La trama empresarial para torpedear el plan de Biden
Endeudarse no es malo. Si las empresas lo hacen constantemente, los dem¨®cratas deber¨ªan atreverse
No soy uno de esos progresistas que creen que la avaricia de las grandes empresas es la ra¨ªz de todos los males. Es la ra¨ªz de solo unos cuantos males; hay otras fuerzas oscuras, en especial el nacionalismo blanco, que acosan al cuerpo pol¨ªtico estadounidense. Pero el dinero empresarial es sin duda el villano que hay detr¨¢s del obst¨¢culo m¨¢s reciente al programa del presidente Biden: la oposici¨®n de la senadora Kyrsten Sinema a que se derogue la gran rebaja del impuesto de sociedades aplicada por Donald Trump en 2017. Al fin y al cabo, Sinema, que por aquel entonces estaba en la C¨¢mara de Representantes, vot¨® contra esa rebaja fiscal. Y la atac¨® al a?o siguiente, en su campa?a electoral para el Senado. Dado que la subida de impuestos a las grandes empresas goza de un abrumador respaldo ciudadano, es dif¨ªcil encontrar alguna raz¨®n para el cambio de opini¨®n de la senadora que no sea la fuerte presi¨®n de las corporaciones contra el plan Reconstruir Mejor.
Es una historia inquietante. Pero esto es lo que necesitan saber: si bien la rebaja fiscal de Trump fue mala y deber¨ªa derogarse, ahora mismo no es esencial que recuperemos los ingresos perdidos. Si los elementos clave del programa de Biden ¡ªinvertir en ni?os y en proteger el planeta frente al cambio clim¨¢tico¡ª tienen que pagarse en parte mediante deuda, no hay problema. Ciertamente ser¨ªa mejor que dejar de hacer esas inversiones.
Respecto a la rebaja tributaria: la Ley de Rebajas Fiscales y Empleo se vendi¨® mediante afirmaciones de que la reducci¨®n del impuesto de sociedades inducir¨ªa a las empresas a repatriar el dinero que hab¨ªan invertido en el extranjero, lo que provocar¨ªa un gran aumento de la inversi¨®n empresarial que a su vez aumentar¨ªa la productividad y los salarios. Se trataba de un relato un poco m¨¢s cre¨ªble que la habitual justificaci¨®n para las rebajas fiscales: la afirmaci¨®n de que dar¨¢ a los que ya son ricos un incentivo para trabajar m¨¢s. Pero no ocurri¨® nada de eso.
Sobre el papel, la rebaja fiscal pareci¨® causar, en efecto, una repatriaci¨®n de dinero a Estados Unidos, aunque por poco tiempo. Durante unos trimestres despu¨¦s de la rebaja, las multinacionales declararon que sus filiales en el extranjero estaban desinvirtiendo y enviando sus beneficios al pa¨ªs mediante el aumento de los dividendos pagados a sus matrices. Pero se trat¨® de una incidencia pasajera, no de un cambio de conducta sostenido. Y no hay indicios de que la rebaja fiscal condujera a un aumento de la inversi¨®n empresarial en Estados Unidos, m¨¢s all¨¢ del que ser¨ªa de esperar dada la situaci¨®n econ¨®mica.
La interpretaci¨®n m¨¢s veros¨ªmil de los datos es que rebajar los impuestos de sociedades no ha tenido ning¨²n efecto econ¨®mico. Aunque las empresas declaran haber invertido grandes cantidades en el extranjero, se trata en buena parte de una ficci¨®n contable perpetrada para trasladar los beneficios declarados a jurisdicciones con baja fiscalidad como Irlanda. La bajada de impuestos en Estados Unidos redujo el incentivo para sostener esa ficci¨®n, de modo que parte del dinero volvi¨® a registrarse en los libros de la empresa matriz. Pero no ocurri¨® de hecho nada real. De modo que la rebaja fiscal de Trump ha sido el m¨¢s reciente de una serie de regalos a los ricos que se vendieron con pretextos falsos. Y a Sinema deber¨ªa darle verg¨¹enza ayudar a los intereses empresariales a perpetuar esta estafa. Dicho esto, el programa de Biden no necesita los ingresos derivados de una subida del impuesto de sociedades.
La resoluci¨®n presupuestaria que permitir¨¢ avanzar en relaci¨®n con el programa, si se logra convencer a Sinema y al senador Joe Manchin, no requiere que se paguen todas las inversiones en el futuro. De hecho, permite un endeudamiento de hasta 1,75 billones de d¨®lares. Y si la oposici¨®n del ala corporativa del Partido Dem¨®crata ¡ª?podemos dejar de llamarlos moderados?¡ª impide aumentar los impuestos, mejor endeudarse que dejar de invertir.
?Deber¨ªamos preocuparnos de que un aumento de la deuda amenace la solvencia de Estados Unidos? No. El tipo de inter¨¦s de la deuda federal a largo plazo es de solo un 1,65%, de modo que, incluso si a?adimos 1,75 billones a la deuda, los gastos anuales en intereses aumentar¨ªan solo unos 30.000 millones de d¨®lares, o el 0,15% del producto interior bruto, un porcentaje insignificante. Y hasta este c¨¢lculo exagera la verdadera carga de endeudamiento, que deber¨ªa calcularse usando el tipo de inter¨¦s real, es decir, el ajustado a la inflaci¨®n, que es negativo.
?Y respecto a las preocupaciones de que el gasto financiado con d¨¦ficit pudiera resultar inflacionario? Insisto, es importante hacer n¨²meros. Si Estados Unidos acabara aumentando su deuda en 1,75 billones, ser¨ªa en el transcurso de una d¨¦cada, no en un solo a?o, y la Oficina Presupuestaria del Congreso proyecta que el PIB total en la pr¨®xima d¨¦cada ser¨¢ de 288 billones de d¨®lares. De modo que, aunque pudiera parecer que hablamos de un gasto deficitario enorme, el d¨¦ficit adicional ser¨ªa solo del 0,6% del PIB, que sencillamente no es para tanto.
De hecho, teniendo en cuenta estos c¨¢lcu?los, podr¨ªan preguntarse por qu¨¦ Biden ha querido alguna vez subir los impuestos lo suficiente como para financiar por completo su programa. La respuesta, creo, est¨¢ m¨¢s relacionada con la pol¨ªtica que con la econom¨ªa: se supon¨ªa que si lanzaba sus planes como unos planes neutros desde el punto de vista del d¨¦ficit, tranquilizar¨ªa a aquellos pol¨ªticos que no se han puesto al d¨ªa con el actual pensamiento econ¨®mico convencional, y que siguen viendo los d¨¦ficits como una gran amenaza.
Sin embargo, a estas alturas, parece que, si se alcanza, el acuerdo presupuestario definitivo deber¨¢ suponer un endeudamiento considerable. Y eso no es malo. Podemos deplorar la influencia empresarial capaz de bloquear algunos aumentos de impuestos justificados, pero endeudarse para invertir en el futuro no es malo en s¨ª. A ver, las empresas lo hacen constantemente, de modo que los dem¨®cratas deber¨ªan atreverse.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times, 2021. Traducci¨®n de News Clips.
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