Inflaci¨®n a dos velocidades
Algunos sectores repercuten todo el incremento de costes a sus precios, los m¨¢s expuestos a la competencia solo parcialmente
La econom¨ªa manifiesta se?ales inesperadas de fortaleza en este inicio de a?o y, sin embargo, la nueva dimensi¨®n que reviste el brote de inflaci¨®n invita a la cautela. El empleo toma impulso, con un incremento de la afiliaci¨®n que ha superado las expectativas (cerca de 67.000 puestos de trabajo creados en febrero, un ritmo que evidencia incluso a una aceleraci¨®n desde el cierre del a?o). El principal indicador de coyuntura apunta a un crecimiento de la actividad (el ¨ªndice PMI se sit¨²a en un nivel expansivo tanto en la industria como en los servicios), mientras que la confianza empresarial mejora, de modo que el primer trimestre podr¨ªa acabar con un PIB netamente en positivo. La balanza de los intercambios con el exterior arroja un importante super¨¢vit, pese al turbulento entorno internacional. Y entra tanta o m¨¢s inversi¨®n extranjera como la que sale del pa¨ªs: solo en diciembre, las entradas de capital fueron el doble que las salidas.
El problema es que la inflaci¨®n no da tregua, y, sobre todo, que empiezan a evidenciarse los tan temidos efectos de segunda ronda, aunque de manera peculiar. La aceleraci¨®n del IPC en febrero, tanto en Espa?a como en el conjunto de la eurozona, ha sido una sorpresa negativa. Se esperaba otro comportamiento, habida cuenta de los efectos indirectos positivos que cab¨ªa anticipar como consecuencia de la desescalada de los precios energ¨¦ticos, de la incipiente moderaci¨®n de la cotizaci¨®n de las materias primas agr¨ªcolas (los precios pagados por los agricultores espa?oles se redujeron en noviembre, ¨²ltimo mes disponible) y la cuasi normalizaci¨®n de las cadenas de suministro. De ah¨ª el frenazo de los precios industriales: en enero crecieron ligeramente por encima del 8%, tres veces menos que en el oto?o. Pero la menor presi¨®n de los costes de producci¨®n no parece haberse trasladado a los precios pagados por los consumidores, al menos de momento.
Preocupa especialmente la fuerte subida de los precios de los servicios, un sector que no deber¨ªa verse particularmente afectado por el encarecimiento de las materias primas, sobre todo en un contexto de moderaci¨®n de los salarios. Sin duda, algunas empresas con poca exposici¨®n a la competencia internacional est¨¢n en condiciones para trasladar todo el incremento de costes de producci¨®n a los precios. Pero desde el punto de vista de la econom¨ªa, al proceder a un traslado total, generan efectos de segunda ronda, la bestia negra del BCE. Solo una repercusi¨®n parcial de los costes de producci¨®n a los precios de venta permite aminorar el riesgo de cronificaci¨®n de la inflaci¨®n, a la vez que asegura un reparto de sus efectos en el poder adquisitivo.
Podr¨ªamos por tanto estar asistiendo a una dualidad en el proceso inflacionario. Por un lado, algunos sectores, sobre todo en los servicios, pueden repercutir plenamente la subida de los costes a sus tarifas de venta, de modo que mantienen los m¨¢rgenes o, incluso, en algunos casos los incrementan gracias al aumento de las ventas. En el lado opuesto, los sectores que operan en un entorno altamente competitivo, sobre todo en la industria, as¨ª como los salarios en general (salvo los que est¨¢n indiciados), asumen la carga de la inflaci¨®n. Esta circunstancia explica, por ejemplo, que en Alemania los actores sociales llegaran a un acuerdo de rentas plurianual en la industria.
En lo inmediato, la dualidad contribuye a la persistencia de la inflaci¨®n y a la erosi¨®n de la capacidad de compra de los hogares. Y, a largo plazo, el impacto puede ser todav¨ªa m¨¢s perjudicial, porque redunda en un descenso de la rentabilidad relativa de los sectores m¨¢s expuestos a la competencia internacional, de vital importancia para mantener el super¨¢vit externo y dinamizar la productividad de nuestra econom¨ªa.
La tarea se complica para el BCE, porque el endurecimiento de su pol¨ªtica monetaria es susceptible de enfriar la demanda, sin poder incidir en la dualidad de precios que amenaza con desgarrar el tejido productivo.
Subyacente
El IPC subyacente, que se obtiene descontando la energía y los alimentos frescos, se incrementó un 0,7% en febrero, impulsando la tasa interanual hasta el 7,7%. Si bien el INE no ha adelantado un desglose, es probable que el encarecimiento de los alimentos procesados sea el principal factor. La inflación subyacente también se acelera en el conjunto de la eurozona, con un incremento mensual del 0,9% y del 7,4% en términos interanuales. Destaca la presión de los alimentos procesados y de los servicios. Estos aceleran su subida hasta el 4,8%.
Raymond Torres es director de coyuntura de Funcas. En Twitter: @RaymondTorres_
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