Carolina Alguacil, la primera mileurista, ahora es una madre de 44 a?os con trabajo fijo
La inventora del concepto, que naci¨® en una carta a EL PA?S en 2005, tras dos crisis y una guerra en Europa, desconf¨ªa a¨²n del futuro aunque reconoce que los j¨®venes que llegaron detr¨¢s lo pasaron peor
En 2005, Carolina Alguacil, por entonces una publicista de 27 a?os, escribi¨® una carta a este peri¨®dico para desahogarse porque estaba harta de compartir piso, de ganar 1.000 euros y de una vida postuniversitaria que no era exactamente la que le hab¨ªan prometido. La carta se titulaba ¡°Soy mileurista¡±, y en ella explicaba que tanto ella como sus amigos se sent¨ªan atrapados en un cepo vital debido a la precariedad, al creciente precio de la vivienda, y al sueldo que ganaban, siempre en torno a esos 1.000 euros. Carolina se quejaba, en resumen, de seguir viviendo como una especie de ¡°eterna estudiante¡± sin serlo y sin querer serlo. El texto dio origen a un reportaje de este peri¨®dico. A ese reportaje le siguieron otros, en muchos medios distintos, incluso extranjeros, adem¨¢s de estudios y de libros. La palabra y el concepto hicieron fortuna y llegaron a ingresar en la RAE. Y Carolina, bastante a su pesar, se convirti¨® en la portavoz de una generaci¨®n que, por primera vez, pensaba que podr¨ªa no vivir mejor que la anterior. Algo empezaba a torcerse para los j¨®venes en esa Espa?a que acababa de estrenar milenio y la joven publicista supo olfatearlo.
Si embargo, Espa?a crec¨ªa por entonces al 3,5%. Ese a?o el paro baj¨® al 8,9%, el mejor registro desde 1978, la burbuja inmobiliaria se hinchaba alegremente metiendo revoluciones a la econom¨ªa y disparaba los niveles de empleo y beneficio en el sector de la construcci¨®n. S¨®lo algunos especialistas tildados de cenizos y aguafiestas se?alaban ciertos nubarrones feos en el horizonte. Lo dem¨¢s ya se conoce: a la Gran Recesi¨®n de 2008 le sucedi¨® la Gran Reclusi¨®n de la pandemia. Y a esta, una guerra en Europa que ha vuelto a poner patas arriba las previsiones econ¨®micas.
?Qu¨¦ fue de Carolina, mientras tanto?
17 a?os despu¨¦s de la primera cita, la protagonista del reportaje y el reportero de entonces se vuelven a cruzar en un restaurante de Madrid. En 2005 ella pidi¨® una ensalada de garbanzos en una tasca de treinta?eros de Barcelona. Ahora, ambos se deciden por el men¨² del d¨ªa (ensalada y un estofado) en un local especializado en gentes que se citan por motivos de trabajo. La inventora de la palabra ¡°mileurista¡± ya es una mujer de 44 a?os, casada, con una hija y un trabajo fijo en una agencia de publicidad en Madrid. A los dos a?os de enviar la carta dej¨® el piso en el que viv¨ªa con unas amigas y se mud¨® con su novio ¡ªahora su marido¡ª a otro de Barcelona. Despu¨¦s se trasladaron a C¨®rdoba. El vendaval de la crisis de 2008 hizo que en 2013 ambos perdieran su empleo casi simult¨¢neamente. Carolina lo recuper¨® r¨¢pido, pero ya en Madrid. Su marido, ingeniero, la sigui¨®. Tard¨® algunos meses m¨¢s en encontrar trabajo. En 2015, diez a?os despu¨¦s de salir en el primer reportaje, naci¨® su hija. Se hipotecaron con una casa cerca de Madrid-R¨ªo, un barrio moderno, agradable y revalorizado de la capital. Ella gana 1.900 euros. ?l tambi¨¦n No ahorran, pero no se quejan. ¡°Nos va bien¡±, resume.
