La agon¨ªa de los ¨²ltimos espaderos de Castilla
La crisis merma un sector que tiene en los talleres, ferias y exhibiciones un importante refuerzo econ¨®mico
Las manos de Javier Sol¨¦ son su mejor curr¨ªculo: vigorosas, anchas, de u?as cortas, tiznadas de negro y con algunos incipientes callos. Manejan, ¨¢giles, las tenazas; colocan el yunque para percutir sobre ¨¦l y optimizar la fuerza de los impactos. El ruido sordo de la borrasca oto?al descargando sobre los altos techos de su taller en Portillo (Valladolid) acompa?a a la ac¨²stica de golpes constantes, secos y uniformes del martillo sobre un acero incandescente, anaranjado por los casi 1.000 grados de la fragua, cuya solidez acaba claudicando ante este espadero artesanal. Sol¨¦, de 37 a?os y ocho metido en la forja tradicional de armas, le resta ¨¦pica a esta labor artesanal: ¡°La gente espera a cinco enanos del Se?or de los Anillos a torso descubierto¡±. M¨¢s le vale no quitarse el mandil de cuero: saltan chispas de las que dejan marcas en la piel al herrero despistado. Su tobillo da fe. Cada vez quedan menos maestros espaderos y casi todos se conocen entre s¨ª y aplauden el compromiso del trabajo a mano.
Sol¨¦ cumple el perfil imaginario de su gremio: robusto, de brazos entrenados y fuertes. Luce barba y un tatuaje que despeja dudas. ¡°I¡¯m steel here¡±, un juego de palabras en ingl¨¦s relacionado con ¡°sigo aqu¨ª¡± y el metal con el que se gana la vida. Una espada subraya el lema que acompa?a a su firma, Ancient forge, con la que recibe encargos nacionales e internacionales de compradores muy exigentes: quieren productos de calidad, con materiales de calidad y pr¨¢cticamente a la carta. Hay quien solicita un art¨ªculo legendario; otros, un modelo que han visto en series o pel¨ªculas; cierto p¨²blico persigue una espada determinada utilizada en alguna ¨¦poca o ej¨¦rcito concreto.
Nada imposible para estos especialistas, siempre que se cubran unas tarifas. ¡°Una espada forjada a mano que valga menos de mil euros es mentira¡±, critica Sol¨¦, molesto con quienes regatean el precio de un producto que requiere muchas horas, aderezadas con inmenso esfuerzo y un gran conocimiento de materiales, temperaturas y t¨¦cnicas. Compiten con producciones en cadena, r¨¦plicas de mucho menos nivel pero m¨¢s asequibles. Les salva que su verdadero p¨²blico rechaza bagatelas y espera pacientemente los seis meses que puede requerir una petici¨®n compleja.
La pandemia ha hendido su mandoble en un colectivo que se ha quedado sin las ferias medievales, en las que lucen sus productos o recrean batallas hist¨®ricas caracterizados como los guerreros de entonces. La inestabilidad tambi¨¦n castiga a los talleres que realizan formaci¨®n en los que cualquiera puede aprender a forjar un cuchillo y llev¨¢rselo de recuerdo. Los encargos de armas, con pagos por adelantado, alivian las cuentas de quienes en un mes excepcional pueden facturar 8.000 euros pero verse con cero ingresos al siguiente, afirma Sol¨¦. Y los alquileres, las facturas, la seguridad social o los materiales siguen exigiendo desembolsos. ¡°Nos salvan los mecenas¡±, sostiene, y habla de ¡°Lorenzos de Medici¡±, fil¨¢ntropos modernos que les anticipan dinero para luego recibir ventajas y art¨ªculos especiales: ¡°Es como un cr¨¦dito pero al rev¨¦s¡±.
