Elizabeth Holmes, la empresaria que enga?¨® a Silicon Valley pero no a sus empleados
El expresidente de EE UU Bill Clinton, varios secretarios de Estado y grandes empresarios invirtieron en Theranos, una compa?¨ªa emergente que alcanz¨® 9.000 millones d¨®lares de valoraci¨®n prometiendo an¨¢lisis de sangre revolucionarios: el juicio a su fundadora desnuda las mentiras con las que levant¨® un castillo de naipes
El juicio a Elizabeth Holmes, que un d¨ªa fue la gran promesa de Silicon Valley, ha cumplido tres semanas en los tribunales de California. La empresaria de 37 a?os afronta una pena de hasta 20 a?os de c¨¢rcel por defraudar a pacientes e inversores de su empresa, Theranos, que promet¨ªa diagnosticar en pocos minutos decenas de enfermedades procesando solo unas gotas de sangre en m¨¢quinas de ¨²ltima tecnolog¨ªa. Nunca lo logr¨®. Hoy ca¨ªda en desgracia, la empresaria se ha declarado no culpable. El juicio es ya uno de los m¨¢s seguidos en Estados Unidos y promete convertirse hasta mediados de diciembre, cuando est¨¢ previsto que concluya, en una f¨¢bula moral de una ambiciosa ejecutiva dispuesta a todo para triunfar. En el lado de la defensa, la visi¨®n es opuesta: ¡°El fracaso no es un crimen¡±, dijo al jurado su abogado en los argumentos iniciales.
Tras varios aplazamientos por la pandemia, primero, y, despu¨¦s, por el embarazo de la acusada, que fue madre en julio, el juicio pudo comenzar a finales de este verano. En una muestra de la estrategia de la acusaci¨®n, el fiscal el caso, Robert Leach, mostr¨® en una de las primeras sesiones documentos con el sello de Pfizer. Para captar inversiones, Theranos aseguraba con informes de este tipo que su tecnolog¨ªa contaba con el aval de 10 de las 15 grandes farmac¨¦uticas. Pero el papel era falso. ¡°Pfizer no escribi¨® esto. No le puso el logo ni escribi¨® este reporte¡±, asegur¨® el encargado de la acusaci¨®n, que tambi¨¦n present¨® cargos contra Ramesh Balwani, socio comercial y exnovio de Holmes.
En sus tres semanas de sesiones, el juicio ha sacado a la superficie detalles desconocidos. Por ejemplo, que Pfizer ¡ªsi bien no avalaba los avances de la empresa¡ª no fue el ¨²nico interesado en los primeros a?os de Theranos. El general Jim Mattis, que fue secretario de Defensa con Donald Trump, testific¨® este mi¨¦rcoles en contra de Holmes. Asegur¨® haber invertido 85.000 d¨®lares en la compa?¨ªa, que lleg¨® a estar valorada en 9.000 millones de d¨®lares.
Eso fue antes de que todo se viniese abajo. En sus inicios, la de Theranos parec¨ªa una historia de ¨¦xito, uno de esos raros casos que alimentan la leyenda de Silicon Valley. Holmes era su rostro. En 2003, a los 19 a?os, la empresaria abandon¨® sus estudios de ingenier¨ªa qu¨ªmica en la universidad de Stanford, donde estaba becada con 3.000 d¨®lares mensuales (2.600 euros), para apostarlo todo por una empresa emergente que nombr¨® combinando las palabras ¡°terapia¡± (therapy) y ¡°diagn¨®stico¡± (diagnosis). Poco despu¨¦s, la prensa local le hab¨ªa dedicado decenas de perfiles a su mete¨®rica carrera y a su austera forma de vida en un sencillo apartamento de Palo Alto sin televisi¨®n, sin amigos y un refrigerador vac¨ªo.
La ciencia y el emprendimiento estaban en la sangre de Holmes, que desciende de migrantes h¨²ngaros que fundaron una empresa de levaduras que se convirti¨® en un imperio en los primeros a?os del siglo XX en Estados Unidos. Su tatarabuelo paterno, m¨¦dico, fund¨® el hospital general de Cincinnati (Ohio) y la facultad de Medicina en la universidad de la ciudad. Su padre, Chris, trabaj¨® en el Departamento de Estado y en agencias gubernamentales de desarrollo. Su madre, hija de un militar graduado en West Point, fue auxiliar legislativa en el Capitolio hasta que la maternidad descarril¨® su carrera.
