Las grandes potencias redoblan la batalla de los microchips
El desabastecimiento de un componente esencial para el siglo XXI empuja a las principales econom¨ªas a buscar reducir su dependencia del exterior
Una lucha de titanes se libra de forma cada vez m¨¢s descarnada dentro de microsc¨®picos espacios que se miden en nan¨®metros ¡ªla millon¨¦sima parte de un mil¨ªmetro¡ª, la unidad de medida de referencia en los microchips. El desabastecimiento de estos componentes, esenciales en un abanico cada vez m¨¢s amplio de productos, es uno de los elementos centrales en las recientes convulsiones de la cadena de suministro global, y ha fortalecido la voluntad pol¨ªtica de las grandes potencias para reducir su dependencia del exterior en un producto clave de la vida del siglo XXI.
El desabastecimiento es el resultado de m¨²ltiples factores. La oferta se ha visto alterada por el impacto de la pandemia y una serie de cat¨¢strofes que han afectado al trabajo de importantes f¨¢bricas; la demanda se ha visto disparada, primero por el incremento en los pedidos de ciertos productos especialmente ¨²tiles durante los confinamientos, y luego por el gran rebote de la econom¨ªa. Problemas en las cadenas de transporte han agudizado la crisis.
La cuesti¨®n tiene un calado enorme. El mercado es en s¨ª mismo relevante ¡ªtan solo China en 2020 import¨® microchips por un valor de m¨¢s de 300.000 millones de d¨®lares (unos 257.600 millones de euros), similar al PIB de un pa¨ªs como Colombia¡ª, pero lo importante es su repercusi¨®n. Los chips son necesarios en un abanico cada vez m¨¢s amplio de productos, no solo los tradicionales ¡ªordenadores, m¨®viles o tecnolog¨ªa del ¨¢mbito de la defensa y del espacio¡ª, sino tambi¨¦n en industrias como la automovil¨ªstica o los electrodom¨¦sticos. La importancia estrat¨¦gica es casi inconmensurable.
Estados Unidos, China y la Uni¨®n Europea pisan el acelerador para lograr mayor autonom¨ªa en una industria compleja, con muy altos costes de entrada, y una cadena con distintos nudos que pueden convertirse en elementos de presi¨®n, desde el dise?o (donde destaca Estados Unidos) a la maquinaria necesaria (donde la UE tiene buenas cartas) hasta la fabricaci¨®n, donde los protagonistas son pa¨ªses del este asi¨¢tico, especialmente Taiw¨¢n y Corea del Sur. La importancia de Taiw¨¢n en este mercado es precisamente uno de los factores desestabilizadores. La actitud cada vez m¨¢s asertiva de China plantea dudas a medio plazo sobre el papel de la isla como gran suministrador global.
La carrera avanza a base de grandes inversiones, de estrechamiento de alianzas, pero tambi¨¦n a base de golpes frontales, como la iniciativa de Washington para cortar el acceso de la empresa china Huawei a microchips con dise?o estadounidense. M¨¢s de un centenar de empresas chinas han sido colocadas en la lista negra comercial de Washington, que impide la venta de alta tecnolog¨ªa sin una autorizaci¨®n espec¨ªfica.
De los tres titanes, la UE es la que se halla m¨¢s rezagada en sus planes de est¨ªmulo. China lleva a?os concentrada en un fuerte apoyo al desarrollo del sector. El Senado de Estados Unidos aprob¨® en junio un paquete de financiaci¨®n que prev¨¦, entre otras cosas, unos 50.000 millones de respaldo al sector de los microchips. La medida obtuvo el apoyo de un consistente n¨²mero de senadores republicanos. Frente a estas iniciativas ya en marcha o perfiladas, la UE busca su camino. ¡°La cuesti¨®n es que todos coinciden en la importancia estrat¨¦gica, pero todav¨ªa no hay un consenso sobre c¨®mo proceder¡±, observa en conversaci¨®n telef¨®nica Mathieu Duch?tel, experto del Instituto Montaigne que ha publicado un estudio en la materia. ¡°En Estados Unidos llevan a?os con este debate, en Europa solo dos. Todav¨ªa estamos en una fase de conflicto de visiones¡±.
