Nadia o nadie

Para el Banco Europeo de Inversiones (BEI), ¡°Nadia o nadie¡±. Tomemos prestado el juego de palabras que us¨® el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, para argumentar la ausencia de pol¨ªtica econ¨®mica de sus rivales. Sirva ahora para un objetivo transversal: o consigue la presidencia del BEI la actual vice Nadia Calvi?o, o no lo lograr¨¢ ning¨²n otro espa?ol. Pero antes de radiografiar si encaja, veamos si interesa.

Importa mucho. Primero, porque el BEI es la ¨²nica instituci¨®n financiera p¨²blica comunitaria contemplada desde el Tratado de Roma (1957): para impulsar el ¡°desarrollo econ¨®mico¡± (no solo ¡°crecimiento¡±) y como palanca redistribuidora Norte-Sur. Ha sido contrapunto solitario al economicismo. Y palanca de la cohesi¨®n econ¨®mica y social. El BEI ha financiado inversiones en infraestructuras, desarrollo urbano, econom¨ªa verde. En cuant¨ªa creciente: hasta 72.500 millones en cr¨¦ditos en 2022 (de los que 9.961 millones en Espa?a, gran cliente y beneficiaria) para inversiones superiores al cuarto de bill¨®n de euros, sostenedoras de un mill¨®n de empleos.

Adem¨¢s del momento del nacimiento (1958, albores del Mercado Com¨²n), ese detalle siempre clave, destacan otros. Primero: su empuje bajo el mandato de Jacques Delors de la Comisi¨®n (1985-1995), que duplic¨® los fondos estructurales y promovi¨® un endeudamiento digerible para financiar las grandes redes transeuropeas.

Segundo: la labor sustitutiva que desempe?¨® tras la Gran Recesi¨®n al desplome de la inversi¨®n privada (por anemia) y p¨²blica (por f¨¢cil de recortar o por fanatismo): el Plan Juncker de inversiones, incorporado al grupo, las multiplic¨®. En todos esos casos, gracias a una gesti¨®n rigurosa, dada su solidez financiera (el capital suscrito del banco alcanza 248.000 millones; goza de rating triple A, el de la inversi¨®n m¨¢s segura) y su arraigo sociopol¨ªtico, pues sus cr¨¦ditos suelen cubrir solo un tercio de lo concedido por los gobiernos. El principio de cofinanciaci¨®n se revela pilar en la construcci¨®n federal de Europa.

Tercero y principal, lo que vendr¨¢. Como la reconstrucci¨®n de Ucrania ser¨¢ pronto la gran tarea exterior de la UE, aunque ahora apenas se le echen cuentas (disuasorias, pues superar¨¢ el bill¨®n de euros), su instrumento principal ser¨¢ el BEI, sobre todo si prosiguen los recelos a nuevas mutualizaciones de deuda (eurobonos). Nadie discute la capacidad de endeudamiento del BEI: si acaso, deb¨¢tase si le conviene un nuevo impulso, ambici¨®n y cilindrada. Que exigen un empe?o pol¨ªtico de largo alcance.

Y es ah¨ª donde la experiencia de Calvi?o puede resultar ben¨¦fica, no solo para Espa?a ¡ªbien posicionada en la cartera crediticia de la entidad¡ª sino para el conjunto de los Veintisiete. Recuerden los enseguida nost¨¢lgicos y los pescadores en r¨ªo revuelto que toda candidatura a un puesto relevante en el organigrama europeo e internacional se ve favorecida si se fragua con el aspirante en posici¨®n de mando (y no de has been): fueron los casos paradigm¨¢ticos de Javier Solana y de Josep Borrell, y el de Rodrigo Rato (aunque este acabara tristemente).

M¨¢s a¨²n si su balance se revela fruct¨ªfero, como el de su ¨²ltimo quinquenio al frente de la econom¨ªa espa?ola, exitosa en casa y en la UE, donde apadrin¨® el Plan de Recuperaci¨®n Next Generation y el pactismo con los halcones flexibles (la reciente Holanda) sobre reglas fiscales. Se lo reconocen Alemania, Francia, la Comisi¨®n, tutti quanti.

Tambi¨¦n la favorece la constataci¨®n de una f¨¦rrea vocaci¨®n por cursar una carrera p¨²blica internacional: la acredit¨® Calvi?o optando a directora gerente del FMI en 2019; ganando en primera vuelta la presidencia del Eurogrupo en 2020 (la perdi¨® en segunda) y logrando la cabecera del Comit¨¦ Monetario y Financiero del FMI en 2021.

Paviment¨® esas apuestas rutilantes sobre una trayectoria profesional impoluta. Directora general de Presupuestos en la Comisi¨®n, fue antes directora general adjunta de Competencia, y de Servicios Financieros, ventajas t¨¦cnicas sobre su cualificada rival, la danesa Margrethe Vestager.

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