Aprend¨ª a forjar espadas japonesas con un maestro como el de 'Kill Bill'
Yuya Nakanish es el 'Hattori Hanzo' de Kameoka (Kioto). Su t¨¦cnica se aplica a las cuchillas de afeitadoras Panasonic
- "?Para qu¨¦ quieres a Hattori Hanzo?".
- "Necesito acero japon¨¦s".
- "?Por qu¨¦ necesitas acero japon¨¦s?".
- "Tengo que matar una alima?a".
- "Debes tener grandes ratas si necesitas el acero de Hattori Hanzo".
Quienes hemos visto Kill Bill -?alguien no lo ha hecho?-, solo podemos visualizar a un forjador de espadas japon¨¦s con el rostro y bigote del m¨ªstico chef Hattori Hanzo que, considerado el mejor fabricante de katanas del mundo, en la pel¨ªcula de Tarantino hace rituales elegant¨ªsimos, viste batitas raras y proporciona a La Novia (Uma Thurman) un arma banca con la que consumar su sangrienta venganza.
Yuya Nakanish, m¨¢s miope y regordete que el personaje interpretado por Sonny Chiba, es el Hattori Hanzo de Kameoka (Kioto). Me recibe en su forja, una especie de cuadra del medievo que nada tiene que ver con esa morada glamurosa de maestro nip¨®n tantas veces representada en la ficci¨®n. Un taller artesanal humilde pero legendario al que se llega tras viajar una hora en coche desde Osaka.
Comemos mandarinas del jard¨ªn de su vecina y nos ponemos manos a la obra. Calentamos al fuego placas de acero inoxidable hasta crear una sola pieza, una especie de lingote incandescente que golpeamos con un martillo, estiramos y plegamos repetidamente hasta crear mu?ltiples capas. Nakanish me explica que es la manera de distribuir uniformemente el carbono del acero y eliminar impurezas para una m¨¢xima resistencia.
Me vengo arriba. Como Yoshio en Lo + Plus. Como el del anuncio de Ginsu atravesando un na¨²tico con su cuchillo. Con los 1.300 ¡ãC de temperatura, evitamos grietas y roturas, manejando este arte tradicional milenario (en mi cabeza se agolpan ninjas, samurais, yakuzas, Humor Amarillo, TODO) antes de pasar al proceso de templado y enfriar ra?pidamente el acero hasta crear la estructura cristalina que determinar¨¢ el afilado. Por algo una de estas espadas cuesta 10.000 euros. "Es divertido trabajar con nuevo material de acero inoxidable", confiesa el anfitri¨®n.
Chapoteemos de una vez por todas en el parip¨¦, pringu¨¦monos de folclore. Porque una espada no es nada sin su majestuosa empun?adura, guarda y vaina en la que meterla y sacarla a nuestro antojo. Y, aunque el espadero se muestra orgulloso tras inspeccionar el resultado de su obra, libre de deformaciones, aran?azos y astillas; un acabado solo ser¨¢ perfecto cuando supere la prueba definitiva: un veterano espadach¨ªn de iaido? rebanando cosas con ella.
¡°Es una espada ligera, equilibrada y fa?cil de empun?ar. Puede cortar una varilla de cobre por la mitad y no se oxida. Quiero una para mi?¡±, dice Isao Machii tras convertir varios tatamis en lonchas y partir otra espada por la mitad. Si este se?or, que ostenta r¨¦cords mundiales en corte y artes marciales, practica kendo desde ni?o y atraviesa pelotas de tenis a 840 km/h asegura que la espada es buena, podemos concluir que la espada es magn¨ªfica.
Tanto es as¨ª, que Panasonic ya fabrica afeitadoras siguiendo estos me?todos tradicionales con los que Nakanish forja sus espadas, aprovechando las te?cnicas de procesamiento de los artesanos para un afilado, dureza y durabilidad excelentes. Una alta precisi¨®n presente en la nueva generaci¨®n de recortadoras masculinas de alta gama para barba y cuerpo. La magia nipona que Uma Thurman us¨® para rebanar a sus enemigos, ahora disponible para el recorte masculino. Zas.
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