Una Uni¨®n Europea de campeones nacionales
Los ciudadanos deber¨¢n decidir qu¨¦ combinaci¨®n de crecimiento y control quieren para afrontar los restos geoecon¨®micos del siglo XXI
El f¨²tbol es el espejo del mundo. Por ejemplo, en Europa est¨¢ organizado en torno a una multitud de ligas nacionales, con grandes diferencias presupuestarias, que mandan sus equipos punteros a competir en la Liga de Campeones o Champions, en lugar de equipos transnacionales, posiblemente financieramente mas s¨®lidos, compitiendo en una Liga continental. La Uni¨®n Europea (UE) est¨¢ estructurada de manera similar, cada pa¨ªs compite para crear los llamados campeones nacionales econ¨®micos m¨¢s potentes, ya sea en finanzas, energ¨ªa, telecomunicaciones o infraestructura, que luego compiten a nivel europeo. La raz¨®n es sencilla: la confianza mutua entre los pa¨ªses de la UE es escasa ¡ªde ah¨ª la proliferaci¨®n y complejidad de sus reglas¡ª y los intereses no siempre coinciden y, a veces, incluso divergen. Y por eso la UE se comporta como una uni¨®n de pa¨ªses donde cada uno busca maximizar su inter¨¦s.
Hace casi dos a?os escrib¨ª en estas p¨¢ginas que la UE necesitaba una refundaci¨®n para afrontar un mundo post pandemia que es muy distinto al de 2019. Tal refundaci¨®n requer¨ªa reorientar los esfuerzos a defenderse del enemigo externo ¡ªy perder menos tiempo en los eternos debates de control interno¡ª con dos pilares fundamentales: un aumento significativo de la inversi¨®n en sectores estrat¨¦gicos para aumentar la escala de las empresas europeas y darles dimensi¨®n global; y el desarrollo de bienes p¨²blicos europeos financiados en parte con eurobonos para reforzar su resiliencia. Los informes de Enrico Letta y Mario Draghi, y el reciente discurso de Emmanuel Macron, apuntan en la misma direcci¨®n.
El informe de Letta revela una falla fundacional de la UE: las barreras al mercado ¨²nico en los sectores de finanzas, energ¨ªa y telecomunicaciones. La exclusi¨®n de esos tres sectores estrat¨¦gicos del mercado ¨²nico ha fomentado el proteccionismo interno y la creaci¨®n de grandes conglomerados nacionales. El informe de Draghi, a¨²n in¨¦dito pero del que se han avanzado algunas conclusiones, apunta en la misma direcci¨®n, proponiendo tres medidas para generar un ¡°cambio radical¡± en la UE: facilitar la escalabilidad de las empresas europeas para poder alcanzar el tama?o necesario para competir en el mundo; aumentar la provisi¨®n de bienes p¨²blicos europeos en los sectores estrat¨¦gicos, como la energ¨ªa o la defensa, y movilizar los ahorros europeos a trav¨¦s de un mercado de capitales m¨¢s eficiente y profundo; y asegurar el suministro de materias primas esenciales. El discurso de Macron es una llamada de atenci¨®n m¨¢s catastrofista, declarando que la UE ¡°podr¨ªa morir¡±, pero las recomendaciones en materia son similares: relajar los l¨ªmites a la consolidaci¨®n de empresas para que puedan aumentar su tama?o, y reducir las barreras al mercado ¨²nico en los sectores estrat¨¦gicos. En resumen, m¨¢s Europa para confrontar un mundo m¨¢s competitivo, hostil y complejo.
La historia reciente de la UE, sin embargo, no indica que estas propuestas de m¨¢s Europa sean recibidas con entusiasmo, m¨¢s all¨¢ de discursos y declaraciones, o que los gobiernos est¨¦n actuando decisivamente en esa direcci¨®n. De hecho, hay muchas indicaciones de que las preferencias van en sentido contrario, por el camino de las soluciones nacionales ¡ªa trav¨¦s de amplios subsidios a la industria local, como en Alemania¡ª y el reforzamiento de los campeones nacionales.
