El BCE receta dolor
Van 10 subidas ininterrumpidas desde mediados de 2022; la ¨²ltima, innecesaria y m¨¢s que discutible
El ¡°sentimiento del mercado¡± es uno de los grandes sintagmas de la modernidad. Los mercados sienten que la recesi¨®n europea se avecina: el tipo de cambio del euro cae un 5% desde julio, los tipos de inter¨¦s de la deuda p¨²blica van hacia abajo; el dinero siempre es miedoso. Las empresas tambi¨¦n empiezan a percibir que vienen curvas: el incremento de los sueldos se desacelera en la zona euro, a pesar de que hay varios pa¨ªses con el paro en m¨ªnimos hist¨®ricos. Esas curvas en forma de recesi¨®n tienen m¨²ltiples causas; en econom¨ªa eso es una perogrullada, todo es multicausal. Entre las principales podr¨ªamos citar las geopol¨ªticas, con una guerra en el vecindario que tira hacia arriba los precios de las materias primas, y con una potencia emergente, China, gesticulando para quitarle protagonismo a la potencia declinante, Estados Unidos. O las cicatrices de la pandemia en el espacio fiscal de medio mundo, o las dificultades de la cadena de suministro, o el shock combinado de la revoluci¨®n tecnol¨®gica y la medioambiental; la lista es casi infinita.
En Europa hay una raz¨®n adicional, las maniobras de un Banco Central Europeo (BCE) desnortado desde la marcha de Mario Draghi. Su sustituta, Christine Lagarde, acumula una larga lista de patinazos, incluso de comunicaci¨®n, que seg¨²n sus defensores era su principal activo cuando lleg¨® a ese cargo sin ninguna experiencia en las procelosas aguas de la pol¨ªtica monetaria. No es la ¨²nica. Su n¨²mero dos, Luis de Guindos, pas¨® directamente del Ministerio de Econom¨ªa del Gobierno de Rajoy a ese cruce entre el Hogwarts de Harry Potter, la Estrella de la muerte y el despacho de Scrooge del Cuento de Navidad de Dickens que es la sede del BCE en Fr¨¢ncfort. Lagarde ha vuelto a subir los tipos de inter¨¦s cuando no era necesario: sus propias previsiones anticipan una ca¨ªda de la inflaci¨®n en el tramo final de 2023 y el pr¨®ximo a?o. Su mandato, ese c¨¦lebre objetivo de inflaci¨®n ¡°por debajo, pero cerca del 2%¡± solo puede alcanzarse con rigor, nos dicen los halcones que ahora mismo dominan el BCE.
El riesgo es que tanto rigor acabe convertido en rigor mortis. No hay muchas formas de atajar la inflaci¨®n por parte de un banco central m¨¢s all¨¢ de subir los tipos y sentarse a ver c¨®mo los agentes econ¨®micos se ven obligados a bajar los sueldos y moderar los precios porque la econom¨ªa se enfr¨ªa hasta la tiritona. Eso puede provocar una desaceleraci¨®n. Y en el peor de los casos una recesi¨®n. Vamos en esa direcci¨®n, generar un poco de dolor econ¨®mico para embridar las fuerzas del mercado en forma de precios y salarios.
El BCE olvida algunas cosas con esa querencia por el dolor: que la eurozona acumula dos crisis mayores en los ¨²ltimos 15 a?os, y que la p¨¦rdida de poder adquisitivo de las clases medias est¨¢ sacando del armario algunos demonios del pasado; el malestar est¨¢ ah¨ª, y va dando sustos a cada tanto. Olvida tambi¨¦n que adem¨¢s de la pol¨ªtica monetaria hay otro tipo de pol¨ªticas para luchar contra la inflaci¨®n, como demuestra, por cierto, el caso espa?ol. Y que la diferencia entre una buena pol¨ªtica y una pol¨ªtica mediocre depende de la credibilidad de las instituciones, no de seguir al pie de la letra un pu?ado de reglas escritas en bronce hace unas cuantas d¨¦cadas para un mundo que ya no existe. La sacrosanta regla de mantener el objetivo de precios en el 2% es m¨¢s que discutible, las mejores cabezas de la econom¨ªa hace a?os que apuntan hacia el 3%, incluso hacia el 4% para ensanchar el margen de actuaci¨®n de los propios bancos centrales. Y aplicar a rajatabla el librillo antiinflacionista es igualmente absurdo: tanto que en el propio mandato del BCE queda claro que el Eurobanco tiene que lidiar tambi¨¦n con la estabilidad financiera, y de forma m¨¢s difusa con el paro y la situaci¨®n econ¨®mica.
El BCE se dise?¨® a imagen y semejanza del Bundesbank, y en la mentalidad econ¨®mica alemana la inflaci¨®n es el peor de los diablos, de la misma manera que la peor pesadilla de EE UU es la depresi¨®n. Lagarde ha sacado el martillo y ve clavos por todos lados, pero lo que tiene delante de sus narices es una estanflaci¨®n ¡ªestancamiento con inflaci¨®n¡ª y eso no se arregla subiendo tipos como si no hubiera un ma?ana. La econom¨ªa es una caja de herramientas con diversas opciones. Esta vez bastaba con mantener los tipos en una meseta durante un tiempo, pero el BCE ha optado por subir list¨®n del dolor en aras de la supuesta ortodoxia. Manca finezza; en los puestos de mando del banco central hay m¨¢s expol¨ªticos preocupados por su reputaci¨®n que banqueros centrales con el visor en la estabilidad de la eurozona. Van 10 subidas desde mediados de 2022; la ¨²ltima, innecesaria y m¨¢s que discutible. No hemos visto a¨²n todos los efectos de esa escalada. Esas cosas llevan su tiempo. Pero el dolor est¨¢ asegurado, vamos de cabeza hacia las rocas de la recesi¨®n. Felicidades a los premiados.
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