Un capitalismo incorregible
Una forma de reducir la inercia hacia la desigualdad es asegurar que la producci¨®n de ciertos bienes esenciales, como la vivienda, est¨¦n fuertemente intervenidos por las administraciones p¨²blicas
Esta vez no ha sido una organizaci¨®n no gubernamental como C¨¢ritas, Oxfam Interm¨®n, Cruz Roja o Save the Children, ni un estudio de expertos el que ha disparado la alarma por el empobrecimiento de los m¨¢s vulnerables. Ha sido el Banco de Espa?a el que ha se?alado el deterioro de las condiciones de vida de los segmentos m¨¢s pobres de la sociedad.
Los datos son contundentes. En 2022, un 9 % de hogares, (1,6 millones de familias) no pudieron cubrir los gastos esenciales con su renta total debido al ¡°crecimiento observado de la inflaci¨®n y de los tipos de de inter¨¦s¡±. La situaci¨®n se ha agravado con respecto a 2020, en que los hogares con dificultades representaban el 7%. Las penalidades son m¨¢s severas para el 20% de la poblaci¨®n con menos ingresos, en el que los hogares que no pudieron cubrir sus gastos esenciales representaban 17% del total en 2022, frente al 14,6% de dos a?os antes.
Lo m¨¢s inquietante de esta radiograf¨ªa social es que el deterioro se ha producido a pesar de las extraordinarias medidas adoptadas por el Gobierno de coalici¨®n como la creaci¨®n del Ingreso M¨ªnimo Vital, el fuerte aumento de las pensiones y del salario m¨ªnimo. El estudio de Banco de Espa?a reconoce que no ha tenido en cuenta estas u otras medidas como el C¨®digo de Buenas pr¨¢cticas, aplicadas en los ¨²ltimos trimestres, que en su opini¨®n habr¨ªa contribuido a amortiguar algunos de los efectos se?alados. Es significativo que no se haya cuantificado el impacto que han tenido las ayudas a los m¨¢s necesitados. No hay que especular mucho para imaginar lo que puede ocurrir con un futuro Gobierno que elimine o reduzca estos apoyos.
Los estragos de la alta inflaci¨®n han sido mayores de lo previsto en todas partes. El informe econ¨®mico anual del Banco Internacional de Pagos, reconoce que ¡°el sorprendente aumento de la inflaci¨®n ha erosionado sustancialmente la capacidad del poder de compra de los salarios¡±.
A pesar de las acertadas medidas de apoyo a los m¨¢s vulnerables, han resultado insuficientes para neutralizar la imparable inercia de un modelo de capitalismo que se ha convertido en un sistema generador de desigualdades. Un sistema que ha normalizado la existencia de trabajadores en riesgo de pobreza, que en la UE alcanza el 12%; en Espa?a, el 13 %, pero que hab¨ªan superado el 20% en 2019. Una realidad que explica como las remuneraciones de los asalariados redujeron su peso en la producci¨®n total de la econom¨ªa hasta el 46,9% en 2022, frente al 49,7% en 2020.
Es necesario replantear una distribuci¨®n m¨¢s equitativa de la renta generada entre salarios y beneficios corporativos. El aumento de los m¨¢rgenes empresariales, de un 25% en el sector energ¨¦tico, es un claro indicador de las dificultades de corregir este modelo de capitalismo tan voraz.
Una forma de reducir la inercia hacia la desigualdad es asegurar que la producci¨®n de ciertos bienes esenciales, como la vivienda, est¨¦n fuertemente intervenidos por las administraciones p¨²blicas. No es una utop¨ªa. Austria y Holanda han logrado excelentes resultados.
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