El impacto econ¨®mico del rearme europeo
El plan triplica el Next Generation, pero su efecto multiplicador en la econom¨ªa es menor

El viento de oscurantismo que sopla desde el Atl¨¢ntico est¨¢ generando la reacci¨®n que muchos europeos anhelaban, con consecuencias relevantes para la econom¨ªa espa?ola. Los planes de inversi¨®n y de rearme anunciados en los ¨²ltimos d¨ªas totalizan 1,3 billones de euros, o el 7,2% del PIB comunitario: un bazuca tres veces m¨¢s potente del que se despleg¨® tras la pandemia con el programa Next Generation (contando solo el gasto ejecutado).
Ni los informes de Mario Draghi y Enrico Letta, ni el diagn¨®stico compartido de riesgo ¡°existencial¡± a que se enfrenta la econom¨ªa europea, hab¨ªan logrado despejar la sensaci¨®n de inercia agudizada por la creciente divergencia entre socios comunitarios.
Son, sin embargo, las amenazas geopol¨ªticas las que han producido el cambio de paradigma: Alemania se dispone a renunciar al sacro santo l¨ªmite de endeudamiento que encorseta su econom¨ªa, al tiempo que pone en pie un fondo de inversi¨®n de 500.000 millones de euros para el pr¨®ximo decenio y se muestra partidaria de flexibilizar las reglas fiscales ¡ªen este caso para incrementar el gasto en Defensa¡ª, aline¨¢ndose con las posiciones de Francia. La Comisi¨®n Europea, por su parte, anuncia un plan de rearme de 800.000 millones, a acometer en cuatro a?os, en buena parte por los Estados miembros. El Gobierno espa?ol promete llegar al 2% del PIB, lo que supone incrementar el gasto un 53%.
En teor¨ªa, el plan supone un est¨ªmulo colosal para la econom¨ªa europea. El impulso aportado por los planes anunciados de gasto podr¨ªa alcanzar el 1,8% del PIB cada a?o hasta 2029. En la pr¨¢ctica, el fondo de inversiones en infraestructuras prometido por el nuevo canciller de Alemania est¨¢ a la altura de las expectativas, pudiendo adem¨¢s revertir en el resto de econom¨ªas europeas. Espa?a est¨¢ bien posicionada en ese sector.
En cuanto a la Defensa, sin embargo, mucho depende de la capacidad de absorci¨®n de los recursos por el tejido productivo, y ah¨ª surgen las dudas. El 78% de las compras de armamento que se realizaron en 2022-2023 fueron importadas, particularmente desde EE UU, seg¨²n fuentes comunitarias (antes de la pandemia, el porcentaje alcanzaba el 60%, evidenciando el car¨¢cter estructural del d¨¦ficit en Defensa). Un incremento abrupto del gasto agravar¨ªa el grado de dependencia de la Defensa europea, redundando tambi¨¦n en un d¨¦bil multiplicador para las empresas ubicadas en el Viejo Continente.
En el caso de Espa?a, el efecto multiplicador podr¨ªa ser incluso menor, por el tama?o del sector de la Defensa en el pa¨ªs, y pese a disponer de capacidades relevantes en algunos nichos como la tecnolog¨ªa de los sat¨¦lites y los radares. Una limitaci¨®n generalizada ata?e a la atomizaci¨®n de la producci¨®n, como es el caso de los carros de combate, encareciendo los costes de producci¨®n. Por otra parte, en materia de armamento no est¨¢ claro que el sector privado pueda complementar la inversi¨®n p¨²blica, al tratarse principalmente de bienes de consumo colectivo. Finalmente, Europa carece de instrumentos de coordinaci¨®n a la altura de los desaf¨ªos, lo que contribuye tambi¨¦n al riesgo de diluci¨®n de los esfuerzos.
La financiaci¨®n del plan de rearme es otro condicionante. Bruselas considera que este gasto no deber¨ªa computar a efectos de las reglas fiscales, de modo que los Estados que cumplen el objetivo en Defensa no se expongan a reprimendas. Los mercados lo ven de otra manera y ya exigen un tipo de inter¨¦s m¨¢s elevado para sus compras de bonos, ante la previsible acumulaci¨®n de deuda p¨²blica que ser¨¢ necesaria para financiar el rearme. La alternativa ser¨ªa subir impuestos o recortar el gasto civil, lo que se encontrar¨ªa con fuertes resistencias por parte de la ciudadan¨ªa.
Bruselas est¨¢ procediendo al giro copernicano que se hubiera esperado durante la crisis financiera. Al tratarse de la Defensa, es importante que la nueva estrategia proceda con gradualidad para que redunde simult¨¢neamente en un menor grado de dependencia del exterior y m¨¢s bienestar econ¨®mico.
Gasto
Durante la Guerra Fría, los países europeos acometieron un esfuerzo en Defensa, con un gasto que en el caso de España culminó en el 3% del PIB en la década de los ochenta, un valor próximo a la media europea (según datos del Stockholm International Peace Research Institute). Tras la caída del muro de Berlín, Europa cosechó los dividendos de la paz, de modo que el gasto descendió hasta un mínimo cercano al 1% a mediados del decenio pasado. Desde entonces, la tendencia es ascendente, particularmente desde el estallido del conflicto en Ucrania.
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