El valor del acceso abierto
Compartir el conocimiento es uno de los derechos humanos. Por lo tanto, hag¨¢moslo realidad
Ahora m¨¢s que nunca necesitamos que la ciencia y la investigaci¨®n avancen de manera sustancial para afrontar las crisis encadenadas que amenazan nuestro modo de vida. Desde principios del siglo XXI hemos experimentado m¨²ltiples crisis: clim¨¢tica, econ¨®mica, migratoria, de salud y hasta de la democracia. Todas ellas son interdependientes y, por tanto, la salida de ellas requiere una respuesta coordinada. La comunidad cient¨ªfica deber¨ªa jugar un papel crucial para afrontar los retos globales que emergen de las citadas crisis con nuevas ideas e innovaciones. Sin embargo, los avances en la ciencia no siempre se difunden adecuadamente y se convierten en mejoras para la sociedad en su conjunto. Un claro impedimento es la falta de acceso abierto (OA, por sus siglas en ingl¨¦s). ?Qu¨¦ es exactamente y c¨®mo se utiliza? El OA implica que un art¨ªculo est¨¢ disponible inmediatamente online cuando se publica y es, por tanto, accesible para cualquier persona en todo el mundo, en lugar de solo para suscriptores y previo pago. En su versi¨®n m¨¢s amplia (libre acceso), el art¨ªculo se ofrece en abierto bajo una licencia que permite que cualquiera pueda reutilizar, compartir o desarrollar el trabajo. Hay distintos tipos de licencias, de las cuales algunas son m¨¢s restrictivas y solo dan derecho a leer la publicaci¨®n.
A pesar del reconocido valor intr¨ªnseco de dicha pr¨¢ctica que da visibilidad global y mejor uso del dinero de los contribuyentes, esta dista de ser habitual. En mi campo, las revistas punteras en el ¨¢rea no son de libre acceso. Podr¨ªa parecer una contradicci¨®n, dada la importancia de los avances en econom¨ªa para resolver los problemas globales que nos acechan. Afortunadamente, revistas cient¨ªficas generalistas, como las punteras Nature y Science, han avanzado m¨¢s en este sentido. Por ejemplo, art¨ªculos con novedades cient¨ªficas, comentarios y rese?as est¨¢n disponibles en abierto. Adem¨¢s, a partir de 2021, Nature ofrece distintas opciones de OA para investigaci¨®n primaria y ha lanzado proyectos piloto de OA guiado, con revistas como Nature Communications y Scientific Reports. Tambi¨¦n Science ha mejorado sus pol¨ªticas, a?adiendo Science Advances a su cartera. Lo mismo sucede en otras revistas de calidad en campos como la salud y la medicina.
?Cu¨¢les han sido los avances y qu¨¦ retos quedan pendientes? Aunque cada vez son m¨¢s los que se suben al carro, los avances han sido importantes pero insuficientes. En primer lugar, varios centros de investigaci¨®n e instituciones requieren que todas las publicaciones acad¨¦micas resultantes de los proyectos que financian sean OA. Entre ellas est¨¢n la Comisi¨®n Europea, la Fundaci¨®n de Bill y Melinda Gates y la Fundaci¨®n de Ciencia de Estados Unidos. En Espa?a, el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas tiene acuerdos con los editores de revistas que permiten el pago de los costes de publicaci¨®n de OA a sus investigadores. Adem¨¢s, la promoci¨®n del OA a publicaciones cient¨ªficas se recoge en el art¨ªculo 37 de la Ley 14/2011 de la Ciencia. En segundo lugar, los repositorios de las universidades u otras plataformas como ArXiv permiten a los autores almacenar una versi¨®n preliminar del art¨ªculo, que depende de la pol¨ªtica de la revista o del editor y documenta la fecha del avance cient¨ªfico. En tercer lugar, redes de investigaci¨®n como ResearchGate o Academia.edu permiten tambi¨¦n dicho almacenaje, aunque, al no comprobar la pol¨ªtica de copyright de las revistas, no validan la legalidad de su contenido. Finalmente, hay revistas que tienen pol¨ªticas inclusivas para los investigadores en pa¨ªses en desarrollo permitiendo el acceso gratis y tarifas reducidas para publicar en abierto.
Sin embargo, quedan importantes retos pendientes. En primer lugar, algunas disciplinas avanzan m¨¢s lentamente que otras. Seg¨²n un art¨ªculo publicado en PeerJ en 2018, alrededor del 50% de las publicaciones en biomedicina, matem¨¢ticas y medicina cl¨ªnica tienen el acceso en abierto, pero este no es el caso en otros campos. Empezando por la cola est¨¢n la qu¨ªmica, la ingenier¨ªa, la tecnolog¨ªa y las ciencias sociales ¡ªincluyendo la econom¨ªa¡ª, donde las cifras est¨¢n por debajo del 25%. En segundo lugar, est¨¢ el temor de que crezcan las llamadas revistas ¡°depredadoras¡±, como las denomin¨® el bibliotecario Jeffrey Beal, por lo que los editores deben asegurar la calidad registrando sus revistas en un directorio oficial. Finalmente, queda el reto de establecer un conjunto normalizado de reglas que engloben a todas las disciplinas cient¨ªficas para as¨ª poder dar la respuesta coordinada, de la que hablaba al principio. Compartir el conocimiento es uno de los derechos humanos, hag¨¢moslo realidad.
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