Cuatro reglas que deber¨ªan guiar la pol¨ªtica econ¨®mica de Biden
La experiencia demuestra que un gasto p¨²blico inteligente puede mejorar mucho la vida de los estadounidenses
Otra vez lo mismo. Por segunda vez en 12 a?os, un presidente dem¨®crata reci¨¦n elegido hereda una econom¨ªa en graves apuros. Y si bien es dif¨ªcil centrarse en cosas as¨ª despu¨¦s del intento de golpe de Estado trumpista de la semana pasada, mucho depende de que el plan de Joe Biden para afrontar nuestras calamidades econ¨®micas sea eficaz.
El estrecho margen dem¨®crata en el Congreso supone que los objetivos progresistas m¨¢s ambiciosos deber¨¢n quedar en suspenso. Pero el paquete de rescate que Biden hizo p¨²blico el jueves ya es una se?al de que el nuevo presidente no har¨¢ gala de la excesiva cautela que inhibi¨® la respuesta del presidente Barack Obama a la crisis econ¨®mica.
Aun as¨ª, por si algunos miembros del equipo de Biden se sienten precavidos, perm¨ªtanme ofrecer cuatro reglas, basadas en la dura experiencia, que deber¨ªan animarlos a atacar con valent¨ªa el caos en el que nos hallamos.
Regla n.? 1: No duden del poder del Gobierno para ayudar. La ¨²ltima vez que los dem¨®cratas llegaron a la Casa Blanca, se encontraban a¨²n en una especie de verg¨¹enza reflexiva, a medio camino de aceptar el dogma conservador de que el Estado siempre hace m¨¢s da?o que bien. Pero todo lo ocurrido desde 2009 nos dice que el gasto p¨²blico puede ser enormemente beneficioso.
?Se acuerdan de c¨®mo los republicanos denunciaban el plan sanitario de Obama, llegando algunos incluso a compararlo con la esclavitud? Pues resulta que, a pesar de sus defectos, la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible (ACA por sus siglas en ingl¨¦s) ha impulsado un descenso dr¨¢stico del n¨²mero de estadounidenses sin cobertura sanitaria, y ha dado a muchas personas una nueva sensaci¨®n de seguridad al saber que no podr¨¢n negarles el seguro por padecer afecciones m¨¦dicas preexistentes. Los intentos republicanos de revocar la ley han sido una de las razones principales por las que ahora los dem¨®cratas controlan el Congreso.
M¨¢s recientemente, la Ley CARES (ley de ayuda, alivio y seguridad econ¨®mica contra el coronavirus), que proporcion¨® ayuda a las empresas, ampli¨® las prestaciones por desempleo, envi¨® cheques a la poblaci¨®n, etc¨¦tera, alivi¨® enormemente los da?os causados por la pandemia; es posible incluso que mientras la ley estaba plenamente vigente la pobreza disminuyese.
Biden propone que se apruebe otro gran paquete de ayudas, que incluye una nueva iniciativa para reducir la pobreza infantil, y es posible que pronto tome medidas para que la ACA ampl¨ªe sus coberturas y atienda a un n¨²mero mayor de ciudadanos. Deber¨ªa presionar fuertemente en ambos frentes: la experiencia reciente demuestra que un gasto p¨²blico inteligente puede mejorar mucho la vida de los estadounidenses.
Regla n.? 2: No se obsesionen por la deuda. Las advertencias constantes acerca de los peligros del endeudamiento p¨²blico coartaron casi desde el principio el programa de Obama. Biden no deber¨ªa permitir que eso ocurra de nuevo.
El hecho es que las funestas predicciones de los cascarrabias del d¨¦ficit nunca se materializaron, y ahora el consenso extendido entre los economistas es que la deuda es un problema mucho menor de lo que la creencia general afirmaba. Entre otras cosas, aunque el nivel de endeudamiento federal pueda parecer elevado, los bajos tipos de inter¨¦s hacen que la carga que supone el pago de esa deuda sea de hecho muy baja seg¨²n baremos hist¨®ricos. Ah, y no deber¨ªa darse cr¨¦dito a lo que todos sabemos que va a llegar: una supuesta preocupaci¨®n por el d¨¦ficit por parte de los republicanos, que clamaban contra la deuda durante el mandato de Obama, y despu¨¦s, durante el de Donald Trump, impusieron una rebaja de impuestos enorme y sin respaldo econ¨®mico.
Regla n.? 3: No se preocupen por la inflaci¨®n. Las constantes advertencias sobre la subida disparada de precios, combinadas con las afirmaciones falsas de que el Gobierno est¨¢ ocultando la tasa de inflaci¨®n verdadera (no, este tipo de cosas no empez¨® con Trump) caracterizaron tambi¨¦n los a?os de Obama; pero la inflaci¨®n nunca despeg¨®. No obstante, los sospechosos de rigor est¨¢n redoblando esfuerzos para volver a intentarlo.
De modo que este es un buen momento para hacer hincapi¨¦ en una lecci¨®n clave aprendida durante los a?os de Trump: podemos soportar una econom¨ªa ¡°caliente¡±, con desempleo bajo y grandes d¨¦ficits presupuestarios, sin que la inflaci¨®n se desate. Y Biden deber¨ªa hacer todo lo posible para que la econom¨ªa estadounidense vuelva a calentarse. Pero sin esperar ayuda alguna del partido de la oposici¨®n.
Regla n.? 4: No cuenten con la ayuda de los republicanos para gobernar. El pecado original de la pol¨ªtica econ¨®mica de Obama fue el flojo est¨ªmulo de 2009. La Ley de Recuperaci¨®n y Reinversi¨®n Estadounidense ayud¨® a estabilizar la econom¨ªa, pero se qued¨® muy corta, teniendo en cuenta la profundidad de la crisis. Y esto no lo digo a toro pasado: algunos ya nos tir¨¢bamos de los pelos p¨²blicamente en aquel momento.
Una de las razones por las que el plan se qued¨® tan corto fue que Obama intent¨® obtener el apoyo de ambos partidos, en lugar de usar la reconciliaci¨®n para sacarlo adelante con los votos dem¨®cratas (que es como los republicanos aprobaron la rebaja de impuestos de 2017). Pero ese apoyo no lleg¨® nunca; por el contrario, una recuperaci¨®n lenta ayud¨® al Partido Republicano a hacerse con la C¨¢mara en 2010, abonando el terreno para a?os de sabotaje pol¨ªtico.
Biden no debe cometer el mismo error. Est¨¢ bien que espere unos d¨ªas para dar a algunos republicanos la oportunidad de subirse al carro, pero no puede dejar que el intento de alcanzar un apoyo bipartidista lleve a pol¨ªticas descafeinadas.
Lo triste es que Biden no puede esperar ninguna ayuda significativa para gobernar por parte del Partido Republicano actual, un partido que en su mayor parte se ha pasado dos meses rechazando unos resultados electorales bien claros, y con muchos congresistas que todav¨ªa votan para que se rechacen los votos electorales incluso despu¨¦s de que una turba saquease el Capitolio. Y no deber¨ªa dejar que la falta de apoyo bipartidista arruine su programa pol¨ªtico. A los votantes no les importa el proceso; les importan los resultados.
Resumiendo todo esto, el mensaje es ¡°al cuerno con los torpedos, adelante a toda m¨¢quina¡±. No se deber¨ªa permitir que una ideolog¨ªa caduca, las falsas preocupaciones econ¨®micas, o la vana esperanza de cortes¨ªa se interpongan en la aplicaci¨®n de las pol¨ªticas que Estados Unidos necesita.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times, 2021. Traducci¨®n de News Clips
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