Emperadores desnudos y criptomonedas para la campa?a
Las criptodivisas parecen adecuadas para cosas como el blanqueo de dinero y la extorsi¨®n, pero hasta ahora no han encontrado usos que no impliquen alg¨²n tipo de actividad delictiva
?rase una vez un emperador al que le encantaba ir a la ¨²ltima. As¨ª que se mostr¨® receptivo cuando unos sastres charlatanes prometieron hacerle un traje con un nuevo tejido de alta tecnolog¨ªa, un traje tan c¨®modo que tendr¨ªa la sensaci¨®n de no llevar nada puesto. ¡°La fortuna sonr¨ªe a los audaces¡±, le dijeron.
Por supuesto, la raz¨®n por la que el traje era tan c¨®modo era que no exist¨ªa; el emperador se paseaba desnudo. Pero los congresistas que integraban su s¨¦quito no se atrev¨ªan a dec¨ªrselo, porque sab¨ªan que los sastres que enga?aban al emperador controlaban supercomit¨¦s de acci¨®n pol¨ªtica generosamente financiados que gastar¨ªan grandes sumas en destruir la carrera de cualquiera que revelase su estafa.
Vale, he cambiado un poco la historia. Pero es una forma de entender el papel extraordinariamente importante que el sector de las criptomonedas desempe?a en la financiaci¨®n de las campa?as electorales este a?o.
Bitcoin, la criptomoneda original, se introdujo hace 15 a?os y se promocion¨® como sustituto del dinero a la vieja usanza. Pero hasta ahora no ha encontrado usos significativos que no impliquen alg¨²n tipo de actividad delictiva. El propio sector de las criptomonedas se ha visto asolado por robos y estafas.
Sin embargo, aunque hasta ahora las criptomonedas han sido pr¨¢cticamente incapaces de encontrar aplicaciones leg¨ªtimas para sus productos, han tenido un ¨¦xito espectacular a la hora de comercializar sus ofertas. Las criptodivisas, que se negocian a cambio de otros criptoactivos pero que, por lo dem¨¢s, parecen adecuadas principalmente para cosas como el blanqueo de dinero y la extorsi¨®n, actualmente alcanzan un valor que ronda los dos billones de d¨®lares.
Y en este ciclo electoral, el sector de las criptomonedas se ha convertido en un actor importante en la financiaci¨®n de las campa?as. Bueno, enorme: las criptomonedas, que no es una gran industria en lo que respecta al empleo o la producci¨®n (incluso si suponemos, por el bien del argumento, que lo que produce realmente vale algo), representa casi la mitad del gasto corporativo en comit¨¦s de acci¨®n pol¨ªtica en este ciclo.
El gasto en pol¨ªtica no solo es enorme, sino que adopta una forma inusual. Aunque las criptodivisas se asocian con la ideolog¨ªa libertaria y el gasto del sector ha mostrado una inclinaci¨®n partidista hacia los republicanos, los supercomit¨¦s de acci¨®n financiados con criptomonedas no parecen ir a por los dem¨®cratas en s¨ª, sino que se centran en los pol¨ªticos que han instado a un mayor escrutinio del sector, incluidos los riesgos financieros que plantea y sus t¨¢cticas de marketing. En concreto, los ataques en anuncios financiados con criptomonedas contribuyeron a derrotar a la congresista Katie Porter, que se ha mostrado cr¨ªtica con el sector, en las primarias dem¨®cratas para senadora por California.
Los pol¨ªticos han tomado nota. En 2021, Donald Trump calific¨® al bitcoin de estafa. Pero el mes pasado prometi¨® convertir a Estados Unidos en una ¡°superpotencia bitcoin¡± y describi¨® a los detractores de las criptomonedas como ¡°fascistas de izquierda¡±. El Gobierno de Biden ha dado modestos pasos hacia la supervisi¨®n y la regulaci¨®n de las criptomonedas, pero Chuck Schumer, el l¨ªder de la mayor¨ªa dem¨®crata en el Senado, ha declarado que ¡°todos creemos en el futuro de las criptomonedas¡± y, al parecer, ha intentado que actores del sector respalden la campa?a de Kamala Harris.
El gigantesco gasto pol¨ªtico y la influencia de un sector que, en todo caso, destruye valor en lugar de crearlo (especialmente si se tiene en cuenta su impacto medioambiental) es sorprendente. Pero en cierto modo tiene sentido.
Pensemos en esos sastres que estafaron al emperador. Si se hubieran limitado a vestirle con un traje feo, habr¨ªan arremetido contra cualquiera que se hubiese atrevido a se?alar su fealdad. Pero es mucho m¨¢s dif¨ªcil silenciar a la gente cuando no critica el sentido de la moda del emperador, sino que pone al descubierto el hecho de que ha sido completamente enga?ado. En ese caso, una campa?a contra los detractores tendr¨ªa que ser mucho m¨¢s intensa, incluso desesperada.
Es cierto que casi todas las grandes industrias gastan algo de dinero en intentar influir en la pol¨ªtica en su beneficio, y algunas dedican sumas considerables a intentar suprimir las cr¨ªticas. El sector de los combustibles f¨®siles da mucho dinero a los pol¨ªticos que se oponen a las normativas medioambientales ¡ªlo que en este momento significa que apoya abrumadoramente a los republicanos¡ª y a lo largo de los a?os ha proporcionado financiaci¨®n a gran escala a iniciativas que ponen en tela de juicio la realidad del cambio clim¨¢tico.
Pero no es probable que las cr¨ªticas a la industria del petr¨®leo, por ejemplo, precipiten una implosi¨®n repentina; al fin y al cabo, el petr¨®leo es un sector que produce cosas con usos reales, y muchas empresas petroleras probablemente encontrar¨¢n nichos rentables aunque pasemos a una econom¨ªa verde. Por otro lado, las criptomonedas no deber¨ªan considerarse una industria de verdad; se basan ¨²nicamente en la percepci¨®n de que alg¨²n d¨ªa, de alguna manera, encontraremos un uso genuino para sus productos.
Descargo de responsabilidad obligatorio: algunas personas con las que hablo afirman que la cadena de bloques, el concepto que subyace tras la criptomoneda, puede tener algunos usos empresariales verdaderos. Pero esto realmente no tiene nada que ver con las grandes afirmaciones sobre bitcoin y sus rivales.
Volviendo a la pol¨ªtica: no sabemos qu¨¦ ocurrir¨¢ si el Gobierno se toma en serio la regulaci¨®n de las criptomonedas, y vigila tanto sus usos delictivos como sus pr¨¢cticas de marketing. Pero gran parte de esa valoraci¨®n de dos billones de d¨®lares, si no toda, podr¨ªa simplemente evaporarse.
De ah¨ª la explosi¨®n del gasto pol¨ªtico. Es una demostraci¨®n de poder, pero que delata desesperaci¨®n. Es una confesi¨®n involuntaria de que el emperador no tiene ropa.
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