La generaci¨®n de Carolina, los nacidos a mediados de los a?os setenta, los ¨²ltimos del denominado baby boom, escaparon, aunque con magulladuras, a las sucesivas mareas de las crisis econ¨®micas. Cuando golpearon, ellos ya hab¨ªan tenido tiempo de insertarse en el mundo laboral. En 2005, la tasa de paro para los menores de 25 a?os rondaba el 20%. Ahora escala a m¨¢s del 45%. Cuando Carolina envi¨® su carta quej¨¢ndose de vivir en un piso compartido, la tasa de j¨®venes entre 20 y 29 a?os que viv¨ªa con sus padres se situaba en el 70%. Ahora supera ya el 77% y sigue creciendo.
¡°Lo que veo ahora, con la perspectiva de los a?os¡±, cuenta Carolina, ¡°es que nosotros, ya entonces, nos dimos cuenta los primeros de que aquello de que si estudias te va a ir bien, de que vas a progresar en orden ascendente, pues no era verdad. Para nada. La diferencia es que la gente de ahora, los m¨¢s j¨®venes, ha nacido con ello, se ha desarrollado siempre en crisis. Tanto a la hora de estudiar como en el mundo laboral. Son nativos de la crisis¡±. Ella misma se pregunta si eso es mejor o peor. Y no tiene una respuesta clara: ¡°Por un lado, es peor, claro. Vivir siempre as¨ª¡ Buff. Pero por otra, son m¨¢s resilientes, m¨¢s hechos a esto¡±. Con todo, piensa en ella misma y en sus compa?eros de trabajo y a?ade: ¡°Yo ya soy la veterana en mi agencia, la viejuna (lo que son las cosas). Y mis colegas m¨¢s j¨®venes est¨¢n de becarios, con contratos que se van renovando, ganan poco y viven en Madrid, que es una ciudad cara¡±. Y agrega: ¡°Los veo m¨¢s resignados. Lo que para nosotros constituy¨® un shock, una sorpresa, para ellos es algo asumido, y ah¨ª est¨¢n, dando el callo¡±.
Tras los reportajes de mileuristas, de hecho, se hicieron reportajes de nimileuristas, esto es, de j¨®venes que aspiraban a ganar esos 1.000 euros de los que Carolina abjuraba. La cantidad, realmente emblem¨¢tica, se convirti¨®, el pasado febrero, en el nuevo tope del Salario M¨ªnimo Interprofesional (SMI). En 2005 no llegaba a 600 euros. A Carolina no le convence que los nuevos mileuristas sean los que ingresan el SMI porque sigue sin creer que 1.000 euros sea un sueldo digno para nadie. Ni entonces ni ahora. ¡°Dice mucho de c¨®mo va el pa¨ªs en comparaci¨®n con otros en Europa¡±. Cuando compara la pensi¨®n que cobra su padre, de m¨¢s de 2.000 euros, con su propio sueldo, en lo que se supone que es la etapa m¨¢s productiva de su vida laboral, se enciende de rabia, como cuando ten¨ªa 27 a?os. ¡°Y considero que mi padre merece su pensi¨®n completa, ojo. Lo que pasa es que nosotros¡¡±.
Hay una cosa que, a su juicio, une a su generaci¨®n con las nuevas ¡ªsepar¨¢ndolos de la de sus padres¡ª, y es la manera oscura de mirar el futuro: ¡°Mis padres, por as¨ª decir, estrenaban zapatos, hab¨ªa muchas cosas por construir y por hacer, levantaron la casa que quisieron. Nada pod¨ªa ir mal. Y ahora nosotros, por mucho que pensemos en positivo y aunque nada est¨¦ escrito, sabemos que las cosas no van a ir a mejor. Est¨¢ el medioambiente, el calentamiento global, la econom¨ªa que forzosamente menguar¨¢, y el s¨¢lvese quien pueda. La incertidumbre que ten¨ªa cuando envi¨¦ la carta al peri¨®dico la tengo para las generaciones que vienen. Para la de mi hija, por ejemplo. As¨ª que hoy volver¨ªa a enviar la misma carta¡±.
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