Biden, Yellen y la guerra contra los duendes
La evasi¨®n de impuestos es un problema global: el FMI cree que el 40% de toda la inversi¨®n extranjera directa es ficticia
El verano de 2016, la Oficina Estad¨ªstica Central de Irlanda public¨® un informe asombroso: el PIB del peque?o pa¨ªs hab¨ªa aumentado un 26% en un a?o (una cifra que m¨¢s tarde se revisar¨ªa al alza). Habr¨ªa sido un logro impresionante si el crecimiento se hubiera producido realmente.
Pero no era as¨ª, como las autoridades gubernativas reconocieron desde el principio. Era, por el contrario, un espejismo creado por los juegos con el impuesto sobre sociedades. En aquel momento, yo lo denomin¨¦ ¡°econom¨ªa de duendes¡±; por suerte, los irlandeses se toman las cosas con sentido del humor.
?Qu¨¦ ocurri¨® realmente? Irlanda es un para¨ªso fiscal, con un impuesto sobre sociedades muy bajo. Esto da a las grandes multinacionales incentivos para crear filiales irlandesas, y despu¨¦s utilizar la contabilidad creativa para lograr que gran parte de los beneficios obtenidos en todo el mundo se acumule en esas filiales.
Al parecer, en 2015, varias empresas grandes se volvieron incluso m¨¢s audaces en su traslaci¨®n de beneficios, lo que produjo un aumento en el valor de producci¨®n que declararon haber obtenido en Irlanda, un aumento que no se correspond¨ªa con ninguna realidad.
Para entender la gran reforma del impuesto sobre sociedades propuesta por la Administraci¨®n de Biden, lo que necesitan saber es que gira en torno a los duendes.
Una forma de interpretar la enorme rebaja del impuesto sobre sociedades aprobada por los republicanos en 2017 es que se basaba en la premisa oculta de que los duendes eran reales. Es decir, que los arquitectos de la rebaja tributaria insistieron en que las grandes empresas hab¨ªan estado trasladando sus operaciones al extranjero para evitar los impuestos estadounidenses, y que la reducci¨®n de esos impuestos permitir¨ªa recuperar millones de puestos de trabajo.
No fue as¨ª. De hecho, la rebaja tributaria no tuvo ning¨²n efecto visible en la inversi¨®n empresarial, probablemente porque abordaba un problema falso. Las multinacionales estadounidenses no hab¨ªan trasladado puestos de trabajo al extranjero para evadir impuestos; hab¨ªan evadido impuestos sin m¨¢s.
El verdadero impacto ¡ªo de hecho la falta de impacto¡ª del impuesto sobre sociedades en las decisiones empresariales se vuelve evidente si nos fijamos en los pa¨ªses extranjeros en los que las multinacionales declaran grandes beneficios.
Si verdaderamente estuvieran respondiendo a los impuestos al efectuar grandes inversiones en el extranjero que eliminasen puestos de trabajo en Estados Unidos, ser¨ªa de esperar que buena parte de sus beneficios procedieran de grandes centros de producci¨®n como Alemania o China. Sin embargo, m¨¢s de la mitad de los beneficios que las grandes empresas estadounidenses declaran haber obtenido de inversiones en el extranjero proceden de para¨ªsos fiscales diminutos, como Bermudas o las islas Caim¨¢n, donde no tienen ninguna actividad real.
Este, por cierto, no es solo un problema estadounidense. El FMI calcula que aproximadamente el 40% de la inversi¨®n extranjera directa ¡ªb¨¢sicamente inversi¨®n empresarial transfronteriza¡ª es inversi¨®n ¡°fantasma¡±, o sea, ficciones contables creadas para evadir impuestos. Por eso sobre el papel Luxemburgo, con solo 600.000 habitantes, recibe m¨¢s inversi¨®n extranjera que Estados Unidos. Por consiguiente, el verdadero problema de la pol¨ªtica fiscal estadounidense en materia de impuesto sobre sociedades no es la p¨¦rdida de puestos de trabajo, sino la p¨¦rdida de ingresos. En su mayor parte, el ¡°Plan Fiscal Made in America¡± presentado por el gobierno de Biden es una iniciativa para recuperarlos.
Como el nombre del plan indica, los expertos de la Administraci¨®n s¨ª creen que hay aspectos del c¨®digo tributario estadounidense que han creado un incentivo para trasladar puestos de trabajo al extranjero. Pero consideran que el problema es consecuencia de los detalles del c¨®digo tributario, y no de la carga total de impuestos. Y si bien creen que la reforma tributaria puede mejorar los incentivos para invertir en Estados Unidos, el principal objetivo del plan ¡ªincluso cosas como la propuesta de establecer un tipo impositivo m¨ªnimo del 21% sobre los beneficios obtenidos en el extranjero, en la que ha hecho hincapi¨¦ Janet Yellen, la secretaria del Tesoro¡ª no est¨¢ tanto en estos incentivos como en aumentar los ingresos derivados del impuesto sobre sociedades, que recae principalmente sobre ricos y extranjeros, y que en la actualidad se sit¨²a en un m¨ªnimo hist¨®rico.
?Y qu¨¦ pasa con las advertencias lanzadas por los grupos empresariales de que aumentar los impuestos a las multinacionales tendr¨ªa consecuencias econ¨®micas terribles? Bueno, es normal que lo digan, ?no? Y si subir impuestos tendr¨ªa un efecto tan negativo, ?por qu¨¦ bajarlos no produce ning¨²n resultado positivo visible?
Por lo tanto, el plan para el impuesto sobre sociedades parece una idea realmente buena. En parte porque el presidente Biden, a diferencia de su predecesor, ha contratado a gente que sabe de lo que habla. Y tambi¨¦n supone una ruptura digna de agradecer con la ideolog¨ªa que afirma que la ¨²nica forma de ayudar a los trabajadores estadounidenses es la acci¨®n indirecta: reducir impuestos a las multinacionales y a los ricos con la esperanza de que, de alg¨²n modo, aparezca una olla llena de oro al otro extremo del arco¨ªris.
La conclusi¨®n a la que parece haber llegado el equipo de Biden es, en cambio, que la forma de crear puestos de trabajo es crear puestos de trabajo, principalmente mediante la inversi¨®n p¨²blica, y no persiguiendo unicornios y duendes. En la medida (parcial) en que la creaci¨®n directa de puestos de trabajo deba pagarse con nuevos tributos, estos deber¨ªan imponerse a quienes pueden permitirse pagarlos.
Alentador, ?no?
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times, 2021. Traducci¨®n de News Clips.
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