Su empresa es un zombi (y a¨²n no lo sabe)
Los expertos advierten del peligro de ignorar las alertas de una bancarrota inminente. La ley no ayuda a identificar estos indicios
Las alertas tempranas son una serie de indicadores que dan la voz de alarma cuando las cosas no van bien en una empresa. Son, en s¨ªntesis, los nubarrones que anuncian la llegada de una inminente bancarrota. Con todo lo que un estado de insolvencia implica. En primer lugar, las consecuencias m¨¢s obvias y agobiantes: proveedores sin cobrar, clientes en la estacada y trabajadores sin sueldo. Y, en segundo t¨¦rmino, las derivadas legales: contratos y compromisos que se amontonan, pr¨¦stamos sin pagar e intereses que empiezan a correr.
Hay un momento clave, antes de que la bola de nieve se haga grande, en el que el empresario debe saber leer los s¨ªntomas y pedir ayuda. En este punto, una actitud kamikaze puede llevarle a una quiebra culpable. Lo que desencadena situaciones indeseables, por ejemplo, que el administrador sea condenado a pagar las deudas con su patrimonio: sus cuentas, su casa, su coche¡ Y, en los casos m¨¢s graves, incluso enfrentar responsabilidades penales.
Si los n¨²meros de un negocio no salen, o es f¨¢cil anticipar que esto ocurrir¨¢ en un futuro inmediato, el administrador puede intentar llegar a un acuerdo con sus acreedores, lo que se conoce como un plan reestructuraci¨®n. Pero si las negociaciones no prosperan, es la hora de acudir a un juez y solicitar un concurso. La ley otorga un plazo de dos meses para hacerlo. En este punto, los expertos en insolvencia advierten de un fen¨®meno: hay peque?os negocios donde los emprendedores no cuentan con nociones financieras para detectar los s¨ªntomas de que la sociedad ya no es productiva. Bien por desconocimiento, o bien porque es dif¨ªcil admitir que las cosas no van bien, el resultado puede derivar a un escenario altamente indeseable: actuar artificialmente en el mercado sin admitir que existen agujeros financieros. Lo que algunos analistas bautizan como empresas zombis.
¡°En enero de 2025 se empiezan a amortizar los pr¨¦stamos ICO despu¨¦s de un periodo de dos a?os de carencia¡±, anticipa Patricia Hern¨¢ndez, abogada especialista en asesorar a empresas en insolvencia de Mart¨ªn Molina Abogados y Economistas. Un hito que influir¨¢ en la viabilidad financiera de muchas sociedades con el agua al cuello.
Pero, ?c¨®mo detectar la amenaza de la bancarrota en este escenario? Los expertos consultados coinciden en que la ley es parca a la hora de explicar qu¨¦ se entiende por empresa insolvente; o rizando el rizo, qu¨¦ se debe entender por ¡°insolvencia inminente¡±. ¡°No existe una regulaci¨®n espec¨ªfica que paute cu¨¢les son estas alertas¡±, se?ala Hern¨¢ndez.
Los juristas, no obstante, dan algunas pautas. Un primer paso para anticiparse a los problemas financieros, apunta la experta, es utilizar una herramienta de autodiagn¨®stico. Como la que ofrece la web del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, donde con un sencillo test el responsable de una mercantil puede hacerse una idea del estado de su salud financiera y si hay que intervenir al paciente. Tambi¨¦n el Colegio de Registradores, a petici¨®n de los administradores, puede emitir informes sobre la posici¨®n de riesgo de una sociedad.
Cuidado con la tesorer¨ªa
Y hay otras se?ales. ¡°A modo de ejemplo, un descenso de ingreso o de ventas continuado que sea persistente durante varios trimestres¡±, o un aumento ¡°de los cobros y pagos pendientes¡± deber¨ªan ¡°hacer saltar las alarmas¡±, agrega la letrada experta en quiebras.
Daniel G¨®mez, socio responsable de reestructuraciones e insolvencia del Selier Abogados, subraya que es importante tener siempre un ojo en las tensiones de la tesorer¨ªa. ¡°Hay que vigilar cuando la empresa no genera suficiente efectivo para cubrir los gastos¡±, remarca. El pasivo siempre debe estar bajo la lupa. Un indicio claro de que las cuentas no van bien es la tendencia a acudir a cr¨¦ditos para poder responder de otras deudas.
Los juristas creen que esta t¨¢ctica es algo parecido a reparar la cubierta del barco con parches, cuando el negocio ya hace aguas. Hern¨¢ndez a?ade que es vital ¡°tener una buena gesti¨®n financiera y de recobros¡±, as¨ª como ¡°un plan de viabilidad s¨®lido¡±, porque ello, en el futuro, ayudar¨¢ para construir ¡°una posici¨®n favorable en un hipot¨¦tico acuerdo de reestructuraci¨®n con acreedores¡±, una v¨ªa para escapar de las garras del concurso y salvar la viabilidad del negocio. Sebasti¨¢n Crespo, socio director del ¨¢rea procesal de Devesa, coincide en que un diagn¨®stico temprano es vital ¡°para poder tomar medidas a tiempo¡± y revivir empresas que en apariencia tienen un pie en la tumba.
Pero es importante tener presente que el calendario juega un papel vital en este encaje de bolillos. Las soluciones m¨¢s comunes pasan por reducir los gastos, reestructurar la deuda a corto o largo plazo, ampliar el capital, cambiar los objetivos comerciales o reestructurar la plantilla, pero el abogado advierte que los resultados de estas intervenciones ¡°no producen efectos de un d¨ªa para otro¡±. Es decir, un administrador puede acometer a la desesperada un plan para reanimar un negocio que sin embargo est¨¦ ya condenado.
¡°En funci¨®n de su tama?o cada empresa puede tener unas se?ales distintas¡±. Un indicativo claro de la bancarrota que se viene es la necesidad constante de endeudarse, ¡°no para invertir, sino para pagar gastos corrientes, como los tributos, los seguros, los salarios o los proveedores¡±, coincide Crespo. Y advierte que, de no ejecutarse los mecanismos concursales en el momento preciso, cuando empiezan los primeros n¨²meros rojos, o cuando estos son previsibles, esto ¡°puede acarrear una responsabilidad al ¨®rgano de administraci¨®n¡±. En definitiva, un concurso culpable que arrastre a los administradores a pagar el pufo de su propio bolsillo.
Ojo a las consecuencias
Declarar la quiebra de un negocio no es fácil. Ni en lo personal ni en lo jurídico. Pero, de no hacerlo, las consecuencias pueden ser nefastas. Este conflicto es de hecho una cuestión que da lugar a numerosos pleitos. En junio, un juez de León condenó a la administradora de una empresa que no dio la alarma de que el fondo de la entidad tenía un negativo de 155.000 euros, una cantidad que en pocos meses ascendió a 320.000 euros. El resultado: una condena de inhabilitación para administrar bienes de tres años y la obligación de pagar 261.000 euros de su propio bolsillo para responder frente a los acreedores.