Abejas, flores y econom¨ªa
Revertir la p¨¦rdida de biodiversidad requiere de grandes esfuerzos, pero en ello se ha avanzado menos que en todo lo relativo al calentamiento global
La actividad econ¨®mica toma recursos del stock de capital natural de la Tierra y utiliza los servicios de sus ecosistemas, aunque no se incluyan (a¨²n) en los sistemas de Contabilidad Nacional por el enorme reto de definici¨®n y medici¨®n que supone. Hay varias iniciativas para definir y medir ambas variables como Global Footprint Network, que calcula la huella ecol¨®gica de la humanidad, es decir, ¡°cu¨¢nta¡± naturaleza utiliza la actividad econ¨®mica cada a?o. Se observa una tendencia com¨²n de largo plazo entre el crecimiento del PIB per c¨¢pita y la huella ecol¨®gica, de modo que su aumento lleva aparejado un consumo tambi¨¦n mayor de recursos naturales, que tienen cierta capacidad de regeneraci¨®n. Sin embargo, lo que resulta verdaderamente preocupante es que desde mediados de la d¨¦cada de los a?os 70 del siglo pasado la demanda de recursos naturales supera el aumento de la oferta, reduci¨¦ndose desde entonces el stock de capital natural que sustenta la vida. En cuanto a los servicios que proporcionan los ecosistemas, su importancia se ve simplemente con la estimaci¨®n de la OCDE en su informe Biodiversity: Finance and the Economic and Business Case for Action en el que, con muchas incertidumbres, da un valor de aproximadamente 1,5 veces el PIB global, con rendimientos decrecientes derivados de la p¨¦rdida de biodiversidad.
Desde el punto de vista del an¨¢lisis econ¨®mico no est¨¢ ocurriendo nada sorprendente: se est¨¢n sobreexplotando unos recursos en muchos casos p¨²blicos y comunes (polinizaci¨®n de las plantas, purificaci¨®n de agua) y, por tanto, sin derechos de propiedad definidos ni capacidad para excluir de su disfrute a quien no pague por ellos. Tambi¨¦n ocurre que hay recursos que aunque sean privados y de uso particular, como las fuentes de energ¨ªa f¨®sil, no incluyen en sus costes ¡ªy por tanto en los precios a los que se comercian¡ª los perjuicios del aumento de temperaturas que causan.
Hay ya mercados organizados en plataformas digitales para la polinizaci¨®n, y la gran escasez de abejas lleva incluso a que directamente se roben colmenas. Se empieza a responder as¨ª al genuino deterioro de un servicio que proporciona(ban) los ecosistemas sin costes expl¨ªcitos, simplemente por su capacidad de regeneraci¨®n, y que es imprescindible para la producci¨®n agraria, y para la vida. Pero revertir la p¨¦rdida de biodiversidad requiere de mucho m¨¢s, empezando por la propia definici¨®n y medida del problema al que se enfrenta la humanidad, algo en lo que se ha avanzado menos que en todo lo relativo al calentamiento global, al cambio clim¨¢tico que genera y los riesgos derivados para la econom¨ªa. No hay un Acuerdo de Par¨ªs de la biodiversidad, con compromisos y objetivos definidos. Es necesario ir m¨¢s all¨¢ de la abejita y la flor.
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