Acordes y desacuerdos
Hay preocupaci¨®n por las implicaciones que pueda tener que la Reserva Federal y el BCE puedan estar siguiendo sendas distintas
Los mercados, aun tan sorprendentes como parecen moverse en la ¨²ltima d¨¦cada ¡ªcon rachas prolongadas, abruptas interrupciones y serias discrepancias sobre la existencia de sobrevaloraciones¡ª conservan ciertos equilibrios. Sucede cuando algunos factores econ¨®micos y financieros especialmente sensibles no oscilan de forma significativa a pesar de eventos como una pandemia o una guerra comercial. Como no podr¨ªa ser de otra manera desde hace ya mucho tiempo, estas variaciones tienen mucho que ver con la sincron¨ªa de las pol¨ªticas monetarias de los bancos centrales de referencia, fundamentalmente la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, con la armon¨ªa de los ¡°acordes¡± que tocan y con los desacuerdos o desacoples que pueden generarse. Tal y como titulaba en 1999 Woody Allen su pel¨ªcula Sweet and Lowdown (Acordes y desacuerdos).
En estos d¨ªas, en los que Jay Powell ha sido nominado para su continuidad al frente de la Fed, se aprecia preocupaci¨®n o, al menos, curiosidad por las implicaciones que pueda tener que el banco central estadounidense y el BCE puedan estar siguiendo sendas distintas. Los mercados ya han anticipado algunos de estos movimientos discordantes. Se observa, por ejemplo, desde hace un mes, una apreciaci¨®n significativa del d¨®lar frente al euro. En Estados Unidos ya hay tipos de inter¨¦s oficiales superiores a los de la eurozona y la expectativa es que all¨ª haya subidas en 2022 que generen un mayor diferencial entre el caso estadounidense y el europeo. Adem¨¢s de la apreciaci¨®n del d¨®lar, estos movimientos revelan que la trampa monetaria puede ser m¨¢s dif¨ªcil de desactivar en la eurozona que en EE UU. Por un lado, porque parece que desde Washington existe m¨¢s flexibilidad para las idas y venidas en la expansi¨®n cuantitativa. En Fr¨¢ncfort, en cambio, tienen que actuar con un mandato m¨¢s restringido y con un ¨¢rea que presenta discrepancias en la presi¨®n inflacionista, en competitividad, en deuda p¨²blica y privada, y en ahorro.
Otra relaci¨®n que no hay que perder de vista es la del d¨®lar con el yuan. De momento, no est¨¢ sometida a grandes oscilaciones. Esto se debe a que las exportaciones chinas mantienen su vigor, lo que aumenta la demanda de su divisa e incide en su fortaleza relativa. Si, a pesar de ello, hubiera alguna presi¨®n a la baja en su divisa, el banco central asi¨¢tico actuar¨ªa seguramente como hizo en otros momentos de tensi¨®n comercial vendiendo parte de sus ingentes reservas de bonos del Tesoro estadounidenses para reequilibrar el tipo de cambio. Las delicadas relaciones entre los dos grandes l¨ªderes de la econom¨ªa mundial ¡ªen suma, de sus pa¨ªses¡ª penden de hilos tecnol¨®gicos, comerciales y, m¨¢s recientemente, militares. Afortunadamente, ambas partes parecen reconocer que un recrudecimiento de alguna de estas contiendas ser¨ªa m¨¢s que inoportuno, pero su lucha por la primac¨ªa podr¨ªa traer alg¨²n restreg¨®n m¨¢s pronto que tarde, con todas las consecuencias cambiarias y financieras que se producir¨ªan.
En todo caso, en los pr¨®ximos meses seguiremos teniendo pol¨ªticas monetarias expansivas a ambos lados del Atl¨¢ntico, ya que la pandemia no ha terminado. Pero cada vez se pueden notar m¨¢s los desacoples monetarios a ambos lados del Atl¨¢ntico.
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