Recuperad el pasado
La falta de datos impide saber qu¨¦ pas¨® en la transici¨®n econ¨®mica espa?ola con el mercado de trabajo, los niveles de capital humano, los salarios, la desigualdad o las prestaciones sociales
Las nuevas generaciones de economistas espa?oles son m¨¢s numerosas, est¨¢n mejor formadas, son m¨¢s diversas, cubren un amplio espectro de temas, sectores y pol¨ªticas, y usan con soltura bases de datos y sofisticadas t¨¦cnicas cuantitativas. Sin duda, son mucho mejores que las que les precedimos. Adem¨¢s, el aparato estad¨ªstico del pa¨ªs ha progresado extraordinariamente y, como muestra la reciente apertura a los investigadores de los microdatos de la Seguridad Social y antes los de la EPA, las autoridades han comenzado a mostrar su compromiso con la labor de los economistas profesionales.
No hay duda de que estamos mejor que antes. Quien hoy se limita a perge?ar narrativas, plantar previsiones o reproducir esl¨®ganes, simplemente se ha quedado descolgado de todos aquellos que se esfuerzan por evaluar con rigor, teor¨ªa e independencia lo que nos ocurre a fin de evaluar y proponer las pol¨ªticas m¨¢s eficaces a nuestros problemas econ¨®micos.
Leyendo hace unos d¨ªas a dos de ellos, Manuel Hidalgo y Antonia D¨ªaz, debatir sobre la evoluci¨®n de la productividad total de los factores de la econom¨ªa espa?ola y el papel que en las estimaciones pod¨ªa tener una incorrecta contabilizaci¨®n del empleo aut¨®nomo en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo pasado, ca¨ª en la cuenta de lo dif¨ªcil que para los nuevos economistas puede llegar a ser la inexistencia en nuestro pa¨ªs de una bien cuidada y curada base de datos hist¨®rica de datos macro esenciales de la econom¨ªa espa?ola.
En un mundo en el que el acceso a los grandes datos es instant¨¢neo en la red, al p¨²blico no especialista le sorprender¨¢ descubrir que las bases de datos m¨¢s usadas ¨CEurostat, OCDE, IMF, World Bank, FRED, Banco de Espa?a o INE¨C han ido acortando el periodo temporal que cubren y ahora el mundo empieza con el actual siglo.
Ninguna teor¨ªa de la conspiraci¨®n. Nadie quiere que olvidemos el pasado y por eso lo borra. El pasado est¨¢, pero en un lugar no siempre f¨¢cilmente accesible. A veces, lo que est¨¢ no mide exactamente lo mismo que ahora se est¨¢ midiendo, y nadie se ocup¨® en hacer con profesionalidad la ingrata tarea de empalmar las viejas y las nuevas series. M¨¢s frecuentemente, hoy medimos variables ¨Cpor ejemplo, las emisiones de CO?, o la desigualdad de g¨¦nero¨C que antes no med¨ªamos. Sea por lo que sea, el resultado es que, a menos que uno invierta una enorme cantidad de tiempo e ingenier¨ªa de datos, saber qu¨¦ pas¨® en la transici¨®n econ¨®mica espa?ola con el mercado de trabajo, los niveles de capital humano, los salarios, la desigualdad o las prestaciones sociales exige mucho m¨¢s esfuerzo que compilar autom¨¢ticamente el correspondiente Excel o Stata.
A algunos este comentario podr¨¢ parecerles un capricho. No lo creen as¨ª en otros lugares. La Reserva Federal de Estados Unidos tiene una envidiable base datos hist¨®rica ligada a una muy intuitiva herramienta anal¨ªtica y gr¨¢fica que permite viajar por el tiempo de forma instant¨¢nea.
El costo de dotarnos de algo similar debe ser ¨ªnfimo, sobre todo si se compara con los costes de tener que aguantar historietas y discusiones profundamente ancladas en la ignorancia de la evidencia. O, todav¨ªa peor, narrativas adanistas que dan por supuesto que todo comenz¨® hace un par de d¨¦cadas.
La necesidad de contar con esa base de datos es a¨²n mayor ahora que resurgen del pasado problemas que, como la inflaci¨®n, cre¨ªamos enterrados. O m¨¢s interesante todav¨ªa, se han llevado a cabo reformas del mercado de trabajo o aumentos del salario m¨ªnimo que est¨¢n generando resultados que desaf¨ªan el consenso tradicional. Si tuvi¨¦ramos la posibilidad de analizar el pasado, tendr¨ªamos mejores argumentos para esgrimir que el presente es realmente hist¨®rico.
Una mayor facilidad de acceso a nuestro pasado econ¨®mico tambi¨¦n podr¨ªa incitar a los nuevos investigadores a validar ¨Co refutar¨C algunos de los grandes temas de la conversaci¨®n pol¨ªtica. Por ejemplo, que la ¡°izquierda¡± se ocupa de mejorar la distribuci¨®n de la renta e incurre en d¨¦ficits fiscales que el siguiente gobierno de ¡°derechas¡± tiene que corregir relanzando el crecimiento y el empleo.
?Realmente eso es lo que nos ha ocurrido en los ¨²ltimos 40 a?os? Mirando los pocos n¨²meros disponibles, no lo parece. M¨¢s bien, los datos apuntan a que los dos primeros gobiernos de la democracia se parecen m¨¢s entre s¨ª que a los gobiernos de su mismo color pol¨ªtico que les sucedieron en las dos d¨¦cadas siguientes. Algo a lo que probablemente no es ajeno que la renta per c¨¢pita espa?ola, la productividad total de los factores y nuestra convergencia con Europa est¨¦n virtualmente estancados desde finales de los a?os 90.
Pero eso hay que demostrarlo con datos. Por favor, c¨²renlos y h¨¢ganlos accesibles a todos los economistas, los j¨®venes y los m¨¢s viejos.
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