El subsidio que no llega ni a las m¨¢s afortunadas
Las trabajadoras del hogar critican el retraso en el pago de las ayudas aprobadas por el Gobierno y recuerdan que ¨²nicamente puede solicitarlo una minor¨ªa
La pandemia ha dejado en la intemperie a centenares de miles de trabajadores. Pero pocos empleos han estado tan desprotegidos como el de las trabajadoras del hogar. Confinadas con sus empleadores, despedidas por WhatsApp, sin derecho al paro ni a una baja si ca¨ªan enfermas, solo tuvieron una buena noticia: el Gobierno aprob¨® en marzo un subsidio para las que hubiesen perdido el trabajo o reducido las horas a causa de la crisis. Sin embargo, la gran mayor¨ªa no han podido solicitarlo. Adem¨¢s, m¨¢s de la mitad de las que lo pidieron no han cobrado todav¨ªa, seis meses despu¨¦s, por los retrasos del Servicio P¨²blico de Empleo Estatal (SEPE). Las asociaciones de trabajadoras critican la ¡°falta de voluntad pol¨ªtica¡± para dar soluci¨®n a un sector que se siente ninguneado por la administraci¨®n.
A Diana ¡ªque prefiere no revelar su nombre real¡ª el confinamiento la pill¨® como interna en una casa con una pareja de ancianos. Antes de la pandemia pod¨ªa irse con su pareja los s¨¢bados y domingos a un piso compartido en Madrid, pero durante tres meses estuvo sola con ellos, trabajando 24 horas al d¨ªa y sin salir, por miedo al contagio. ¡°Los abuelos estaban muy contentos conmigo, yo les cantaba, les bailaba. Durante el confinamiento cumplieron los dos 90 a?os y lo celebramos los tres solos¡±, explica por tel¨¦fono. Con 61 a?os y despu¨¦s de tres a?os en Espa?a, esta trabajadora de origen colombiano hab¨ªa aceptado rebajar su tarifa ¡ª¡±les dije que era 950, pero solo pod¨ªan pagar 800 euros al mes¡±¡ª con la condici¨®n de que le hicieran un contrato. ¡°Pero de todas las promesas, nada. En julio me echaron de un d¨ªa para otro. Ahora estoy sin empleo, sin paro, y c¨®mo no, sin subsidio porque no lo pude pedir¡±, lamenta.
En Espa?a hay m¨¢s de 350.000 trabajadoras afiliadas al sistema especial de empleados del hogar. Pero la ¨²ltima encuesta de poblaci¨®n activa indicaba que 580.000 personas tienen este empleo, una cifra que sindicatos y asociaciones aumentan a 700.000. En un sector donde el trabajo sin contrato es la norma y en el que buena parte de las trabajadoras son mujeres de origen migrante en situaci¨®n irregular, es dif¨ªcil saber cu¨¢ntas personas se dedican a ello. El subsidio aprobado por el Gobierno a finales de marzo dejaba fuera a la gran mayor¨ªa: solo pod¨ªan solicitarlo aquellas que tuviesen contrato, estuviesen dadas de alta en la Seguridad Social y certificasen que hab¨ªan perdido todo o parte del trabajo despu¨¦s de la entrada en vigor del estado de alarma.
El resultado es que solo se est¨¢ tramitando el subsidio para 31.000 personas. De estas, ahora lo cobran 13.091 personas, cerca del 42%, seis meses despu¨¦s de la aprobaci¨®n de la ayuda. El Ministerio de Trabajo argumenta que el 40% de las solicitudes recibidas conten¨ªan errores que tienen que corregirse, y que el SEPE, al que se le ha multiplicado el trabajo por seis a causa de la tramitaci¨®n de los ERTE, ha tenido que hacer frente a un nuevo subsidio sin tener los datos personales y laborales de las beneficiarias, ya que el sistema especial de empleados del hogar no cotiza. ¡°Este subsidio es hist¨®rico porque va dirigido y se reconoce por primera vez a un colectivo que no cotiza para obtener una prestaci¨®n por desempleo¡±, se?ala una portavoz del Ministerio.