Un ejemplo palpable es la uni¨®n bancaria, donde, a pesar de la consolidaci¨®n de la supervisi¨®n y la armonizaci¨®n de la regulaci¨®n a nivel europeo, los bancos han optado por fusionarse y crecer a nivel nacional ¡ªy, como resultado, son peque?os a nivel mundial¡ª. Habr¨ªa que preguntarse porqu¨¦ los bancos no creen que sea rentable la consolidaci¨®n a nivel europeo, quiz¨¢s no se f¨ªen de la solidaridad europea en momentos de crisis. En el ¨¢rea de la uni¨®n de mercados de capitales apenas se ha avanzado, tras una d¨¦cada de debates, en la armonizaci¨®n de la legislaci¨®n. Letta lamenta en su informe que la falta de instrumentos de inversi¨®n paneuropeos limita a los ciudadanos a depositar sus ahorros en cuentas bancarias, o fomenta que los inviertan en fondos estadounidenses que financian el desarrollo de ese pa¨ªs. Por eso, Letta aboga por una ¡°uni¨®n de ahorro e inversi¨®n¡±.
Habr¨ªa que a?adir otra diferencia fundamental entre Europa y EE UU: la diferente cultura de inversi¨®n burs¨¢til en EE UU, en parte debida a la importancia y el tama?o del pilar privado del sistema de pensiones estadounidense, las fundaciones y la filantrop¨ªa, y los patrimonios de las universidades privadas, que canalizan una gran parte del ahorro de las familias hacia inversiones privadas, mientras que en Europa este ahorro se canaliza hacia la banca y el sistema de finanzas p¨²blicas, m¨¢s aversos al riesgo. ?Est¨¢n los ahorradores europeos preparados para asumir un mayor riesgo en sus ahorros? Y, si no, ?no implica esta diferencia que en Europa la inversi¨®n p¨²blica deber¨ªa jugar un papel mucho m¨¢s prominente?
Hay muchos m¨¢s ejemplos de comportamientos que van en contra de m¨¢s Europa. Por ejemplo, la persistente competencia impositiva de algunos pa¨ªses. O la resistencia francesa a la interconexi¨®n energ¨¦tica para proteger su industria, dificultando as¨ª la creaci¨®n de un mercado interior energ¨¦tico. O la variedad de respuestas al dilema de la relaci¨®n entre la UE y China, que reflejan los diversos, y a veces divergentes, intereses econ¨®micos y geopol¨ªticos de los distintos pa¨ªses europeos. La fragmentaci¨®n hace que la UE no tenga la escala que tiene EE UU para confrontar la competencia china, y debilita la posici¨®n europea.
Al igual que la p¨¦rdida de confianza en las instituciones multilaterales llev¨® a los pa¨ªses emergentes a acumular amplias reservas de moneda extranjera como mecanismo de auto-seguro (self insurance) ante futuras crisis, la falta de confianza entre los pa¨ªses europeos, amplificada durante la crisis del euro, ha generado esta estructura de campeones nacionales como mecanismo de auto-seguro. Como resultado, las reuniones de los l¨ªderes europeos, o sus ministros de econom¨ªa, se convierten en foros de resoluci¨®n de conflictos y de acuerdos de m¨ªnimos ¡ªo de gesti¨®n de crisis¡ª en lugar de ser centros de impulso de grandes proyectos de futuro.
?Qu¨¦ implica un modelo segmentado de campeones nacionales? Empresas m¨¢s peque?as y con menor escala que las americanas o las chinas. Y eso supone menor capacidad de innovaci¨®n y de crecimiento de la productividad, a cambio de m¨¢s control nacional. Hay otra alternativa, con campeones europeos y bienes p¨²blicos europeos financiados con eurobonos, que generar¨¢ mayor crecimiento de la productividad a cambio de menor control nacional. Los ciudadanos deber¨¢n decidir qu¨¦ combinaci¨®n de crecimiento y control quieren para afrontar los restos geoecon¨®micos del siglo XXI.
Volviendo al s¨ªmil futbol¨ªstico: ?prefieren las ligas nacionales y la Champions, o una Superliga europea? Ese es el dilema. ?Suerte al Madrid en la final de la Champions!
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