La doble condena de la econom¨ªa sumergida tras la covid
Las ayudas p¨²blicas desplegadas en todo el mundo despu¨¦s de la crisis sanitaria no llegan a los trabajadores informales, la mayor¨ªa mujeres
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Shalu-ben trabajaba cosiendo y bordando desde su domicilio en Delhi (India), cuando estall¨® la pandemia. ¡°Vivimos una situaci¨®n muy tr¨¢gica, mi esposo perdi¨® su empleo, yo tampoco pod¨ªa trabajar y no pod¨ªa pagar los estudios de mis hijos, el alquiler¡ fue muy dif¨ªcil¡±. Cuenta c¨®mo tras la violenta irrupci¨®n de la variante Delta murieron muchas personas a su alrededor y otras fueron incapaces de desplazarse para buscar sustento fuera de la ciudad. ¡°Ahora trabajamos, pero no recibimos el dinero suficiente porque el pago por las entregas ha ca¨ªdo a la mitad. El Gobierno ni nos considera. Pido ayuda para que las tarifas sean respetuosas con lo que hacemos¡±. Su testimonio, al otro lado de la pantalla y transmitido con un m¨®vil desde una modesta chabola de la capital india, se pudo escuchar hace algunas semanas durante la presentaci¨®n de la segunda ola del Estudio sobre la crisis de la covid-19 y la econom¨ªa informal, financiado por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) y realizado por la ONG Wiego.
Centrado en 12 ciudades del mundo y en cuatro colectivos (personas que reciclan basura, de trabajo dom¨¦stico o a domicilio y vendedores ambulantes), el informe hace un seguimiento desde el arranque de la crisis sanitaria sobre las condiciones de miles de familias que viven de la econom¨ªa sumergida en el planeta, con unas conclusiones demoledoras, en especial para las mujeres. A mediados de 2021, despu¨¦s de 18 meses de pandemia, los trabajadores informales solo hab¨ªan recuperado el 64% de sus ingresos previos, unos ingresos que ya eran muy bajos antes de que llegase el Sars-CoV-2. Eso ha impactado en su seguridad alimentaria. Un 29% de los adultos y un 27% de los ni?os declaraban este pasado verano haber tenido hambre en el ¨²ltimo mes. La mayor¨ªa, un 57%, dijo haberse saltado comidas o haber reducido la variedad de alimentos para poder lidiar con la ca¨ªda de ingresos.
Un mal end¨¦mico
En la ra¨ªz de todo est¨¢ la econom¨ªa sumergida, que representa el 60% de todo el empleo mundial, unos 2.000 millones de trabajadores y el 90% del empleo en los pa¨ªses en desarrollo, de acuerdo con las estimaciones de la OIT. A la luz de esos datos, los esfuerzos p¨²blicos desplegados durante la pandemia se han repartido de manera tremendamente desigual. Incluso en ciudades del primer mundo, como Nueva York, donde Mohamed Attia, representante de los vendedores ambulantes, recordaba que all¨ª la situaci¨®n es igualmente dram¨¢tica. ¡°Aqu¨ª hay dos ciudades, una para los ricos y otra para los que no pueden llevar nada a la mesa. El sistema criminaliza a los trabajadores informales. Los vendedores ambulantes, los emigrantes sin papeles¡ han quedado excluidos de los programas del Gobierno¡±.
En 2021 solo un 39% de las personas consultadas en el estudio reconoci¨® haber recibido alg¨²n tipo de ayuda p¨²blica. Michael Rogan, investigador principal, considera que el apoyo de los gobiernos ha sido insuficiente. ¡°Muchas personas contraen cada vez m¨¢s deudas, vendiendo sus activos o agotando sus ahorros. Solo un 7% de trabajadores de nuestra muestra [formada por 2.300 entrevistas en la primera ola y 1.604 en la segunda] recibieron pr¨¦stamos p¨²blicos¡±.
Incluso a veces sus condiciones empeoraron. En Delhi y Nueva York las multas a los vendedores ambulantes han crecido. En la India fueron frecuentes las palizas por parte de la polic¨ªa a quienes abandonaban su casa durante el confinamiento para salir a vender. En Accra, el Gobierno de Ghana desmantel¨® el vertedero de Kpone, donde la gente se ganaba la vida reciclando sin otro modo de sobrevivir. En cambio, en otros lugares las pol¨ªticas fueron las contrarias. El gobierno tailand¨¦s, por ejemplo, arm¨® un sistema para reembolsar la mitad de los gastos a los consumidores que adquiriesen mercanc¨ªa a vendedores ambulantes, y despu¨¦s ese esquema se ampli¨® a los servicios de transporte, incluidos los conductores de mototaxis, muy afectados por la ca¨ªda de turistas. En Pleven (Bulgaria), los trabajadores informales pudieron ocupar espacios cedidos por el Ayuntamiento, y en Lima, tras la primera ola se establecieron est¨¢ndares de salud y seguridad para que los mercados callejeros volviesen a funcionar.
