El pacto t¨¢cito de rentas
La moderaci¨®n salarial y de m¨¢rgenes est¨¢n en equilibrio precario ante la inflaci¨®n energ¨¦tica
El comportamiento de moderaci¨®n entre asalariados y empresas no energ¨¦ticas ha sido crucial para amortiguar el impacto del alza de precios energ¨¦ticos, y la cuesti¨®n es si se mantendr¨¢ inmune ante una presi¨®n inflacionaria que podr¨ªa recrudecerse al comp¨¢s de las tensiones geopol¨ªticas. La escalada desorbitada de las tarifas, con un IPC de electricidad un 53% superior a su valor de hace un a?o (un incremento similar si se compara con el nivel precrisis), ha anulado las mejoras de poder adquisitivo que se esperaban en el pasado ejercicio.
As¨ª pues, pese al fuerte tir¨®n del empleo, la renta disponible bruta de los hogares se ha estancado en t¨¦rminos reales como consecuencia de la inflaci¨®n. ?sta es tambi¨¦n la causa de que hayamos dejado atr¨¢s el leve avance de ingresos familiares que se hab¨ªa producido durante la fase de expansi¨®n: descontando la subida del IPC, la renta disponible de los hogares se sit¨²a en el mismo nivel que en 2007. Y si el consumo sigue recuper¨¢ndose es gracias al ahorro acumulado tras el estallido de la pandemia.
Las empresas tambi¨¦n han sufrido el impacto del encarecimiento de costes importados y energ¨¦ticos. Los m¨¢rgenes han crecido, pero solo en t¨¦rminos nominales, ya que la inflaci¨®n se ha comido la mejora. De modo que, a partir de la informaci¨®n disponible hasta el tercer trimestre, se puede deducir que el excedente bruto de explotaci¨®n se sit¨²a 38.000 millones de euros, por debajo del nivel alcanzado en 2019.
Adem¨¢s, conviene diferenciar entre sectores. Antes de la crisis las empresas energ¨¦ticas, con un peso de apenas 3,3% en el valor a?adido generado por la econom¨ªa, ya representaban el 6,9% del total de beneficios ¡ªuna proporci¨®n que sin duda se ha incrementado, en una magnitud que se desconoce a falta de datos¡ª. Por tanto, la ca¨ªda de beneficios en los sectores no energ¨¦ticos es significativamente m¨¢s acusada de lo que aparece en las cifras agregadas. El repunte de la inversi¨®n depender¨¢ por tanto de que las expectativas de demanda sigan compensando el impacto negativo del encarecimiento de los costes de producci¨®n sobre los m¨¢rgenes.
En definitiva, tanto las empresas no energ¨¦ticas como los hogares no solo han contenido las presiones inflacionarias, sino que adem¨¢s han seguido consumiendo e invirtiendo. Esto ha sido posible por el colch¨®n de excedentes, junto con el desendeudamiento de a?os anteriores. Una situaci¨®n, sin embargo, dif¨ªcil de sostener.
En primer lugar, porque las perspectivas dependen en buena medida de la evoluci¨®n de la cotizaci¨®n del gas. El escenario no es nada halag¨¹e?o en un contexto internacional tenso, y con reservas sorprendentemente bajo m¨ªnimos (por debajo del 50%, una cota muy inferior a los registros para la ¨¦poca invernal y que intensifica la vulnerabilidad). Por si fuera poco, el petr¨®leo se ha encarecido casi un 12% desde inicios de a?o. Y solo con que permaneciera en su nivel actual ya trasladar¨ªa cuatro d¨¦cimas adicionales de IPC.
Adem¨¢s, los efectos de segunda ronda se van afianzando en algunos de los precios no energ¨¦ticos. No bastan las llamadas a la moderaci¨®n salarial, si esta no se acompa?a de la misma moderaci¨®n en los m¨¢rgenes. Es una cuesti¨®n de equilibrio entre las partes negociadoras, pero tambi¨¦n de econom¨ªa: un desacoplamiento de las remuneraciones afectar¨ªa al consumo, y por tanto, a las expectativas de demanda de las empresas.
Bien es cierto que el Estado puede intentar compensar el impacto en las empresas m¨¢s expuestas al vaiv¨¦n de los mercados y en los colectivos m¨¢s vulnerables. Pero su capacidad redistributiva tiene un l¨ªmite, que se agudizar¨¢ con la reaparici¨®n de las reglas fiscales: incluso reformadas, estas reglas obligar¨¢n a una correcci¨®n de los desequilibrios. Queda por ver cu¨¢nto tiempo puede aguantar el pacto t¨¢cito de moderaci¨®n que ha prevalecido entre actores sociales. Pero la sensaci¨®n es que suenan tambores de inflaci¨®n, al menos a corto plazo.
Actividad
La economía española no deja de sorprender. Si bien su evolución hasta el tercer trimestre del pasado ejercicio había decepcionado en relación a las expectativas de fuerte recuperación, los indicadores apuntan a un fuerte rebote en el cierre del año —cuando se esperaba una mayor incidencia de los cuellos de botella y de la espiral energética—. El índice de actividad del sector servicios rebotó un 5,7% en noviembre y el de producción industrial lo hizo un 4,5%, situándose respectivamente 8,6% y 3,2% por encima de los niveles anteriores a la crisis.
Raymond Torres es director de coyuntura de Funcas. En Twitter: @RaymondTorres_
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