La presidenta de la Comisi¨®n Europea, Ursula von der Leyen, anunci¨® en su discurso del estado de la Uni¨®n a mediados de septiembre la intenci¨®n de lanzar una ley europea de chips. En julio, la UE lanz¨® la Alianza para los semiconductores ¡ªun foro que busca reunir representantes de las industrias implicadas, Estados miembros, academia, usuarios y otros actores relevantes¡ª. El comisario del Mercado Interior, Thierry Breton, acaba de visitar algunos pa¨ªses del Este asi¨¢tico precisamente con el objetivo de consolidar la acci¨®n europea. Pero todav¨ªa no hay un consenso sobre la hoja de ruta, hasta qu¨¦ punto apostar por la manufactura o reforzar ¨¢reas de dise?o y maquinaria.
Angela Garcia Calvo, docente en la Henley Business School de la Universidad de Reading, y especializada en la materia, comenta: ¡°El problema es que la l¨®gica pol¨ªtica va por un lado, pero la econ¨®mica va por otro¡±. Explica que ¡°la fabricaci¨®n implica costes de entrada muy altos, tiempos largos. Adem¨¢s, los nuevos proyectos europeos deber¨ªan enfrentarse a la dur¨ªsima competencia de productores asi¨¢ticos con mucha m¨¢s experiencia y mano de obra m¨¢s barata. En t¨¦rminos econ¨®micos, probablemente lo que m¨¢s sentido tendr¨ªa es apoyar segmentos de maquinaria o dise?o¡±.
Pero el comisario Breton claramente apuesta por reforzar la capacidad manufacturera. Algo se mueve. La estadounidense Intel se plantea invertir en Europa. La agencia Reuters informaba el viernes de que Italia est¨¢ en conversaciones para asegurarse una planta que representar¨ªa una inversi¨®n superior a los 4.000 millones de euros. Alemania, seg¨²n la informaci¨®n, resulta la favorita para otra planta con una inversi¨®n a¨²n mayor.
Pero estos movimientos no ocultan las dificultades de fondo para conseguir un paso adelante significativo en la cuota de mercado global. Bob Hanck¨¦, profesor de la London School of Economics, se declara ¡°bastante esc¨¦ptico ante el repentino entusiasmo¡± de iniciativas en este sector en Europa. ¡°El desequilibrio entre costes de entrada extremadamente altos y retornos financieros relativamente modestos es el coraz¨®n del problema¡±, se?ala.
China, por su parte, desarrolla al menos desde 2014 una estrategia muy intensa. Medios locales se?alan que desde entonces el sector ha recibido un impulso p¨²blico de al menos 170.000 millones de d¨®lares, a los que hay que a?adir las ventajas de un mercado peculiar, con pedidos garantizados y otras medidas de apoyo. Garcia Calvo observa que sin duda el gigante asi¨¢tico ha logrado progresos. Se est¨¢ especializando en chips sencillos y ha atra¨ªdo talento de Taiw¨¢n. Pero no ha alcanzado sus objetivos y est¨¢ a?os detr¨¢s de Estados Unidos en cuanto a los aspectos de mayor calidad de la industria. En este segmento, el m¨¢s estrat¨¦gico, dirigido a productos de alta calidad y valor, sigue dependiendo mucho del exterior ¡ªsobre todo Estados Unidos y Europa¡ª en cuanto a dise?o y maquinaria.
EE UU, adem¨¢s del paquete de ayuda p¨²blica al sector, sigue afinando su acci¨®n para proteger su ventaja tecnol¨®gica, en una serie de maniobras que Washington define como salvaguarda de la propiedad intelectual de sus empresas, y Pek¨ªn interpreta como una ofensiva para asfixiar a las suyas. El viernes, el Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad lanz¨® una campa?a para alertar a empresas tecnol¨®gicas clave de los riesgos de interactuar con China. Entre los sectores en cuesti¨®n figura tambi¨¦n el de los microchips.
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