Nadie debe escabullirse
Una referencia para actualizar precios y rentas deber¨ªa ser la menos vol¨¢til inflaci¨®n subyacente
La lucha contra la inflaci¨®n desmesurada se ha convertido ya en una de las principales prioridades de la pol¨ªtica econ¨®mica. Y de la sociedad espa?ola.
Porque erosiona el poder adquisitivo de salarios, ahorros, activos. Y porque el alza de precios de la energ¨ªa, que fue su origen, empieza a trasladarse a los precios de otros productos y servicios: hasta febrero incluido, la espiral se contuvo. En marzo, menos.
As¨ª que la inflaci¨®n asedia el consumo. Amenaza el ¡ªhasta ahora¡ª primer objetivo indiscutido de la pol¨ªtica econ¨®mica, el crecimiento y el empleo. M¨¢s a¨²n: cierne la sombra de la que alert¨® Luis ?ngel Rojo tras la primera crisis del petr¨®leo de 1973: ¡°toda inflaci¨®n intensa acaba desembocando en una recesi¨®n dolorosa¡± (Inflaci¨®n y crisis en la econom¨ªa mundial, Alianza, 1976).
Nuestros gobiernos han reaccionado con distintos (y similares) planes de respuesta: paquetes de carburantes, electricidad, paliativos sociales, vivienda... En el caso espa?ol se han planteado dos cuestiones de calendario.
Una, el per¨ªodo que ir¨¢ desde el reciente acuerdo hispanoportugu¨¦s de un tope de 30 euros el megavatio hora al gas utilizado en generar electricidad, a fin de bajar a la mitad el precio de la luz (a unos 120 euros) a familias y empresas, hasta que la Comisi¨®n lo valide hacia final de mes.
Lisboa y Madrid estiran el precio para abajo. A Bruselas la presionar¨¢n otros para que lo rebobine hacia arriba. No por temor al contagio directo de unos precios bajos en el vecindario. Ese tema lo resolvi¨® el Consejo Europeo con un doble baremo ib¨¦rico: para exportar, y para la Pen¨ªnsula.
Sino por aprensi¨®n a que una sustantiva rebaja ib¨¦rica de la luz incentive a otras poblaciones a exigirla. Lo que voltear¨ªa el mecanismo de fijaci¨®n de precios que no se quiso reformar, por inercia, inter¨¦s u obcecaci¨®n. Convendr¨ªa actuar por todas las v¨ªas para disipar esas aprensiones y blindar lo conseguido en la cumbre.
La otra cuesti¨®n de calendario es una lecci¨®n a¨²n caliente. La cr¨ªtica de que Espa?a ha llegado tarde solo es acertada respecto al anuncio, tard¨ªo y con f¨®rceps, de la rebaja a los carburantes. Pero esta opera desde el mismo 1 de abril que en nuestra vecindad. Adem¨¢s, el Gobierno solo pod¨ªa lanzar todo el paquete tras conocer el resultado de la cumbre europea del d¨ªa 29 de marzo.
Pues si los dem¨¢s no hubiesen asumido la excepci¨®n ib¨¦rica, habr¨ªa tenido que engordar m¨¢s las ayudas p¨²blicas. En suma: rapidez ante chalecos amarillos; contenci¨®n y tiempo para dise?ar medidas lo m¨¢s adecuadas posible.
Combinar determinaci¨®n y contenci¨®n es tambi¨¦n buena receta para agentes sociales, econ¨®micos, consumidores. No conviene que la referencia para actualizar precios y rentas ¡ªpor ahora, hasta que se aclare algo el panorama¡ª, sea el 9,8% de la inflaci¨®n de marzo (7,5% en la eurozona). Mejor ser¨¢ usar, de forma flexible, la inflaci¨®n subyacente, que es menos vol¨¢til (no cuenta gasolina ni alimentos): del 3,4% en Espa?a, pocas d¨¦cimas m¨¢s que en la eurozona.
Por fortuna, una buena pauta para el pacto de rentas ¡ªsalarios y beneficios repartibles¡ª est¨¢ disponible en el discurso del gobernador del Banco de Espa?a del 15 de marzo: flexibilidad; evitar f¨®rmulas de indiciaci¨®n autom¨¢tica; compromisos plurianuales de salarios y empleo; moderar los m¨¢rgenes empresariales (y, a?adamos, los obscenos sueldos de algunos altos ejecutivos).
O sea. Repartir las cargas: si todo recae en los trabajadores, a la larga tambi¨¦n caer¨ªa la demanda y ¡°sufrir¨ªan las empresas¡±; si solo en las empresas, ¡°muchas se ver¨ªan abocadas al cierre¡±, argumenta Pablo Hern¨¢ndez de Cos.
Y los consumidores. Es hora de una movilizaci¨®n individual, asociativa y p¨²blica (municipios, defensores del pueblo...) que incentive el ahorro energ¨¦tico, desentra?e y controle facturas abusivas o abstrusas, acelere el autoconsumo... En tiempos abruptos, nadie debe escabullirse.
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