Lo que cuesta cada gota de agua a las mujeres en Panchimalco
El derecho humano al agua es una deuda hist¨®rica en El Salvador y una privaci¨®n que violenta a las defensoras de este recurso cada vez m¨¢s ausente. Su lucha es la de muchas mujeres en las comunidades rurales de este lado de Centroam¨¦rica
No hay nada que una m¨¢s a las mujeres de Panchimalco que la falta de agua potable. Aqu¨ª, tener un poco para beber es un lujo y un ¡°sufrimiento¡±. Cada cinco u ocho d¨ªas, el l¨ªquido brota por un par de horas de los grifos de las tres comunidades m¨¢s distantes del centro de este municipio al sur de San Salvador: Panchimalquito, Pajales y El Divisadero. Quienes hacen las filas desde muy temprano, con suerte, se llevan a cuestas dos barriles de un pozo que abastece a unas 600 familias. ¡°Tenemos que llegar primeras porque, si no, ya no queda nada¡±, asegura Ver¨®nica Alfaro mientras espera en el ¨²ltimo cant¨®n para recibir lo que sobra en el tanque.
Panchimalco siempre ha batallado por este recurso. Cuando hace ocho a?os Alfaro se mud¨® a esta parte de la Cordillera del B¨¢lsamo, lo supo. ¡°Pas¨¦ de tenerla a la mano en mi hogar a verme obligada a buscarla donde sea por mis hijos¡±. El agua aqu¨ª cae a cuentagotas por los grifos de sus calles. Si es invierno, las lluvias alivian. Pero de noviembre a abril, la sequ¨ªa del verano obliga a las mujeres a partir con c¨¢ntaros en la cabeza hacia los r¨ªos, en una traves¨ªa de al menos tres kil¨®metros en la que se juegan la vida. ¡°Siempre ha sido el mismo sufrimiento, pero ahora no podemos pasar los montes por miedo a quienes est¨¢n all¨ª¡±, narra la lideresa de El Divisadero que acarrea las tinajas con su hijastra. ¡°Tengo temor de que le hagan algo a ella¡±, admite.
El miedo se respira en cada palabra que, con cautela, escogen para hablar de quienes est¨¢n detr¨¢s de la violencia. ¡°Muchas compa?eras han sido violadas, algunas hasta desaparecieron¡±, lamenta Estebana Bonilla. ¡°La necesidad nos hac¨ªa salir en la madrugada para traer un solo c¨¢ntaro de las quebradas¡±, recuerda la bordadora de la cooperativa de mujeres Acopanchi en Panchimalco. ¡°Ahora por la inseguridad como sea aguantamos, con la misma ag¨¹ita lavamos los huevos y esa misma la ocupamos para tomar el caf¨¦¡±.
Si bien en los ¨²ltimos a?os las cifras de criminalidad se han desplomado en El Salvador, las pandillas a¨²n transitan libremente por Panchimalco. Sus amenazas provocaron el ¨¦xodo de unas 30 familias en mayo de 2021, seg¨²n informaron los medios locales, y el municipio fue blanco del repunte de homicidios que registr¨® el pa¨ªs centroamericano del 9 al 11 de noviembre pasado, en el que al menos 47 personas fueron asesinadas, de acuerdo con la Polic¨ªa Nacional Civil.
¡°En mi infancia pod¨ªamos andar libres por los r¨ªos, ba?arnos y lavar sin correr riesgo alguno¡±, relata Leonor Ram¨ªrez con la pesadumbre de 44 a?os de carencia h¨ªdrica en el cant¨®n Pajales. ¡°Para evitar que nuestras hijas se arriesguen, las mayores nos echamos la tarea de ir a las quebradas porque sabemos lo que puede pasar¡±.
Lo de Panchimalco es una gota m¨¢s de lo que pasan las vecinas en los pueblos rurales en El Salvador afectados por esta carest¨ªa. La crisis h¨ªdrica sigue siendo, por tanto, una de las expresiones m¨¢s profundas de la desigualdad en el pa¨ªs, alerta Oxfam en su informe El Salvador: Agua, ¨¦lites y poder. Una crisis que empeora a medida que el 90% de sus aguas superficiales ya est¨¢n contaminadas y es la poblaci¨®n m¨¢s empobrecida la que paga el precio m¨¢s alto de su privaci¨®n.
Un 12,8% de salvadore?os en el campo se abastece de un pozo y otro 10,2% mediante r¨ªos, la recolecta de la lluvia o la compra a camiones cisternas
Para ?scar Ruiz, del Foro del Agua de El Salvador, se trata de una ¡°injusticia h¨ªdrica¡± que hace que todav¨ªa un 12,8% de salvadore?os en el campo se abastezca de un pozo y otro 10,2% mediante r¨ªos, quebradas y nacimientos, la recolecte de la lluvia o la compre a camiones cisternas, de acuerdo con la ¨²ltima Encuesta de Hogares de Prop¨®sitos M¨²ltiples. ¡°Es doloroso que comunidades con manantiales cerca no tengan acceso, mientras ven c¨®mo las empresas se la llevan. Da igual que tengas la fuente all¨ª, porque finalmente accede quien tiene el poder econ¨®mico¡±.
