Se acaba lo bueno
Muchos analistas creen que los principales bancos centrales, incluida la Fed, van a¨²n por detr¨¢s de las verdaderas presiones que ejerce la inflaci¨®n
Los bancos centrales funcionan con mandatos, m¨¢s o menos amplios. El m¨¢s restringido es el control de la inflaci¨®n, como el que tiene el Banco Central Europeo. El mandato es aparentemente puro pero recubierto de matices en su aplicaci¨®n. As¨ª, por ejemplo, Draghi no hablaba de inflaci¨®n cuando dijo aquello de ¡°har¨¦ todo lo que sea posible para salvar el euro¡±. En 2012 lo que estaba en peligro eran los propios cimientos de la estabilidad monetaria europea. Aquella excepcionalidad salv¨® la moneda ¨²nica y evit¨® otros problemas. Desde entonces, las primas de riesgo han estado anestesiadas. El anuncio de los ¨²ltimos meses de los bancos centrales del fin de la excepcionalidad se deja ya sentir en los mercados que siempre van por delante. En estos d¨ªas, la rentabilidad de la deuda soberana europea sube. Por ejemplo, la griega por encima de 2,35% y la italiana cerca de 1,80%. La espa?ola en torno a 1,10%, que supone una prima de riesgo de 85 puntos b¨¢sicos respecto al bono alem¨¢n, nivel tolerable a¨²n, pero de creciente preocupaci¨®n.
En Estados Unidos, aunque el mandato de la Reserva Federal es m¨¢s amplio, el fin de la expansi¨®n cuantitativa y las subidas de tipos de inter¨¦s no son un rumor o sospecha, ya han sido anunciados. La Fed sabe que retomar las lecciones de la normalidad monetaria es dif¨ªcil. Tras un enero complicad¨ªsimo para los traders americanos, febrero est¨¢ siendo un mes de aceptaci¨®n. Ya han asumido c¨®mo va a actuar la Fed y, poco a poco, recuperan el tono. La incertidumbre se traslada, paulatinamente, a la Eurozona, donde su banco central solamente ¡ªcon posible impacto negativo en su credibilidad¡ª ha dado un vuelco a su tono y discurso hace unos d¨ªas. La inflaci¨®n ha demostrado ser persistente. No se debe solo a problemas de cuellos de botella de oferta, como inicialmente se pens¨®. Tambi¨¦n a una demanda fuerte ¡ªempujada por la recuperaci¨®n y el fuerte gasto p¨²blico¡ª, lo que obliga al banco central a actuar.
No parece un mero ajuste t¨¦cnico. Muchos creen que los principales bancos centrales ¡ªincluida la Fed¡ª van a¨²n por detr¨¢s de las verdaderas presiones que ejerce la inflaci¨®n. No se esperan sorpresas s¨²bitas, pero s¨ª mensajes m¨¢s restrictivos pronto. En la Eurozona, dejar de comprar deuda soberana tiene efectos asim¨¦tricos. Perjudica a los estados m¨¢s endeudados tras beneficiarlos durante a?os. Es la cruda realidad. La gran pregunta es c¨®mo se administrar¨¢ la nueva estrategia de compras a las deudas soberanas. Por otro lado, est¨¢n los gobiernos europeos, a¨²n embriagados por la relajaci¨®n de medidas de impulso del gasto p¨²blico para combatir la pandemia. M¨¢s pronto que tarde, tocar¨¢ explicar, una vez m¨¢s, las sendas de ajuste fiscal.
Una ¨²ltima desventaja del BCE respecto a otros bancos centrales es que est¨¢ anclado en tipos cero y en compras amplias desde hace mucho tiempo. Todos conf¨ªan en la recuperaci¨®n econ¨®mica como contrapeso del cambio de estrategia. Algo que, sin embargo, no va a frenar demasiado (o necesariamente) la inflaci¨®n. Parece que se acaba lo bueno en la Eurozona.
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