La ansiada vuelta al colegio distanciada de Ayane y Milan
Los estudiantes de Navarra regresan a las aulas este viernes entre estrictos protocolos de seguridad
Las mochilas aguardan junto a la puerta a las siete y media de la ma?ana. Los ni?os recitan la lecci¨®n antes siquiera del primer d¨ªa de clase, tras la interrupci¨®n forzosa en marzo por el coronavirus: ¡°L¨ªmpiate las manos, desinf¨¦ctate, mant¨¦n la distancia, nada de besos y abrazos¡±. Ayane y Milan Echavarri Meier, ella de nueve y ¨¦l de cinco a?os, revolotean por su casa de Pamplona mientras pulen los ¨²ltimos detalles antes de poner rumbo a la escuela. Lo har¨¢n con sus inseparables mascarillas, la de Ayane de astronautas, a juego con la mochila; la de Milan, con el logo de Superman. Las guardan en fundas de dise?o, de Batman y Super Mario respectivamente. Como ellos, miles de alumnos navarros, desde los tres a?os hasta el bachillerato, se han convertido este viernes en los primeros de Espa?a en volver a las aulas.
El peque?o, a quien se le han ca¨ªdo a la vez los dos incisivos, suelta una mentirijilla: dice que est¨¢ sin ganas. Su padre, Javier, apunta que el retorno al colegio supone todo un acontecimiento y que lleva emocionado desde primer¨ªsima hora. El p¨ªcaro Milan sonr¨ªe mientras su hermana, adoptada de origen et¨ªope, relata c¨®mo se organiz¨® la familia para cumplir con sus obligaciones durante el confinamiento. Por suerte, cuentan con un amplio patio, la envidia del bloque, donde el ni?o aprendi¨® a montar en bicicleta y la chica sigui¨® desarrollando sus habilidades futbol¨ªsticas. ¡°Es buen¨ªsima¡±, conf¨ªa su padre. Pero ella no quiere ser como Ver¨®nica Boquete o Megan Rapinoe, sino viajar al espacio. Adem¨¢s, le encanta cantar y bailar. Aun as¨ª, aprovech¨® para entrenar a su hermano, que sue?a con ser portero del Osasuna.
Este verano no han ido a la playa, sino a ver a la familia de su madre, la alemana Ronja Meier. Esta destaca, risue?a, que ¡°en Alemania viven confinados¡± y que all¨ª el roce social tan mediterr¨¢neo no abunda. El reloj marca las ocho y media cuando toca ir al coche y llevarlos al colegio alem¨¢n Paderborn, un centro p¨²blico que ha apostado por este idioma para canalizar la educaci¨®n. Pap¨¢ y mam¨¢ suspiran con cierto alivio. Todos quer¨ªan que llegara este d¨ªa. Salvo el Se?or Mart¨ªnez, un mimoso gato gris y blanco que ha recibido m¨¢s cari?o que nunca durante la cuarentena.
Reencuentros a distancia
Son casi las nueve y la hilera de cada clase de primaria parece una alineaci¨®n de f¨²tbol dispuesta sobre el patio. Suena el himno del cole: el alboroto de unos chavales que se reencuentran con amistades y docentes se combina con las despedidas de los padres y madres, que se quedan fuera. El profesorado pasa revista para que accedan por turnos al centro. La consigna est¨¢ clara: que no se mezclen. El en¨¦rgico Milan recibe el cari?o de su profesora, Sandra Dom¨ªnguez: ¡°Hola, Milan, ?bienvenido al cole!¡±. Otros de sus pupilos de primero de primaria traen cara de sue?o. Dom¨ªnguez asume que habr¨¢ varias actitudes: unos m¨¢s revueltos y otros m¨¢s t¨ªmidos en la vuelta a las aulas.
La responsable de cuarto de primaria, Andrea Sch?fl, se fascina al ver a Ayane: ¡°?Hala, cu¨¢nto has crecido!¡±. Y vaya alegr¨®n muestra la ni?a, cuyos ojos brillan detr¨¢s de sus gafas. Enseguida enfilan hacia clase. Ya ha habido un contratiempo: un ni?o ha perdido el bocadillo. Se llama Oier, de 3?C, seg¨²n el envoltorio del almuerzo.
La profesora de Milan inicia el curso con un juego para sus 21 pupilos. Consiste en escribir en la pizarra los deseos de cara a estos meses tan imprevisibles. Ella lo tiene claro: ¡°?Quiero veros todos los d¨ªas!¡±. Un ni?o corrige: ¡°Menos s¨¢bado y domingo¡±. Queda claro que este no ten¨ªa ganas de volver. A continuaci¨®n, una retah¨ªla de aspiraciones. ¡°?Aprender cosas!¡±. ¡°?Jugar con los amigos!¡±. Milan opta por ¡°?estar juntos!¡±. La maestra vigila que nadie se despoje de la mascarilla: ¡°?Somos ninjas o no somos ninjas? ?A taparse la nariz!¡±.
La din¨¢mica de la clase de Ayane evidencia que los 24 chavales, entre la labor familiar y las noticias, saben los pormenores de la pandemia. Sch?fl les muestra una diapositiva sobre c¨®mo cuidarse de la covid-19 y se lleva varios comentarios de los m¨¢s sabihondo
s: ¡°El virus no es as¨ª, tiene otra forma¡±. La siguiente tarea es personalizar una mascarilla de papel. Ayane la colorea, c¨®mo no, con el emblema de Batman con unos lapiceros que extrae de un estuche tambi¨¦n engalanado con el h¨¦roe de Gotham. ?gueda, profesora de apoyo, se enorgullece de una clase integradora a la que ve con buenos mimbres y voluntad.
Un elefante beb¨¦ en el recreo y para casa
La t¨¢ctica que ha seguido el claustro sobre la distancia social es pedirles a los menores que mantengan entre unos y otros el espacio equivalente a ¡°un elefante beb¨¦¡±. As¨ª ubican mejor, m¨¢s que con ¡°un metro y medio o dos metros¡±. Se han repartido las zonas exteriores del Paderborn para que no se junten con otros cursos. Tanto Sch?lf como Javier Echavarri advierten de que este colegio p¨²blico se est¨¢ quedando peque?o y de que a¨²n no se ha cumplido la promesa de unas nuevas instalaciones.
Hasta entonces, a seguir corriendo y trepando por los muros. Ayane baila e intenta encaramarse a una ventana. Son las 11. Sus colegas se mueven como alma que lleva el diablo. Algunos de los de tercero de infantil, del siguiente turno, ya no portan mascarilla. No es obligatorio en sus aulas y los profesores entienden que deben vigilar cuando coincidan con m¨¢s ni?os, pero flexibilizar durante el recreo.
Javier y Ronja acuden puntuales a la una para recoger a los ni?os tras esta primera toma de contacto. Por fin han tenido una ma?ana pl¨¢cida.
¨D ?Los hab¨¦is echado de menos?
¨D ?No!, bromea su madre.
El abrazo en el que se funden mayores y peque?os cuando estos salen escopetados del Paderborn revela que ambas partes exageran cuando dicen que necesitaban separarse un poco.
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