Sobre los agoreros
El mecanismo antifragmentaci¨®n ¡ªel TPI¡ª funcionar¨¢ mejor si es capaz de conjurar las dudas sobre la sostenibilidad de las finanzas p¨²blicas en los pa¨ªses m¨¢s endeudados
Agorero es el que predice males o desdichas. El t¨¦rmino se suele usar para descalificar a aquellos que ofrecen una visi¨®n relativamente pesimista del futuro. Se tild¨® de agoreros a aquellos que al principio de la crisis financiera anticiparon el colapso del sector inmobiliario espa?ol, el aumento del desempleo hasta los cinco millones de personas o los riesgos asociados al sector financiero. Los agoreros acertaron, en parte, gracias a la lectura err¨®nea de la crisis llevada a cabo tanto por las autoridades espa?olas como por las comunitarias.
Parece ser que los agoreros han vuelto. Diversos analistas, p¨²blicos y privados, nacionales e internacionales, est¨¢n poniendo en duda las perspectivas econ¨®micas del Gobierno para el a?o que viene. ?Acertar¨¢n? Puede ser que esta vez las autoridades comunitarias no se equivoquen tanto y tan groseramente. El BCE se toma en serio el control de la inflaci¨®n, a la vez que trata de evitar la fragmentaci¨®n financiera de la eurozona. Est¨¢ por ver si el instrumento dise?ado para mantener la transmisi¨®n de la pol¨ªtica monetaria ¡ªel TPI¡ª es capaz de conjurar los riesgos de fragmentaci¨®n. Es ¨¦sta una cuesti¨®n especialmente relevante para Espa?a, dado su elevado endeudamiento y el aumento de los costes de financiaci¨®n en el ¨²ltimo a?o.
El contexto internacional es muy complejo. Nos enfrentamos a una crisis m¨²ltiple, combinando inflaci¨®n y endurecimiento de las condiciones monetarias, un shock energ¨¦tico, que es estructural, as¨ª como tensiones geopol¨ªticas mundiales con el tel¨®n de fondo de la guerra en Ucrania. Aunque estos factores son globales, la mayor¨ªa de ellos afectan especialmente a la eurozona y por tanto a Espa?a, deteriorando la confianza de consumidores e inversores, lo que lastra el crecimiento cuando todav¨ªa no ha recuperado los niveles de actividad prepandemia. Los analistas difieren de forma significativa en la cuantificaci¨®n de estos impactos. La horquilla que se obtiene comparando las previsiones para el PIB del a?o que viene es anormalmente amplia, con el Gobierno en la parte alta de la misma. La raz¨®n es que, si bien los factores que determinan la narrativa de las previsiones parecen identificados, su evoluci¨®n se produce en un contexto de incertidumbre radical. Un dedo puede apretar un bot¨®n fatal, o puede que el ej¨¦rcito ruso se retire detr¨¢s de sus fronteras.
En este contexto de incertidumbre, lo mejor es suscribir un seguro. El BCE puede tener ¨¦xito o no en evitar la fragmentaci¨®n financiera en la eurozona, pero el TPI funcionar¨¢ mejor si se conjuran posibles dudas sobre la sostenibilidad de las finanzas p¨²blicas en los pa¨ªses m¨¢s endeudados. A corto plazo, los ingresos fiscales extraordinarios deber¨ªan destinarse a la reducci¨®n de la deuda y, a medio plazo, habr¨ªa que adoptar una reforma profunda del sistema impositivo que acabase con el ya casi secular d¨¦ficit estructural. Dej¨¦monos de peque?as reformas parciales y temporales, que no aseguran suficientes ingresos futuros como para abordar las necesidades sociales del pa¨ªs. En paralelo, el control del gasto permanente parece prioritario, especialmente el corriente, mientras que una mayor absorci¨®n de los fondos europeos potenciar¨¢ la inversi¨®n y la transformaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola sin aumentar la deuda. Ello debe ser compatible con medidas selectivas y temporales que protejan a los m¨¢s vulnerables de la inflaci¨®n y la crisis energ¨¦tica, y siempre coordinadas a nivel comunitario. Hay que evitar el ¡°s¨¢lvese quien pueda¡±.
En el ¨²ltimo medio siglo, varias crisis de naturaleza global y ex¨®genas han impactado en la vulnerable econom¨ªa espa?ola de forma especialmente significativa. Mientras hay viento de cola el planeador espa?ol responde de forma eficiente, pero gestiona mal el viento de cara. Hay que prepararse para el aterrizaje, y que esta vez sea suave. Los agoreros est¨¢n de vuelta y los vientos de cara tambi¨¦n.
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