P¨¢nicos bancarios a toda mecha: el dinero vuela en la era de las aplicaciones y las redes sociales
Casos como el del Silicon Valley Bank y Credit Suisse muestran c¨®mo el sector se enfrenta a nuevos riesgos, como la velocidad de las salidas de fondos, la viralizaci¨®n de las malas noticias o los rumores
El suceso pas¨® m¨¢s bien desapercibido. Varias sucursales del Metro Bank al oeste de Londres se vieron asediadas de repente por hordas de clientes que reclamaban que les devolviesen su dinero y les entregasen sus joyas guardadas en cajas de seguridad. Era mayo de 2019, y se hab¨ªa corrido la voz a trav¨¦s de WhatsApp de que su bancarrota estaba pr¨®xima. La entidad respondi¨® que se trataba de rumores sin fundamento. Cay¨® en Bolsa, pero termin¨® calmando los ¨¢nimos y sobrevivi¨®. Cuatro a?os despu¨¦s, una nueva hornada de p¨¢nicos bancarios asola Estados Unidos y Europa. Y en todos ellos llama la atenci¨®n una cosa: no se han producido colas o estas han sido irrelevantes para la suerte final del perjudicado.
— househusband (@househu55852411) May 13, 2019
Las palabras Silicon Valley eran hasta hace poco equivalentes a ¨¦xito. Cuando un pa¨ªs constru¨ªa un ecosistema tecnol¨®gico potente, inmediatamente se le a?ad¨ªa el calificativo. As¨ª ocurre con Bangalore, el Silicon Valley indio. O con Shenzhen, el Silicon Valley chino. Este mes hemos aprendido que tambi¨¦n exist¨ªa una entidad financiera llamada Silicon Valley Bank (SVB), y cuando resuenan esos dos t¨¦rminos, la mitolog¨ªa de start-ups nacidas en garajes rivaliza ahora con una m¨ªstica menos deslumbrante: la de los bancos que acabaron en el cementerio. Su derrumbe abri¨® la veda de la actual crisis bancaria. No es la primera ni ser¨¢ la ¨²ltima entidad que acaba quebrando, pero su colapso tiene un punto que lo hace ¨²nico: los 42.000 millones de d¨®lares retirados en solo 10 horas, un ritmo de m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares por segundo, es la salida de dep¨®sitos m¨¢s veloz de la historia.
Tras esos n¨²meros hay un modelo de negocio diferente. Como sus clientes eran mayoritariamente empresas, y estas guardan en sus cuentas cantidades m¨¢s elevadas, la huida de fondos es m¨¢s sencilla. Pero el Silicon Valley Bank es tambi¨¦n un s¨ªmbolo de los nuevos riesgos que afrontan los bancos: las aplicaciones digitales permiten mover dinero de manera instant¨¢nea, sin dar tiempo a las autoridades a intervenir con un rescate urgente. Anta?o, con el gota a gota de los clientes pasando por ventanilla, el margen de tiempo era mucho mayor antes de que todo fuera irreversible.
El banco es tambi¨¦n ejemplo de otro fen¨®meno reciente, el de las estampidas promovidas por una alerta que gana dimensi¨®n en redes sociales, WhatsApp, Slack y otras plataformas de comunicaci¨®n digitales. ¡°Todo se precipit¨® cuando se conocieron las p¨¦rdidas en su cartera de bonos. El mercado desconfi¨® y comenzaron los mensajes de WhatsApp y las retiradas por internet¡±, se?ala Germ¨¢n L¨®pez Espinosa, catedr¨¢tico de Contabilidad de la Universidad de Navarra y de IESE Business School. ¡°En el caso del Banco Popular, por ejemplo, no hubo esa sangr¨ªa de un d¨ªa, aunque s¨ª declaraciones que generaron miedo¡±, compara.
Mensajes como el del influencer Kim Dotcom llamando a sacar el dinero de los bancos en plena tormenta financiera tuvieron 2,4 millones de reproducciones en Twitter. Su perfil cuenta con 1,3 millones de seguidores, y no es el ¨²nico que estos d¨ªas ha estado emitiendo recomendaciones con potencial para amplificar la ansiedad de los clientes, incapaces de saber por s¨ª mismos si su banco es solvente. ¡°Los rumores se extienden m¨¢s r¨¢pidos en redes sociales, y para los bancos es dif¨ªcil frenarlos. Es un tema sobre el que reflexionar¡±, apunta Antonio Carrascosa, ex director general del FROB (Fondo de Reestructuraci¨®n Ordenada Bancaria).
Otros mensajes, como el del emprendedor Jason Calacanis (700.000 seguidores en Twitter) diciendo: ¡°Deber¨ªas estar absolutamente aterrorizado justo ahora¡±; o el de Bill Ackman, multimillonario y consejero delegado de un fondo, con 685.000 seguidores, anticipando nuevas salidas de dep¨®sitos en el sector, ayudaron a extender un clima de incertidumbre. Esto hizo preguntarse al diario The Wall Street Journal si el del Silicon Valley Bank no ser¨ªa el primer colapso nacido del p¨¢nico tuitero.
Run on the bank! ???¡â?
— Kim Dotcom (@KimDotcom) March 12, 2023
Get your money out.