As¨ª es en Panchimalquito, Pajales y El Divisadero, que reci¨¦n desde 2014 cuentan con un pozo administrado por una junta vecinal, una forma de organizaci¨®n muy frecuente en las comunidades donde el Estado no llega con acueductos y alcantarillado. Sin embargo, este servicio, por el que cada familia paga unos 3,5 euros mensuales, no agota la demanda aqu¨ª. Con dificultad abastece al 80% de las 738 familias mediante dos barriles a la semana. ¡°En la pandemia pasamos muchos momentos sin agua y deb¨ªamos comprar un bid¨®n (cinco barriles) a 10 d¨®lares (ocho euros) a los camiones cisternas¡±, comenta Magdalena Mart¨ªnez, usuaria del tanque en El Divisadero. ¡°A quienes no pod¨ªamos pagar esa cantidad ni siquiera nos quer¨ªan vender un barril¡±.
Las ¨¦lites salvadore?as le han dado la espalda a esta crisis, advierte Oxfam, a tal punto que este recurso a¨²n no es un derecho humano en la Constituci¨®n del pa¨ªs, pese a que Naciones Unidas lo reconoce as¨ª desde 2010. Adem¨¢s, ¡°la presi¨®n que ejerce el conglomerado de empresarios de ca?a de az¨²car, construcci¨®n de bienes inmobiliarios y bebidas embotelladas explica por qu¨¦, en m¨¢s de una d¨¦cada, hab¨ªa sido imposible aprobar un marco legal tan determinante para la vida de las personas¡±, detalla en su informe.
Para Ruiz y otros expertos, dicha concentraci¨®n de poder se traspasa a la Ley de Recursos H¨ªdricos, aprobada a fines de diciembre pasado tras m¨¢s de 15 a?os de discusiones. ¡°En su art¨ªculo 1 reconoce el derecho humano al agua, pero deber¨ªa significar un derecho sin discriminaci¨®n ni privilegios a sectores empresariales¡±, se?ala. Entre otros puntos se refiere a la inequidad que persiste para las juntas vecinales. En respuesta al pronunciamiento del Relator Especial de Naciones Unidas sobre el Derecho Humano al Agua Potable y Saneamiento, la nueva ley toma en cuenta a las juntas vecinales, pero las pone al nivel de las empresas privadas, por lo cual tendr¨¢n que pagar por extraer el agua a pesar de que dan un servicio en ausencia del Estado.
Entretanto, las mujeres siguen cargando con la escasez h¨ªdrica y las cicatrices de la violencia en barrios como Panchimalco. Lo escuchan y recuerdan a diario. ¡°All¨ª te amenazan, te asaltan, te violan¡±, repiten. No es seguro ir tan lejos. Tampoco lo es denunciar. No en vano se estima que las salvadore?as apenas denuncian el 20% de los casos de violencia por miedo a represalias de parte de las pandillas, seg¨²n un estudio del movimiento feminista Las M¨¦lidas y la Fundaci¨®n Mujeres.
Pero el temor no paraliza su lucha aqu¨ª. ¡°Estamos organizadas porque queremos ver una diferencia en los cantones¡±, dice Ver¨®nica Alfaro, quien participa en el Comit¨¦ de Mujeres del lugar. ¡°Quiz¨¢s nosotras no gozaremos los frutos de esa lucha, pero servir¨¢ para que otras no sufran lo mismo¡±. As¨ª, ella y otras lideresas de nueve de los 14 cantones de Panchimalco trabajan con la Asociaci¨®n Comunitaria Unida por el Agua y la Agricultura (ACUA) en diversos proyectos encauzados a la defensa de sus derechos ¡°sobre el acceso a agua potable, el empleo digno y la no violencia social ni el acoso policial y militar¡±.
En 2020, lograron que la ONG iniciara un proyecto comunitario, con la financiaci¨®n del Fondo Menorqu¨ª de Cooperaci¨®n y del Gobierno de La Rioja, y con el apoyo de Medicus Mundi, para mejorar el abastecimiento para el total de familias. En aquel momento, el acuerdo con la alcald¨ªa fue un nuevo pozo que las comunidades gestionar¨ªan y para el que ellas mismas dieron la mano de obra. No obstante, con la llegada de las nuevas autoridades en 2021, el proyecto se ha detenido y a las comunidades se les ha negado el acceso al pozo y los materiales adquiridos. ¡°Nos sentimos mal porque vemos el riesgo de que no nos lo devuelvan¡±, expresa al respecto Leonor Ram¨ªrez. ¡°Sentimos que lo vamos perdiendo y quedaremos limitadas en este verano que ya vivimos la escasez¡±.
Firmes en su lucha, las mujeres de las comunidades afectadas organizaron una protesta pac¨ªfica afuera de la alcald¨ªa el pasado septiembre. ¡°Nuestra desesperaci¨®n es que se la lleven a otro lugar¡±, advierte Candelaria ?lvarez, quien a sus 76 a?os es una de las f¨¦rreas defensoras en el cant¨®n Pajales. Sin embargo, a la fecha las autoridades no han dado declaraciones a la prensa ni una respuesta oficial a las comunidades, por lo cual estas han llevado el caso hasta la Procuradur¨ªa para la Defensa de los Derechos Humanos, que ya est¨¢ atendiendo la denuncia.
¡°Seguiremos luchando porque el proyecto no es de la alcald¨ªa ni de una ONG, es de los tres cantones¡±, manifiesta la lideresa. ¡°Nosotras somos pobres, pero tenemos derecho al agua y no nos averg¨¹enza decir que seguiremos luchando hasta que as¨ª sea¡±. Una batalla que es la de muchas mujeres a quienes el precio de este preciado recurso es m¨¢s que unos cuantos euros; es el cargar con una memoria desgarrada por d¨¦cadas de injusticias.
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