Pero la tarea de ayudar a una parte de la econom¨ªa que est¨¢ oculta y no genera impuestos es muy compleja. Varios estudios de la OIT se?alan que es necesario abordar las causas principales, que son m¨²ltiples y se relacionan con la incapacidad de las econom¨ªas para crear empleos de calidad, un marco regulatorio adecuado o un sector p¨²blico transparente. Tambi¨¦n se relacionan con las circunstancias de los propios individuos, con su nivel de educaci¨®n, la productividad y la pobreza. Sally Roever, coordinadora internacional de Wiego, explica por correo electr¨®nico que las experiencias de las personas trabajadoras en empleo informal reflejan lo que est¨¢ sucediendo en la estructura de empleo global y en los enfoques sobre la recuperaci¨®n econ¨®mica. Sobre lo primero, argumenta que ¡°cada vez hay m¨¢s personas que trabajan con acuerdos de empleo informal, que se han convertido en la norma entre los empleadores y los gobiernos. Incluso, han presentado problemas adicionales durante la pandemia porque estos acuerdos no protegen al trabajador si hay problemas en la cadena de suministros o no es posible trabajar. De ah¨ª que el camino hacia la recuperaci¨®n del empleo sea m¨¢s largo y complicado¡±. Con respecto a la recuperaci¨®n, estas personas se vuelven ¡°invisibles¡± porque¡°hay una mala comprensi¨®n generalizada de la estructura del trabajo. Adem¨¢s de quienes est¨¢n en trabajo formal y en peque?os emprendimientos, hay una gran cantidad de personas trabajando en empleo informal, sobre todo en los pa¨ªses en desarrollo¡±. Carmen Roca, coordinadora de Ciudades Focales Per¨² de Wiego, a?ade que la creencia de que el trabajador de la econom¨ªa sumergida conforma una masa dispersa sobre la que no se pueden aplicar medidas no es correcta. ¡°Existen federaciones nacionales y locales de trabajadores de cada sector. Para hacer llegar las medidas de asistencia social o de alivio, tales como transferencias de dinero en efectivo o raciones de comida, se pueden utilizar directorios con la informaci¨®n disponible en cada pa¨ªs. En algunos, estos trabajadores est¨¢n registrados en las oficinas de impuestos bajo un r¨¦gimen especial; en otros existen directorios detallados de los pobladores en situaci¨®n de pobreza o pobreza extrema construidos a base de visitas, mientras que otros pa¨ªses localizan a la poblaci¨®n objetivo seg¨²n su residencia en lugares de las ciudades donde la mayor¨ªa es poblaci¨®n vulnerable¡±.
La pandemia ha a?adido nuevos desaf¨ªos, y las ONG recuerdan que los bloqueos pueden hacer mucho da?o en sociedades con grandes poblaciones de trabajadores pobres. ¡°Muchas de las pol¨ªticas potencialmente transformadoras propuestas por las organizaciones de trabajadores informales llegan a poco o sin coste estatal; m¨¢s bien, requieren compromisos para dejar de da?ar activamente sus medios de vida con pol¨ªticas y comportamientos punitivos¡±, dice Roever.
Moratorias de pagos en suministros necesarios para la supervivencia, condonaci¨®n de deudas, pr¨¦stamos a bajo inter¨¦s o impuestos reducidos para quienes se pasen a la econom¨ªa legal son herramientas que est¨¢n en la mano de muchos gobiernos. Y esas pol¨ªticas se pueden enlazar con el medio ambiente, como apuntaba en la presentaci¨®n Josefa Mar¨ªn, una recicladora de Nueva York. ¡°Limpiamos las calles, juntamos la masa, como dicen aqu¨ª. La gente tiene que ser solidaria, nosotras eliminamos la basura que contamina los mares, es nuestro modo de vivir¡±.
Ahorros agotados y m¨¢s pr¨¦stamos
Los ahorros, los préstamos y la venta o empeño de activos domésticos están siendo las herramientas más utilizadas por trabajadores pobres de todo el mundo para navegar esta crisis. Muchas personas han tenido que vender activos necesarios para trabajar, como coches o máquinas de coser, comer menos, pedir dinero prestado, renunciar a comodidades (como servicios telefónicos o internet) y dejar de pagar el alquiler o el importe de servicios públicos.
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