Hast¨ªo e incertidumbre en Palmas Altas
El anuncio de acreedores deja en el aire el futuro laboral de los empleados de Abengoa
Para los 1.200 empleados trabajan en el campus de Palmas Altas, en Sevilla, donde tienen su sede algunas de las filiales de Abengoa, esta no es una semana m¨¢s. La noticia de la solicitud de concurso de acreedores por parte del consejo del grupo deja en el aire su futuro laboral que llevaba cinco a?os pendiendo de un hilo con las noticias de planes de rescate encadenados. Con todo, pocos se atreven a verbalizar su angustia y quienes que se prestan a hablar, siempre con la condici¨®n de anonimato, comparten el hast¨ªo de cinco a?os de incertidumbre y el pesar por lo que consideran un desprecio del talento.
¡°Ahora mismo no s¨¦ qu¨¦ va a pasar, la sensaci¨®n es que lo que menos importamos somos nosotros, los trabajadores, el verdadero capital de Abengoa, y que todo es una guerra de accionistas. A ver qu¨¦ pasa la semana que viene¡±, explica una empleada. El 4 de marzo est¨¢ prevista una Junta de accionistas en la que deber¨ªa producirse un relevo en la presidencia del consejo. ¡°Este grupo tiene talento, un gran equipo humano, la crisis de la empresa nos ha perjudicado a la hora de optar a proyectos en un mercado cada vez m¨¢s competitivo, pero seguimos siendo punteros¡±, se lamenta.
Desde que se present¨® el primer gran plan de reestructuraci¨®n en 2015, la plantilla de Abengoa ha asistido a una sangr¨ªa en forma de varios ERTE (despidos temporales) y ERE (despidos colectivos) que se ha llevado por delante alrededor de 11.000 puestos de trabajo. De los 24.000 empleados de 2014, se ha pasado a 13.500, 2.550 en Espa?a, de los que el 80% trabajan en Andaluc¨ªa. ¡°En la ¨¦poca de bonanza apenas hab¨ªa supervisi¨®n de los grupos de trabajo, hab¨ªa muchos becarios, todos como muchas ganas y con buena formaci¨®n. Con la crisis lleg¨® la congelaci¨®n de salarios, la ausencia de promoci¨®n interna y se redujo mucho la formaci¨®n necesaria en nuestro sector¡±, explica otro trabajador. ¡°Personalmente estoy cansado, han sido muchos a?os ag¨®nicos y ahora las expectativas no son nada halag¨¹e?as¡±, dice sobre su futuro.
En estos cinco a?os, la buena formaci¨®n y el prestigio que supon¨ªa haber trabajado en Abengoa permiti¨® a muchos de los empleados que fueron despedidos o que abandonaron el barco del grupo antes del naufragio encontrar trabajo en compa?¨ªas del sector o formar sus propias empresas. Ahora el mercado ha cambiado y algunos no ven tan claras sus expectativas laborales y menos en plena pandemia. ¡°No veo tan claro que haya tantas ofertas y menos aqu¨ª en Sevilla o en Andaluc¨ªa¡±, explica.
Un trabajo so?ado
Abengoa fue una anomal¨ªa en el erial empresarial de Andaluc¨ªa. Para los j¨®venes ingenieros o economistas reci¨¦n graduados, entrar a trabajar a una de las empresas del grupo era un premio so?ado, sobre todo si se miraba al p¨¢ramo de oportunidades que le brindaba el mercado laboral andaluz. Eso explica buena parte del conformismo de unos trabajadores a los que trabajar en Abengoa les compensaba las jornadas maratonianas o las draconianas condiciones laborales impuestas por la direcci¨®n de la empresa, hasta el punto de que al complejo de Palmas Altas se le denominaba Palmatraz, haciendo un juego de palabras con la c¨¢rcel de Alcatraz.
¡°No pod¨ªamos salir del recinto a comer, para tener que consumir all¨ª, no se pod¨ªa fichar a la hora de salida, sino que era casi obligatorio hacer horas extra y las vacaciones y los puentes estaban bien tasados. Era un despotismo¡±, reconoce Carlos V¨¢zquez, quien fue presidente del comit¨¦ de empresa de Abeinsa BD, filial desaparecida de Abengoa. ¡°En los ¨²ltimos a?os conseguimos flexibilizar estas normas, pero nos cost¨® varias denuncias ante la autoridad laboral por incumplimiento del Estatuto de los Trabajadores¡±, recuerda.
V¨¢zquez explica que hasta que no se present¨® el primer preconcurso en 2016, en Abengoa no hab¨ªa presencia sindical. ¡°Empezamos a organizarnos clandestinamente para constituirnos en comit¨¦s de empresa utilizando nuestros correos personales¡±, recuerda. ¡°En Abengoa no hab¨ªa tradici¨®n sindical porque como la mayor¨ªa son licenciados superiores creen que est¨¢n en la ¨¦lite y que no tienen por qu¨¦ luchar por sus derechos¡±, razona. ?l estuvo presente en varias de las reuniones sobre los planes de rescate y tuvo encuentros con miembros del Gobierno central, regional y del Ayuntamiento de Sevilla para buscar soluciones justas para los trabajadores.
¡°En un primer momento a la direcci¨®n de Abengoa le molest¨® nuestra presencia e incluso despidi¨® a varios representantes sindicales; luego al ver que ten¨ªamos poca experiencia vieron que ¨¦ramos el tonto ¨²til. Negociamos ERTE de larga duraci¨®n que luego se convirtieron en ERE contra los que no pod¨ªamos demandar por haberlos firmado¡±, se lamenta. V¨¢zquez entr¨® a trabajar en Abengoa en 2000 y se march¨® en verano de 2019 ¡°por agotamiento personal y profesional¡±. Ahora dirige su propia empresa.
Para V¨¢zquez, en este ¡°proceso hacia la liquidaci¨®n¡± de Abengoa ha quedado claro que en el grupo lo que menos ha preocupado ha sido el trabajador. Quienes siguen si¨¦ndolo coinciden. ¡°Se ha invertido mucho en innovaci¨®n y desarrollo y tambi¨¦n se ha tenido que vender mucho; hay mucho talento, pero tambi¨¦n se ha fugado mucho y nadie ha hecho nada por retenerlo¡±, se lamenta el empleado.
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