Abusos en el campo: fraude al contratar, convenios incumplidos y alojamientos infrahumanos
Las condiciones de los temporeros de la fruta, la mayor¨ªa inmigrantes, han mejorado sobre el papel, pero contin¨²an sufriendo infracciones graves por parte de algunos agricultores
Este verano, en un pueblo de la provincia de Lleida llamado Massalcoreig, cuentan que un agricultor pag¨® como tocaba a sus temporeros el primer mes: seg¨²n convenio y tambi¨¦n las horas extra. Pero el segundo mes dej¨® de pagar. Los trabajadores se concentraron frente a su casa para protestar y reclamarle las deudas, y hasta vinieron los Mossos d¡¯Esquadra ante tal revuelo. Pero al agricultor, conocido en la comarca como un mal pagador, le bast¨® solo con encerrarse unas horas. Tener tiempo tambi¨¦n es un indicador de riqueza, y los temporeros, la mayor¨ªa inmigrantes y con gran necesidad de trabajar para sobrevivir y seguir mandando dinero a sus pa¨ªses de origen, no lo ten¨ªan para continuar con las protestas. Resignados, optaron por olvidarlo e ir a buscar otro trabajo.
Las condiciones de las personas que trabajan en la temporada de fruta en Espa?a, ya sea en las diferentes cosechas o en los almacenes, en general han mejorado en los ¨²ltimos a?os, al menos sobre el papel: en la mayor¨ªa de los convenios el sueldo lo marca el salario m¨ªnimo interprofesional, pero hay una mayor protecci¨®n en las condiciones laborales, en ¨¢mbitos como el alojamiento o los desplazamientos. Y aunque los sindicatos explican que la mayor¨ªa de los agricultores cumplen con sus deberes, tambi¨¦n advierten que hay algunos que no lo hacen. Y en este mundo, no cumplir con unas exigencias tan b¨¢sicas implica dejar a los trabajadores en situaciones muy precarias, de miseria.
En una antigua pocilga abandonada, situada en medio de extensos cultivos de pera, entre dos peque?as poblaciones leridanas ¡ªVilanova de la Barca y Torrelameu¡ª, viven hacinadas 25 personas que todav¨ªa est¨¢n trabajando en esta zona. Es final de temporada y aqu¨ª ya solo queda cosechar la manzana. Cuando acaben se ir¨¢n a Ja¨¦n o a Almer¨ªa, a Valencia o a La Rioja. Duermen en colchones en las antiguas cuadras de cerdos, cocinan entre unos muros incompletos y pr¨¢cticamente al aire libre, el lavabo es un agujero con unas tablas, cogen agua de la acequia, y hacen fuego en el suelo. No hay luz, as¨ª que por la noche usan las linternas de los m¨®viles. Con unas bicicletas que ahora est¨¢n tiradas por el suelo y una moto destartalada van a los pueblos a comprar comida, pero tambi¨¦n reciben ayuda alimentaria de la Cruz Roja de vez en cuando, o se buscan la vida: en la parte de atr¨¢s hay cinco o seis jabal¨ªes peque?os, asados, que dan cuenta de ello.
¡°Aqu¨ª se est¨¢ muy mal¡±, resume Kwaku Dekih, de 49 a?os. En invierno vive en Zaragoza, pero ya hace tres a?os que viene a hacer la temporada en Lleida, trabajando para el agricultor que les ha dicho que duerman en este sitio. Tiene contrato de trabajo, permiso de residencia y tarjeta sanitaria, toda la documentaci¨®n en orden, pero malvive en una pocilga. ¡°El jefe tiene otra casa pero no cabemos todos¡±, dice. El convenio provincial de Lleida especifica que el empresario tiene que proporcionar un alojamiento en condiciones, y que puede descontar el coste del sueldo de los temporeros ¡ªen los convenios de Huesca y Zaragoza tambi¨¦n es obligatorio dar alojamiento, pero gratuito¡ª. Muchos agricultores alquilan camas en los albergues municipales, o tienen alg¨²n edificio habilitado en su finca para albergar a los trabajadores. En el caso de Dekih, el agricultor acoge a un grupo de senegaleses en una casa habilitada en su finca, y a este grupo, originario de Ghana, lo deja en el asentamiento ilegal. ¡°Este a?o no ha habido trabajo, y ahora ya se est¨¢ acabando¡±, cuenta otro temporero. Son todos hombres: ¡±Aqu¨ª de esta manera las mujeres no pueden estar¡±, justifica otro. Explican que adem¨¢s cobran por debajo del convenio (7,5 euros la hora, cuando lo establecido son 9,02) y que hay algunos, pocos, que trabajan sin contrato. Al cabo un rato, cuando el olfato ya se ha acostumbrado al olor de la basura y la carne asada, otro de los habitantes del asentamiento se acerca, enfadado y borracho. ¡°Aqu¨ª no ayuda nadie, vosotros ten¨¦is casa y familia, vivid vosotros aqu¨ª¡±, dice como puede.
