El miedo llega a los bonos
Como ha ocurrido cuando otras incertidumbres recientes se han globalizado, el dinero se ha desplazado de forma acusada a los bonos. Y lo har¨¢ m¨¢s con la extensi¨®n del Covid-19 fuera de China
El coronavirus amenaza con convertirse en un corona-crack econ¨®mico y financiero. No ya por la incidencia de su mortalidad, sino por la par¨¢lisis que est¨¢ provocando su prevenci¨®n. El repentino aumento de casos en Italia y Corea del Sur ha roto algunas costuras y los mercados ya reflejan el descosido. La rentabilidad de los bonos del Tesoro de Estados Unidos se ha reducido hasta m¨ªnimos hist¨®ricos y en Europa se est¨¢ volviendo a los tipos de inter¨¦s que los t¨ªtulos p¨²blicos mostraron durante la crisis. El dinero se refugia en los bonos. Indica miedo. Las Bolsas as¨ª lo reflejaron ayer.?
Se huye de unos riesgos y se engordan otros. Por un lado, porque los bancos centrales comienzan a sopesar ¡ªcon la Reserva Federal americana a la cabeza¡ª que pueden ser necesarios nuevos recortes de tipos de inter¨¦s o anticipar bajadas previstas mucho m¨¢s a largo plazo. Esto prolongar¨ªa esta trampa de la liquidez en la que llevamos a?os atrapados, con no pocas anomal¨ªas y externalidades negativas. Entre ellas, la creaci¨®n de unas expectativas negativas sobre la capacidad de generar crecimiento econ¨®mico e inflaci¨®n. Justo lo contrario de lo que se pretend¨ªa. Por otro lado, porque la madriguera de los bonos trata de ofrecer cobijo, pero est¨¢ ya saturada de deuda. Ayer, por ejemplo, se inform¨® de que las tres mayores gestoras de estos t¨ªtulos en Estados Unidos concentran ya 140.000 millones de d¨®lares. Los elefantes son seguros hasta que tropiezan.
Lo que se ha producido este fin de semana es un paso adelante en la cadena de temores. Hasta el momento, que no era poco, el temor al marasmo de una econom¨ªa china con millones de ciudadanos recluidos y gran parte de su actividad limitada era la preocupaci¨®n principal. La confirmaci¨®n de que el coronavirus no es un problema exclusivamente asi¨¢tico ha dado paso a un segundo nivel. Como ha ocurrido cuando otras incertidumbres recientes se han globalizado ¡ªcomo las que se producen en torno al proteccionismo y los aranceles¡ª el dinero se ha desplazado de forma acusada a los bonos. Y lo har¨¢ m¨¢s en la medida en que la extensi¨®n de la Covid-19 fuera de China se considera una posibilidad de calibrar la credibilidad de los datos ofrecidos hasta ahora de contagio y mortalidad de este virus.
Los efectos econ¨®micos de corto plazo se agudizan. La demanda de algunas materias primas y de acero se ha reducido sensiblemente con la debilidad de la econom¨ªa china. Y el crudo ca¨ªa ayer m¨¢s del 3%. Junto a los bonos, el rally est¨¢ en el oro.
Que los bonos sean una referencia tampoco es alivio, porque es como salir al agua siempre con el mismo flotador. Se acaba pinchando de tanto usarlo. El relativo consuelo respecto a los mercados y las perspectivas econ¨®micas es que el impacto del virus vaya a menos en unas semanas, pero es pronto para decirlo. Entre tanto, como con cada nueva incertidumbre en los ¨²ltimos a?os, la deuda engorda y engorda. Y no solo p¨²blica, tambi¨¦n privada. Si los tipos acaban subiendo, la sostenibilidad estar¨¢ en entredicho.
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