Las asociaciones de trabajadoras consideran que el subsidio es un paso adelante, pero avisan de que ¡°lo m¨¢s importante es que se convierta en un subsidio estable, como cualquier prestaci¨®n de desempleo¡±, afirma Pepa Torres, del Observatorio Jeanneth Beltr¨¢n de la asociaci¨®n Senda de Cuidados, que se dedica a vigilar los abusos y a ayudar a tramitar denuncias. El enfado y la indignaci¨®n crecen. Ya ha habido manifestaciones en Madrid, y esta semana varias asociaciones se reunir¨¢n con el secretario de Estado de Trabajo para abordar la cuesti¨®n.
¡°El subsidio es lo de menos. Hemos conseguido esta medida, pero ha sido terrible, porque ha dejado a much¨ªsimas compa?eras fuera¡±, explica Rafaela Pimentel, portavoz del colectivo Territorio Dom¨¦stico. Pimentel, de 59 a?os y origen dominicano, ha sido de las pocas que ha podido pedir la ayuda, pero no lo ha cobrado todav¨ªa. Su situaci¨®n es inusual: ¡°Soy una privilegiada, porque llevo 24 a?os con la misma familia y desde el principio mi situaci¨®n ha sido regularizada y mis derechos reconocidos, aunque no tengo derecho al paro, como ninguna. Considera que con buena voluntad se pueden hacer las cosas bien, pero admite que no es as¨ª para la mayor¨ªa de trabajadoras, que sufren ¡°cada vez m¨¢s algo parecido a la esclavitud¡±. ¡°Estamos solas, pero por suerte nos vamos organizando. Durante el confinamiento a muchas las han echado, o por el contrario han trabajado sin descanso y sin cobrar horas extra¡ al ser un sector tan irregular, muchas familias se aprovechan. Hemos dado apoyo con cajas de resistencia, bancos de alimentos y soporte psicol¨®gico¡±, detalla.
¡°A algunas internas, tras el primer mes de confinamiento, les dijeron que o aceptaban seguir trabajando a cambio solo de comida y cama, o se iban. A otras las han echado en medio de la pandemia: una de las internas despedidas, al salir a la calle con las maletas, pidi¨® un taxi y se puso a llorar, y el taxista la llev¨® directamente a un polideportivo para personas sin hogar¡±, explica Torres. Las asociaciones han tramitado ya decenas de denuncias contra familias, pero temen que queden en nada por el colapso de la justicia.
Una conjunci¨®n necesaria entre la pol¨ªtica y la sociedad
Las trabajadoras reclaman al Gobierno que cumpla con su compromiso y ratifique el convenio 189 de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo, que establece los derechos de este sector. ¡°Ni el estado ni las comunidades aut¨®nomas tienen en cuenta a estas mujeres. Tiene que haber una voluntad pol¨ªtica real para acabar con estas situaciones discriminatorias, no solo por las trabajadoras, sino tambi¨¦n por las familias que lo necesitan, porque cuidar a los mayores es un trabajo esencial¡±, asegura Roc¨ªo Echeverr¨ªa, portavoz de Sindihogar, que califica la ratificaci¨®n del convenio 189 de la OIT por parte del Gobierno solo como el primer paso para avanzar en el reconocimiento del derecho al paro de las trabajadoras, a inspecciones laborales en las casas y a acceder a la ley de protecci¨®n de riesgos laborales.
Echeverr¨ªa, que pese a tener una situaci¨®n regularizada no tiene contrato en ninguna de las casas en las que trabaja, cree que el hecho de que se haya anunciado el subsidio como una gran herramienta cuando solo llega a una minor¨ªa es una muestra de c¨®mo se percibe este sector en la sociedad.
¡°Hasta que la administraci¨®n y la sociedad no entiendan la precariedad que sufrimos, no habr¨¢ una voluntad real de cambiarlo¡±, se?ala Echevarr¨ªa, dejando al descubierto una realidad latente que sigue a la espera de un reconocimiento global que rompa unas barreras todav¨ªa presentes para este colectivo.
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