El precio del beicon y los molinos de viento en la mente de Trump
El infantilismo y la falta de conexi¨®n con la realidad de Trump empeoran a medida que se acerca a los 80 a?os
?ltimamente estoy obsesionado con el beicon o, m¨¢s exactamente, con la obsesi¨®n de Donald Trump con el precio del beicon, que ha sido durante mucho tiempo su indicador favorito de la inflaci¨®n. Porque me parece que las falsas afirmaciones de Trump sobre los precios del tocino, y sus aserciones sobre lo que los impulsa al alza, nos dan una muestra de su discernimiento. Y lo que vemos no es agradable. Probablemente no les sorprender¨¢ o¨ªr que nada de lo que dice Trump sobre los precios del beicon es cierto. Ser¨ªa una exageraci¨®n decir que miente con la misma facilidad con que respira; los adultos respiran normalmente entre 12 y 18 veces por minuto, mientras que Trump, durante su reciente rueda de prensa en Mar-a-Lago, solo pronunci¨® unas dos mentiras o distorsiones por minuto. Pero lo cierto es que miente mucho, aunque, para ser justos, no estoy seguro de si miente sobre el beicon a sabiendas o simplemente se hace el tonto a prop¨®sito.
Tampoco deber¨ªa sorprenderles que siga diciendo que el tocino cuesta cuatro o cinco veces m¨¢s que hace unos a?os, a pesar de que esta afirmaci¨®n ha sido ampliamente desmentida. Como se?ala Daniel Dale, de CNN, es la pr¨¢ctica habitual del candidato: ¡°Gracias a una c¨ªnica perseverancia, Trump a menudo se las arregla para aguantar m¨¢s que la mayor¨ªa de los medios de comunicaci¨®n en su disposici¨®n a corregir cualquier falsedad en concreto¡±.
Sin embargo, me parece que la desinformaci¨®n de Trump sobre el beicon destaca sobre el resto de sus mentiras porque es muy f¨¢cil de refutar por la experiencia cotidiana. Comparen esto con la delincuencia. Cuando Trump declara que estamos en medio de una oleada de delitos sin precedentes a pesar de que los cr¨ªmenes violentos empezaron a disminuir poco despu¨¦s de que ¨¦l dejara el cargo, pues bueno, la gente suele suponer que la delincuencia es terrible en alg¨²n lugar, aunque ellos no la experimenten. En concreto, muchos estadounidenses creen que Nueva York, una ciudad incre¨ªblemente segura, es un infierno urbano.
Pero casi todo el mundo que compra alimentos tiene al menos una idea aproximada de lo que cuesta el tocino. La Oficina de Estad¨ªsticas Laborales afirma que, en julio, el precio medio del beicon era de 6,88 d¨®lares el medio kilo. Eso coincide con lo que yo veo: mi supermercado local ofrece la marca de la tienda por 5,69 d¨®lares el medio kilo. Hay quienes afirman que las cifras oficiales subestiman la inflaci¨®n de los alimentos, pero las estimaciones privadas independientes de los cambios en los precios de los comestibles son b¨¢sicamente id¨¦nticas a las de la Oficina.
As¨ª que cuando Trump hace afirmaciones descabelladas sobre lo mucho que han subido los precios del beicon, no hace falta un an¨¢lisis detallado para saber que esas afirmaciones no pueden ser ciertas. Despu¨¦s de todo, sus cifras significar¨ªan que hace unos a?os se pod¨ªa comprar tocino por menos de dos d¨®lares el medio kilo; en realidad, no ha sido tan barato desde la d¨¦cada de 1980.
Y la afirmaci¨®n de Trump de que se ha vuelto inasequible es claramente falsa si comparamos los precios con los ingresos de un trabajador medio. Seg¨²n ese criterio, el beicon es m¨¢s asequible ahora de lo que lo fue durante la mayor parte del mandato de Trump.
?Por qu¨¦, entonces, habla Trump del beicon? Supongo que es porque intenta parecer alguien que est¨¢ en contacto con la vida de los estadounidenses de a pie, aunque nos revele, sin querer, que no ha visitado un supermercado ¨²ltimamente, o quiz¨¢ nunca. Sin embargo, lo realmente extra?o es la explicaci¨®n de Trump de lo que ¨¦l supone que es la raz¨®n de que el beicon cueste tanto. Ver¨¢n, todo es por la energ¨ªa e¨®lica*.
Ha habido algunos intentos de convertir las divagaciones de Trump sobre este tema en un an¨¢lisis econ¨®mico coherente. Un esfuerzo in¨²til, en mi opini¨®n. Trump simplemente odia los molinos de viento, y expresa ese odio siempre que puede.
Y m¨¢s o menos sabemos por qu¨¦ Trump odia el viento. Se remonta a su infructuoso intento de bloquear un parque e¨®lico marino que, seg¨²n ¨¦l, arruinar¨ªa las vistas desde un campo de golf que posee en Escocia. Todo esto demuestra que no se puede hablar de la campa?a presidencial de este a?o utilizando el lenguaje pol¨ªtico convencional.
Los candidatos normales, como Kamala Harris, tienen opiniones pol¨ªticas e ideas sobre pol¨ªticas, que se pueden analizar y criticar por su exactitud y efectos probables. Algunos analistas han exigido a Harris que d¨¦ m¨¢s detalles sobre sus propuestas pol¨ªticas, pero lo cierto es que tenemos una idea bastante clara de lo que har¨¢ en la mayor¨ªa de los temas si gana, algo que no puede decirse de su rival. Porque Trump no tiene opiniones pol¨ªticas coherentes; tiene prejuicios, algunos de ellos basados en la petulancia pura, que son impermeables a los hechos. Y su infantilismo y falta de conexi¨®n con la realidad, aunque presentes todo el tiempo, parecen haber empeorado a medida que se acerca a los 80 a?os.
Es cierto que tenemos una buena idea de lo que tratar¨ªa de hacer en algunos frentes; b¨¢sicamente, imponer aranceles altos en un intento de eliminar el d¨¦ficit comercial de EE UU y detener a millones de personas con la intenci¨®n de librar a la naci¨®n de los inmigrantes indocumentados. Pero las disparatadas opiniones de Trump sobre el beicon y los molinos de viento son uno de los muchos indicios de que elige creer en (o al menos contar) historias ¡ªsobre la econom¨ªa, la energ¨ªa, el crimen, y m¨¢s¡ª que encajan con sus prejuicios, y no cambia esas historias aunque haya se?alado reiteradamente que chocan frontalmente con la realidad. ?C¨®mo creen que va a resultar eso si sus aranceles no solucionan los d¨¦ficits comerciales o sus planes de deportaci¨®n masiva tienen los efectos econ¨®micos catastr¨®ficos que muchos analistas han predicho?
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