valor en primera venta super¨® los 2.000 millones de euros en 2019. Los hogares, que en un a?o normal destinan el 13% del gasto en alimentaci¨®n al pescado (con un desembolso de 196 euros per c¨¢pita y 23 kilos por persona y a?o), puede que hagan caer a¨²n m¨¢s esa media por la pandemia.

Mar¨ªa Luisa ?lvarez, directora de Fedepesca, la federaci¨®n de empresarios detallistas de pescado, todav¨ªa no se ha repuesto del shock que se vivi¨® durante los primeros compases de la crisis. ¡°La primera semana era imposible encontrar EPI (equipos de protecci¨®n) y empezamos a ver precios inauditos. Los distribuidores comenzaron a cortar horarios para intentar atender la demanda y estar protegidos. La venta a domicilio ha sido espectacular, con incrementos del 80% en Madrid¡±. Pero el aumento, cree, no compens¨® la ca¨ªda de la hosteler¨ªa, ¡°no es cierto que el consumo se traslade [de los bares a las casas]. Adem¨¢s, el canal horeca hace que determinados productos m¨¢s premium que ahora no se consumen suban la facturaci¨®n global¡±.

Despu¨¦s est¨¢ el tema de la nueva forma de consumo con reparto a domicilio, que, si se consolida, tendr¨¢ su impacto en la distribuci¨®n. ¡°El precio tiene que soportar todos los costes: luz, trabajadores, transporte¡­, a lo que se suman los nuevos gastos por equipos de protecci¨®n o hidrogeles. Habr¨¢ que ver c¨®mo queda la rentabilidad con el servicio a domicilio, porque para atender a un cliente se tarda el doble¡±, a?ade. Y a r¨ªo revuelto, ganancia de unos pocos. La epidemia ha lanzado a muchos productores a vender directamente a los hogares, lo que los convierte en comercializadores e intensifica la competencia.

¡®Made in France¡¯

Hay otro elemento que ha movido los precios a la baja, recuerda Javier Garat. ¡°En Francia hubo una recomendaci¨®n del Gobierno y de los pescadores para dar prioridad al consumo de productos originarios del pa¨ªs y la gente ha hecho caso. Eso ha limitado la entrada en el pa¨ªs vecino de producto irland¨¦s y escoc¨¦s, que se ha reconducido hacia Espa?a hundiendo las cotizaciones¡±.

Frente a eso, los espa?oles han optado por no pescar ¡ªocurri¨® con la campa?a de la anchoa que redujo las capturas¡ª o congelar lo que puedan a la espera de que el mercado se recupere. Pero eso no ser¨¢ hasta que los bares y restaurantes est¨¦n a pleno rendimiento. Y sin turismo, no ocurrir¨¢ hasta dentro de muchos meses. ¡°El ¨²nico consuelo es que el gasto en gas¨®leo ha bajado¡±, dicen los armadores.

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