El impacto del Covid-19 en el ¨¢mbito parlamentario
Estos meses tan duros han puesto de manifiesto que, frente a la evidente fragilidad de nuestro modelo de sociedad, emerge el papel del Estado como ¨²nica manera de garantizar derechos y favorecer la igualdad
El 30 de junio, Naciones Unidas conmemora el D¨ªa Internacional del Parlamentarismo, para recordar el valor de los sistemas parlamentarios en su objetivo principal de mejorar la vida de las personas. De su solidez y correcto funcionamiento, pero tambi¨¦n de su permeabilidad a la participaci¨®n de la ciudadan¨ªa, depende la calidad de la democracia y, por lo tanto, de la convivencia.
La crisis sin precedentes ocasionada por la pandemia del Covid-19 ha impactado en todos los ¨¢mbitos, tambi¨¦n en el pol¨ªtico y el parlamentario. Con un pa¨ªs desolado por la p¨¦rdida de vidas y el padecimiento de los enfermos, volcado en combatir el virus y asegurar los servicios esenciales durante el confinamiento, y preocupado por las secuelas en los ¨¢mbitos econ¨®micos y sociales, la ciudadan¨ªa mira a las instituciones y sus representantes buscando respuestas y soluciones reales.
Durante la pandemia, las Cortes Generales han seguido desempe?ando su funci¨®n constitucional de legislaci¨®n y control al Gobierno. Con las precauciones y las limitaciones exigidas por la situaci¨®n, se han articulado los mecanismos necesarios para cumplir con la actividad parlamentaria, esencial en un Estado de Derecho.
Sobre los parlamentos recae en gran medida la responsabilidad de afrontar la salida a esta crisis. Y para abordar correctamente esa ingente tarea es imprescindible comprender que estamos ante un cambio de paradigma en la concepci¨®n del liderazgo y en las formas de hacer pol¨ªtica. El pluralismo pol¨ªtico, social y territorial de nuestro pa¨ªs exige espacios de di¨¢logo y escucha donde la sociedad se sienta representada por l¨ªderes que sepan estar a la altura.
Son los parlamentos, expresi¨®n m¨¢xima de la democracia, los espacios de debate y reflexi¨®n donde buscar f¨®rmulas colaborativas, abiertas, incluyentes e innovadoras que pemitan tomar las mejores decisiones. Desde la moderaci¨®n y el respeto, porque, en democracia, las formas son fondo y porque el comportamiento en el ¨¢mbito parlamentario es, en muchas ocasiones, el modelo que se contagia a la sociedad. De ah¨ª nuestra enorme responsabilidad como parlamentarios.
En este contexto, el ejercicio responsable de la pol¨ªtica se revela m¨¢s necesario que nunca. Estos meses tan duros han puesto de manifiesto que, frente a la evidente fragilidad sobre la que est¨¢ construido nuestro modelo de sociedad, emerge el papel insustituible del Estado y las pol¨ªticas p¨²blicas como ¨²nica manera de garantizar derechos y favorecer la igualdad de oportunidades. Reconocer que somos vulnerables es una fortaleza porque nos ayuda a entender la necesidad de cuidar y reforzar lo p¨²blico, lo que nos es com¨²n.
Sin embargo, a pesar de que la pol¨ªtica es imprescindible, en el ¨²ltimo CIS los encuestados la situaban como el principal problema de nuestro pa¨ªs, una paradoja de extrema gravedad para quienes creemos que la pol¨ªtica nunca puede ser el problema, puesto que sirve precisamente para lo contrario, para encontrar soluciones. Buena parte de esta visi¨®n tan negativa est¨¢ causada por la crispaci¨®n que se ha instalado en la vida pol¨ªtica, y que aleja a la ciudadan¨ªa cada vez m¨¢s de sus representantes y a la inversa, porque es evidente que as¨ª ni se hace lo correcto ni lo esperado de los pol¨ªticos.
Es responsabilidad de todos y de todas rebajar el nivel de tensi¨®n que se ha instalado en el debate p¨²blico. Las leg¨ªtimas discrepancias entre las distintas posiciones pol¨ªticas se deben dirimir con la palabra y la firmeza de las convicciones, no hay otro camino. La estrategia de la crispaci¨®n, basada en el insulto y la estridencia, denota una enorme falta de altura pol¨ªtica. El recurso f¨¢cil de quienes no tienen otro registro. Se puede ser muy contundente dentro del marco del respeto y de las formas apropiadas. Cuando el improperio se impone al argumento, los debates se transforman en broncas y dejan de cumplir con la finalidad de servir para tomar las mejores decisiones.
Est¨¢ en nuestras manos hacer de la sede de la sober¨ªa nacional un lugar de encuentro y de debate sereno y constructivo, y no un permanente campo de batalla
Por ello, la cortes¨ªa parlamentaria es un mecanismo que permite el debate ¨²til evitando abusos de los derechos del parlamentario. En nada favorece a los intereses de un pa¨ªs la cr¨ªtica vac¨ªa y agresiva; m¨¢s bien, perjudica seriamente a las instituciones y las descalifica, desligitimando ante la ciudadan¨ªa las decisiones que desde ella se toman.
La vida parlamentaria se rige por el decoro y la cortes¨ªa. Forma parte de este noble oficio el cuidado de las formas y el uso responsable del derecho fundamental a la participaci¨®n pol¨ªtica. Entrar en la descalificaci¨®n permanente y normalizar la crispaci¨®n es un comportamiento autodestructivo, que erosiona las instituciones desde dentro y mina los pilares del sistema. Se cierran de este modo los espacios de di¨¢logo y la escucha se torna imposible. Esta es la verdadera debilidad, la crispaci¨®n. Sin embargo, el pacto, el acuerdo, el espacio propicio para alcanzarlos, debe ser visto como una fortaleza, sobre todo en ¨¢mbitos pol¨ªticos fragmentados.
La cortes¨ªa parlamentaria hay que trabajarla d¨ªa a d¨ªa, como si fuera un m¨²sculo, porque mantiene vivas las instituciones que vertebran el Estado y representa el arte de la convivencia entre quienes piensan diferente. Considero imprescindible una reflexi¨®n sincera sobre el modelo de parlamentarismo que queremos y que depende de la actuaci¨®n de cada uno de nosotros de manera particular. Sin el escudo de las generalizaciones. Cada uno, cada una, a nivel individual, somos responsables de nuestras palabras, de nuestros gestos y est¨¢ en nuestras manos, en cada sesi¨®n, hacer de la sede de la sober¨ªa nacional un lugar de encuentro y de debate sereno y constructivo, y no un permanente campo de batalla en el que perdemos todos.
En estos nuevos tiempos, quienes formamos parte de las instituciones tenemos que recuperar la confianza de la ciudadan¨ªa y tener siempre presente el v¨ªnculo existente entre el pueblo y sus parlamentarios, que es nuestra raz¨®n de ser. Es nuestra obligaci¨®n fortalecer la democracia representativa, desempe?ando con ejemplaridad las obligaciones que hemos adquirido en nuestra condici¨®n de presentantes p¨²blicos.
* Pilar Llop Cuenca es presidenta del Senado y patrona de la Fundaci¨®n Alternativas
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