La historia familiar hizo que fuera m¨¢s sencillo conseguir los d¨®lares que dieron forma a Theranos. El primer mill¨®n lleg¨® gracias al padre de una amiga de la infancia, vecino en California. El hombre era Tim Draper, cuyo abuelo fue uno de los primeros inversores de riesgo en Silicon Valley. El aval de los Draper fue suficiente para atraer otras grandes inversiones. Con el tiempo, personajes como Bill Clinton, Carlos Slim y Rupert Murdoch comprar¨ªan acciones. El consejo de la empresa estaba formado por senadores, empresarios de alto perfil e incluso Henry A. Kissinger, el secretario de Estado de los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford.
La compa?¨ªa comenz¨® a publicitar sus supuestos avances cient¨ªficos y tecnol¨®gicos en 2013, desatando el furor de los inversores ante lo que parec¨ªa una revoluci¨®n en los estudios cl¨ªnicos. Un informe de 2015 aseguraba que Theranos hab¨ªa reunido 944 millones de d¨®lares en seis rondas de inversi¨®n.
John Carreyrou, periodista de investigaci¨®n de The Wall Street Journal (WSJ), describi¨® en su libro Bad Blood (Mala Sangre en la edici¨®n espa?ola) una escena de una reuni¨®n familiar de cuando Elizabeth ten¨ªa 9 o 10 a?os.
¡ª?Qu¨¦ quieres ser cuando seas grande?, le pregunt¨® alguien.
¡ªQuiero ser billonaria, respondi¨® sin dudar la ni?a.
¡ª?No preferir¨ªas ser presidenta?, quiso saber el familiar.
¡ªNo, el presidente se casar¨¢ conmigo porque tendr¨¦ mil millones de d¨®lares, dijo la menor.
Dos d¨¦cadas despu¨¦s, el sue?o de infancia estaba cumplido. A mediados de la d¨¦cada pasada, Holmes entr¨® en la lista de millonarios de Forbes con 4.500 millones de d¨®lares. Con 32 a?os, fue la primera tan joven en ingresar en ese selecto grupo sin que su fortuna proviniese de herencias o divorcios. No durar¨ªa mucho en ese Olimpo. En junio de 2016, la revista elimin¨® a Holmes de la lista y varias publicaciones period¨ªsticas se vieron obligadas a retractarse y a disculparse por no haber investigado lo que estaba sucediendo dentro de Theranos.
Seg¨²n ha podido escucharse en el juicio, fueron voces del interior de la compa?¨ªa las primeras en alertar de que lo que se contaba a los inversores no era real. La qu¨ªmica Surekha Gangakhedkar relat¨® en una de las sesiones c¨®mo los cient¨ªficos eran presionados para validar pruebas que no hab¨ªan pasado los estudios necesarios para ser probadas en personas. Gangakhedkar trabaj¨® en la compa?¨ªa ocho a?os, hasta 2013, cuando se firm¨® un acuerdo con la cadena de farmacias Walgreens para ofrecer pruebas de sangre en 41 locales de Arizona y California por 2,99 d¨®lares. ¡°Tem¨ªa que las cosas salieran mal y que me culparan por ello¡±, dijo en el tribunal. Walgreens rompi¨® el acuerdo en 2016, cuando recibi¨® cientos de quejas de pacientes molestos porque no hab¨ªan obtenido lo que se promet¨ªa.
Parte del dinero que la empresa recaudaba se iba en vigilar y mantener callados a los empleados que abandonaban el barco. Una firma de detectives privados recibi¨® 150.000 d¨®lares para seguir los pasos de dos j¨®venes que renunciaron desencantados con lo que vieron, Erika Cheung y Tyler Schultz. Cheung, que trabaj¨® seis meses en Theranos, declar¨® la semana pasada que las famosas m¨¢quinas de an¨¢lisis que promet¨ªan an¨¢lisis en minutos tardaban hasta 14 horas en calibrar y otras 12 para programarlas con los est¨¢ndares necesarios de control de calidad. ¡°Hab¨ªa empleados que dorm¨ªan en sus coches por lo larga que era la espera¡±, declar¨®. Tambi¨¦n dijo haber temido por su seguridad despu¨¦s de haber sido seguida por dos hombres. Cheung y Schultz sirvieron de fuente para los reportajes del WSJ hechos por Carreyrou. Sus testimonios fueron fundamentales para derrumbar el castillo de naipes creado por Elizabeth Holmes, quien ha visto su leyenda evaporarse.
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