A este asentamiento ilegal solo se llega por caminos de tierra, es dif¨ªcil dar con ¨¦l. Por ellos llegaron Nadia Chakrad y Samira Elansari cuando lo descubrieron. Son dos de las 75 miembros de un equipo t¨¦cnico del Servei d¡¯Ocupaci¨® de Catalunya, de la Generalitat que, financiado con una subvenci¨®n de la Uni¨®n Europea, este verano se han dedicado a visitar albergues, plantaciones y asentamientos para registrar infracciones e informar a los temporeros. Han documentado casos de impagos como el de Massalcoreig, pero tambi¨¦n casos de fraude en empresas de trabajo temporal (ETT), incumplimientos del convenio en temas como el transporte y el alojamiento y situaciones extremas como la del asentamiento ilegal de Vilanova de la Barca.
¡°Es muy f¨¢cil enga?arles¡±
El sindicato CC OO, que ha vehiculado parte de las inspecciones, ha elaborado un informe con todo ello que presentar¨¢ pr¨®ximamente. ¡°Detectamos varias problem¨¢ticas. Gente que, con o sin documentaci¨®n, trabajan sin estar asegurados; personas a las que no se les facilita un albergue; contrataciones mediante ETT que aplican convenios de fuera y no se les puede reclamar porque el administrador vive en Ruman¨ªa u otro pa¨ªs; falta de inspectores, que cuando llegan al sitio ya se han marchado todos los que est¨¢n en situaci¨®n irregular; coches patera que transportan a los temporeros a otra comunidad con el convenio de aqu¨ª, y a los que les cobran seis euros al d¨ªa por el transporte; fraude en los contratos, suplantaci¨®n de identidad, impagos...¡±, enumera Hip¨°lit Cis¨®, de la federaci¨®n de Industria de CC OO en Lleida. ¡°Hay gente que cumple con la normativa, pero otros que no. Y es muy f¨¢cil enga?ar a los temporeros, el 70% son de fuera, lo ¨²nico que quieren es trabajar muchas horas, se adaptan a todo y adem¨¢s tienen miedo de denunciar o reclamar porque se quedan sin trabajo¡±, concluye.
En Lleida se movilizan cada a?o aproximadamente 35.000 temporeros. Unos kil¨®metros m¨¢s al oeste, en las provincias de Huesca y Zaragoza, los problemas son los mismos y los n¨²meros parecidos (28.388 personas empleadas este agosto, el 81% extranjeros, con un total de 44.421 contratos, seg¨²n los datos que ha recogido el sindicato). Pero ah¨ª no existe este programa para inspeccionar e informar a los temporeros. ¡°Lo hacemos nosotros desde el sindicato, y tambi¨¦n hemos visto cosas como estas¡±, se?ala Jaime Alloza, de la federaci¨®n de Industria de CC OO Arag¨®n. Incide en el problema de las empresas de trabajo temporal: ¡°Hay gente de aqu¨ª o gente que lleva a?os viniendo, que se constituyen como una ETT para gestionar las cuadrillas: solo trabaja quien ellos dicen. Tambi¨¦n hacen trabajar a personas sin documentaci¨®n con los papeles de otros, como ocurri¨® en la zona del Almunia este verano, cuando se detuvo a 18 personas. Son comportamientos mafiosos, de trata de personas, y los agricultores evaden su responsabilidad al contratar a las ETT¡±.
En Arag¨®n, el 25,2% de los contratos de temporeros son por ETT, y en algunas zonas llega hasta ser un tercio del total. ¡°Hay algunas que funcionan bien, y sirven para los picos de producci¨®n. Pero otras son un fraude¡±, explica Rachid El Jazouli, responsable de Industria en CC OO Arag¨®n. El principal problema, sin embargo, es otra vez el alojamiento. En unas cuevas de Riela, en chabolas en todo el Bajo Cinca, o en Fraga. ¡°En la misma estaci¨®n de autobuses. Gente que trabaja, est¨¢ dada de alta, y duerme ah¨ª cada noche, como sardinas. No denuncian por miedo¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.