First thing on Monday.
US banks are in trouble.
FED emergency meeting.
Deposits may get locked.
Possible withdrawal limits.
When markets collapse your bank deposits that US banks use to invest may be in danger. Cash is king. Get out now!
No solo ha ocurrido en el SVB y las ruidosas redes sociales estadounidenses. En la presuntamente pac¨ªfica Suiza, cuando al presidente de Credit Suisse, Axel Lehmann, le preguntaron el domingo, en plena rueda de prensa sobre su absorci¨®n por UBS, acerca de los culpables del desastre, el alto ejecutivo aludi¨® a la ¡°tormenta en redes sociales¡± desatada en oto?o. Muchos lo han criticado por ello, al ver en el mensaje un intento por no asumir su propia responsabilidad. Se refer¨ªa Lehmann a un tuit publicado, y luego borrado, por el periodista econ¨®mico australiano David Taylor, de la cadena ABC, en el que insinuaba que un importante banco internacional estaba al borde del precipicio. No hizo falta pensar demasiado. Todos dieron por hecho que se trataba de Credit Suisse. Otro frente de batalla fue la denuncia del banco contra la web Inside Paradeplatz, en la que se vierte informaci¨®n confidencial sobre los asuntos internos de las entidades suizas, y que toma su nombre de la plaza de Z¨²rich donde tienen su sede UBS y Credit Suisse.
Los clientes de este ¨²ltimo sacaron de sus cuentas en 2022 unos 123.000 millones de francos suizos ¡ªuna cantidad similar en euros¡ª, la mayor¨ªa en el ¨²ltimo trimestre. Es imposible saber c¨®mo influy¨® esa mala publicidad en redes sociales y otras plataformas, pero en la c¨²pula de la entidad est¨¢n convencidos de que como m¨ªnimo contribuy¨® a engordar la bola de nieve que lo arrastr¨® al abismo.
?C¨®mo puede un banco protegerse ante estas nuevas amenazas? Para Antonio Moreno, catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Navarra, hay formas de crear cortafuegos. ¡°Lo que ayuda a evitar p¨¢nicos es diversificar dep¨®sitos y activos. Cuando te llegan dep¨®sitos de gente muy distinta es m¨¢s dif¨ªcil que se coordinen para retirar dinero a la vez. Eso fue lo que sucedi¨® en el Silicon Valley Bank, donde un determinado sector, el de las tecnol¨®gicas, efectu¨® retiradas y la fuga fue muy r¨¢pida. Lo mismo sucede con los activos: hay que diversificar el riesgo, y el SVB fue un ejemplo de lo que no hay que hacer porque compr¨® demasiados bonos¡±.
Los grandes, ?m¨¢s protegidos?
Ni siquiera eso supone una protecci¨®n absoluta frente a noticias falsas o viralizaciones de problemas reales que extiendan una percepci¨®n de riesgo y amplifiquen los problemas. Vista esta situaci¨®n, el consultor de Scope Group Sam Theodore cree que los test de estr¨¦s de la banca, donde las autoridades miden su fortaleza para resistir eventos adversos, deber¨ªan incorporar como factor estos riesgos digitales.
En su opini¨®n, pueden animar un trasvase de dinero de bancos peque?os y medianos hacia los grandes. ¡°Una retirada masiva de dep¨®sitos digitales puede tener consecuencias fat¨ªdicas para cualquier banco, pero es muy improbable que esto le ocurra a grandes grupos con franquicias diversificadas ¡ªaunque sean mayoritariamente nacionales¡ª como los bancos l¨ªderes a nivel nacional de toda Europa. La situaci¨®n es diferente para los bancos de segundo y tercer nivel, m¨¢s peque?os e insuficientemente diversificados, que siguen siendo intr¨ªnsecamente m¨¢s vulnerables¡±, afirma.
Ese diagn¨®stico dar¨ªa esperanzas a Deutsche Bank, el banco m¨¢s grande de Alemania, en la mirilla del mercado. Y explica las fugas de bancos regionales estadounidenses hacia gigantes como JPMorgan y Citigroup, percibidos por el gran p¨²blico como too big to fail ¡ªdemasiado grandes para caer¡ª, y por tanto m¨¢s seguros.
El Banco Nacional de Suiza insisti¨® pocos d¨ªas antes de la ca¨ªda de Credit Suisse en que la entidad contaba con liquidez y capital suficiente. Y sus cifras oficiales as¨ª lo avalaban. Solo se dio por imposible su continuidad en solitario cuando las retiradas de dinero llegaron a rondar los 10.000 millones algunos d¨ªas. La crisis de confianza se extend¨ªa sin que hubiera un solo grito a las puertas de sus sucursales. Los clientes, invisibles como fantasmas, hac¨ªa tiempo que le¨ªan las noticias sobre los esc¨¢ndalos y malos resultados del banco, observaban los debates que se abr¨ªan al respecto en redes sociales, y segu¨ªan la ¨²ltima hora de la crisis bancaria en Estados Unidos. Los m¨¢s cautelosos movieron su dinero de una forma tan implacable como limpia, aprovechando esas aplicaciones c¨®modas, baratas y r¨¢pidas concebidas precisamente para facilitar su operativa y retenerlos.
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