La respuesta de Trump fue m¨¢s que incompetente
Es un error decir que Trump gestion¨® mal la covid-19; fue inmoral, rayando en lo criminal
La mayor¨ªa de los casos en los que un coche mata a un peat¨®n seguramente se deben a una negligencia: conductores que estaban demasiado ocupados hablando por el m¨®vil o pensando en su partida de golf para fijarse en el anciano o anciana que cruzaba la calle enfrente de ellos. Un pu?ado de ellos son actos homicidas, como el del hombre que mat¨® a una mujer al embestir con su coche a un grupo de manifestantes contra un mitin neonazi en Charlottesville, en Virginia.
Pero, a veces, los conductores terminan matando a otras personas porque su comportamiento es claramente peligroso, como conducir muy por encima del l¨ªmite de velocidad o saltarse m¨²ltiples sem¨¢foros en rojo. Las muertes que se producen como consecuencia de ello no se consideran asesinatos. Pero podr¨ªan considerarse homicidio, que es cuando uno no tiene la intenci¨®n concreta de matar a alguien, pero sus actos irresponsables lo matan de todas formas.
Hasta esta semana, pensaba que la desastrosa manera en que Donald Trump ha gestionado la covid-19 se deb¨ªa b¨¢sicamente a la negligencia, incluso si esa negligencia era intencionada, es decir, que no entend¨ªa la gravedad de la amenaza porque no quer¨ªa enterarse y se neg¨® a tomar medidas que podr¨ªan haber salvado miles de vidas estadounidenses porque la pol¨ªtica eficaz no es realmente lo suyo.
Pero me equivocaba. Seg¨²n el nuevo libro de Bob Woodward, Rage, Trump no era ajeno a lo que pasaba; a principios de febrero ya sab¨ªa que la covid-19 era mortal y se transmit¨ªa por el aire. Y este no es un caso de recuerdos contradictorios: Woodward ha grabado a Trump. No obstante, Trump sigui¨® celebrando m¨ªtines multitudinarios en espacios cerrados, menospreciando las medidas cautelares y presionando a los Estados para que reanudaran la actividad econ¨®mica a pesar del riesgo de contagio. Y sigue haciendo lo mismo, incluso ahora. En otras palabras, un gran porcentaje de los m¨¢s de 200.000 estadounidenses que seguramente morir¨¢n de covid-19 antes del d¨ªa de las elecciones habr¨¢n sido v¨ªctimas de algo mucho peor que la mera negligencia.
Seamos claros: un particular que hubiera hecho lo que ahora sabemos que hizo Trump estar¨ªa indudablemente en un buen aprieto legal. Pensemos en las demandas que probablemente se interpondr¨ªan contra un consejero delegado que sabe que el centro de trabajo de su empresa es peligroso, pero miente al respecto, se niega a tomar precauciones y amenaza a los trabajadores con despedirles si no van a trabajar.
Ahora bien, Trump no tendr¨¢ que rendir cuentas de una manera comparable debido, en parte, al cargo que ocupa y, en parte, a que el partido que dirige es totalmente pasivo y no va a pedirle que rinda cuentas. Pero dej¨¦monos de sutilezas por un momento, ?de acuerdo? La enormidad del comportamiento impropio de Trump debe ser el elemento principal y no las conjeturas sobre si se enfrentar¨¢ o no a alguna consecuencia.
?Hay excusa para las acciones de Trump? Un argumento que se escucha es que, si se ajustan las cifras a la poblaci¨®n, algunos pa¨ªses europeos han perdido m¨¢s o menos el mismo n¨²mero de personas por covid-19 que el EE UU de Trump, aunque la tasa reciente de nuevos fallecimientos en EE UU es mucho m¨¢s elevada, por lo que pronto nos separaremos del resto del pelot¨®n. Pero cuando los actos de un ciudadano de a pie provocan la muerte de otra persona, tanto las circunstancias como la motivaci¨®n cuentan.
De los dem¨¢s pa¨ªses con una cifra elevada de muertos, Italia fue el primer pa¨ªs occidental que padeci¨® un brote extenso y muchos pacientes fallecieron antes de que los expertos entendieran del todo lo que hab¨ªa que hacer.
Suecia y Gran Breta?a se vieron muy afectadas porque en un principio aplicaron la doctrina de la ¡°inmunidad de reba?o¡± para solucionar la pandemia. Era una pol¨ªtica terrible, que Reino Unido acab¨® por abandonar. Suecia no ha llegado a cambiarla oficialmente, aunque en la pr¨¢ctica ha acabado por establecer a menudo el distanciamiento social. Pero hay una gran diferencia entre los errores, por mort¨ªferos que sean, y el enga?o deliberado. Solo en EE UU el jefe del Estado estaba tranquilizando a la gente respecto a la enfermedad a sabiendas de que era mortal y se contagiaba f¨¢cilmente.
Trump justific¨® esta ocultaci¨®n de los peligros que comportaba la covid-19 como un deseo de evitar el ¡°p¨¢nico¡±. Tiene gracia, viniendo del tipo que inici¨® su presidencia con advertencias sobre la ¡°carnicer¨ªa estadounidense¡± y que actualmente trata de aterrorizar a los habitantes de las zonas residenciales con visiones de hordas antifascistas desenfrenadas. Pero, ?cu¨¢les eran exactamente los peligros del p¨¢nico que tanto le preocupaban?
Al fin y al cabo, decir la verdad sobre el coronavirus no habr¨ªa sido como gritar ¡°fuego¡± en un teatro lleno de gente. Lo ¨²nico que la verdad habr¨ªa llevado a la gente a hacer por miedo habr¨ªa sido quedarse en casa siempre que fuera posible, evitar las multitudes, lavarse las manos, etc¨¦tera. Y son cosas que la gente deber¨ªa haber estado haciendo; de hecho, en cuanto el p¨¢nico cundi¨® entre la poblaci¨®n en lugares como Nueva York, las tasas de contagio descendieron considerablemente. Por supuesto, todos tenemos una idea bastante buena de a qu¨¦ se refer¨ªa realmente Trump: fuentes fidedignas han informado de que quer¨ªa restar importancia a la crisis por temor a que las malas noticias perjudicasen a su amado mercado de valores. Es decir, le parec¨ªa que ten¨ªa que sacrificar miles de vidas estadounidenses para sostener el Dow Jones.
En realidad, estaba equivocado: las cotizaciones burs¨¢tiles se han mantenido altas a pesar del constante aumento de la cifra de fallecimientos. Pero el hecho de que se equivocara en cuanto al intercambio no altera el hecho de que su voluntad de hacer ese intercambio era totalmente inmoral. La conclusi¨®n es que es un error decir que Trump gestion¨® mal la covid-19, que su respuesta fue incompetente. No, no lo fue; fue inmoral, rayando en lo criminal.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times, 2020. Traducci¨®n de News Clips
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