Los tiempos cambian y la televisi¨®n tambi¨¦n desempe?a su papel. El programa Forjado a fuego, que muestra el trabajo en los talleres, aliment¨® el inter¨¦s por figuras como la de Miguel ?ngel Gil (40 a?os), conocido en el ramo como Miguel Barbudo. Este herrero de la monta?a madrile?a se vali¨® de la peque?a pantalla para dar a conocer un mundo que conecta tradiciones antiguas con los gustos actuales. Barbudo cuenta con un p¨²blico ¡°reducido pero fiel¡±, con peticiones muy minuciosas que cuestan hasta 6.000 euros. No cabe el error con una parroquia tan exigente: ¡°No toleran el m¨¢s m¨ªnimo fallo, gastan mucho dinero. Si les das lo que buscan, son muy fieles y recurrir¨¢n a ti¡±. El prestigio pesa mucho entre estos aut¨®nomos, a quienes una difamaci¨®n acus¨¢ndolos de utilizar m¨¦todos mec¨¢nicos puede espantarles una cartera de compradores cincelada con esmero y compromiso.
Ser cuchillero
La especialidad de la casa consiste en ense?ar a trabajar el acero, unos cursos con demanda al alza hasta la pandemia. El mercado espa?ol ha acusado esta inestabilidad y el comprador extranjero ha cobrado a¨²n m¨¢s importancia, con EE UU, Alemania o Francia como principales demandantes. Sus alumnos pagan 240 euros por jornada y se llevan la cuchiller¨ªa que elaboren. Adem¨¢s, Barbudo a?ade que otros aprovechan para comprar los materiales para iniciarse en el mundillo. Unos 600 euros bastan para obtener un equipo b¨¢sico. Los artesanos lamentan el 21% de IVA con el que se gravan sus productos y que no reciben ayudas. Barbudo, de fuerte conversaci¨®n telef¨®nica, insiste en que la incertidumbre hunde sus planes; Sol¨¦ precisa que tanta carga sobre una espada de 400 euros eleva en casi 100 su factura, algo que creen excesivo.
Un cl¨¢sico en el gremio se llama Mariano Zamorano, de 69 a?os, a quien la crisis sanitaria ha empujado a la jubilaci¨®n. Este toledano colg¨® las tenazas en septiembre tras aplicar un ERTE en su taller y demasiados meses de p¨¦rdidas: hasta 40.000 euros. Zamorano sigui¨® el legado de su padre desde que empez¨® con el martillo a los 14 a?os, pero la ausencia de turistas, sobre todo los siempre cotizados americanos, minimiz¨® las ventas. ¡°El friki siempre ha existido¡±, indica, y su afici¨®n a personajes como William Wallace, Gladiator o Guillermo Tell ha dado de comer a este establecimiento, donde trabajaban hasta cinco personas antes del cataclismo v¨ªrico. El arte de elaborar una espada del siglo XVI, con su ligereza correspondiente, tiene una complejidad que eleva su precio. Solo quienes lo aprecien de verdad lo abonar¨¢n. ¡°La gente piensa que un botijo se hace a molde. Hasta el mecanismo de un botijo es complicado¡±, dice Javier Sol¨¦.
Tambi¨¦n Toledo cobija a Ram¨®n Recuero, de 57 a?os, uno de los grandes iconos del sector. Sol¨¦ lo respeta sobremanera: ¡°Hay que ser cretino para no valorar a Recuero¡±. Este espadero est¨¢ repoblando el pueblo de San Antonio con una afamada escuela de herreros a la que acuden aquellos que quieren ampliar sus conocimientos o incluso modificar su vida. ¡°Hay gente que ha cambiado de trabajo y decide valorar el forjado para crear peque?os talleres o comercializar piezas propias¡±, asegura. El curso de ¡°futuros maestros cuchilleros¡±, el m¨¢s completo, cuesta unos 1.800 euros y ocupa seis semanas, alojamiento en la escuela incluido. Los dem¨¢s conocimientos se ir¨¢n adquiriendo a base de mucho sudor ante calurosas fraguas, incontables golpes de martillo y la confianza de clientes a quienes no les sirve la r¨¦plica de una espada: la quieren hecha a mano, aunque la elaboren humildes mortales que libran la batalla de llegar a fin de mes.
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