La lava engull¨® un colegio p¨²blico: sus maestras montaron uno nuevo en seis d¨ªas
El centro educativo de La Laguna, evacuado por el volc¨¢n, reabre en un nuevo espacio con 65 de los 160 alumnos que iniciaron el curso en septiembre. Unos se han marchado a sus pa¨ªses de origen, otros a zonas alejadas del magma
El 21 de septiembre, dos d¨ªas despu¨¦s de que explosionara el volc¨¢n de La Palma, M¨®nica Vi?a, directora del colegio p¨²blico La Laguna, comentaba por WhatsApp sobre la inclemencia del volc¨¢n con las viviendas: ¡°As¨ª caen, como casas de papel. Es muy triste¡±. Tres d¨ªas m¨¢s tarde, daba un nuevo parte. ¡°Ha entrado en fase explosiva con una onda expansiva de kil¨®metros, nos piden precauci¨®n con los cristales¡±. En ese momento, las clases ya se hab¨ªan suspendido y poco a poco la lengua de lava tomaba una nueva direcci¨®n, parec¨ªa enfilar el colegio. ¡°Acabamos de vaciar nuestro cole¡±, escrib¨ªa el d¨ªa 12. ¡°Ahora estamos descolocadas, pero tenemos que seguir¡±. Este mi¨¦rcoles se confirmaba el peor pron¨®stico: el magma ¨Dcon m¨¢s de tres metros de altura¨D tocaba a la puerta principal de acceso al centro.
Todos saben lo que han perdido. El CEIP La Laguna, en la parte m¨¢s agr¨ªcola de Los Llanos de Aridane ¨Duna de las tres localidades afectadas por el volc¨¢n¨D, era lo m¨¢s parecido a un colegio rural. All¨ª, todas las aulas estaban en una sola planta, dentro de peque?os bloques que se comunicaban con pasillos al aire libre, como un pueblo en miniatura. De fondo, se ve¨ªan las monta?as y las plataneras. Era el referente de innovaci¨®n educativa de la isla, sobre todo por su proyecto de Educaci¨®n Emocional ¨Duna asignatura obligatoria en Canarias desde el a?o 2014¨D.
Desde este mi¨¦rcoles est¨¢n en un nuevo espacio que les ha asignado el Ayuntamiento, un edificio moderno de dos plantas que en seis d¨ªas han transformado en colegio, con todo lo que pudieron rescatar del antiguo en las dos horas y media que les dieron para vaciarlo. ¡°Mira, la lava ya est¨¢ ah¨ª¡±, dice Vi?a en voz baja, mientras muestra una imagen tomada por los equipos de emergencia en la que se ve c¨®mo una monta?a negra de fuego se dispone a engullir su antiguo centro, del que es directora desde hace m¨¢s de 20 a?os. En este primer d¨ªa de clase, nadie quiere hablar en voz alta del tema, pero todas las maestras lo tienen presente.
Los ni?os est¨¢n tocados. Amaya, de cuatro a?os, se desplaza por el aula con una oveja blanca a la que no quiere soltar. Es lo ¨²nico que pudo llevarse de su casa antes de que desapareciera bajo la lava. Lucas, otro ni?o de 11 que tiene problemas de aprendizaje, se ha echado a llorar varias veces. ¡°Es muy sensible, m¨¢s que los dem¨¢s, y est¨¢ muy removido, el volc¨¢n le da miedo y sus padres se lo llevaron a la otra punta de la isla, pero ahora ha vuelto y tiene que asimilar todo esto¡±, cuenta su tutora. A lo largo de la ma?ana, otros alumnos se van derrumbando y salen del aula acompa?ados de una de las profesoras. Hace falta mucho di¨¢logo, tienen que digerir lo que les ha tocado vivir. ¡°La familia de ese ni?o perdi¨® sus cultivos con el incendio del verano y ahora su casa... ¨¦l dice que no puede sonre¨ªr, que cada vez que lo hace pasa algo malo¡±, cuenta una tutora. Esta primera semana la prioridad es ayudarles a superar el trauma.
Durante seis d¨ªas, los 19 profesores del centro han trabajado hasta 12 horas diarias para que los alumnos se sientan como en casa. Arrancaron del antiguo centro los murales de bienvenida del curso, que han vuelto a colocar. Junto con todo el mobiliario, la biblioteca y los juguetes que ya les son familiares, han decorado las paredes con carteles que quieren colarse en el subconsciente de los peque?os: miedo, rabia, decepci¨®n, esperanza... ¡°Son peque?os y a¨²n no manejan el vocabulario para expresarse, vamos a ayudarles y la pr¨®xima semana ya veremos si volvemos con las matem¨¢ticas¡±, dice Beatriz, una de las maestras.
Es la hora del recreo y la directora recibe un mensaje de una madre: ¡°Lo siento mucho, M¨®nica¡±. La lectura es clara, la lava penetra en el centro. Sus ojos est¨¢n empa?ados, pero r¨¢pido se levanta y se dirige a la puerta a recibir a un alumno que ha llegado m¨¢s tarde. ¡°Mi chico guapo, te extra?aba mucho¡±, le dice mientras le abraza fuerte y le da un beso en la parte alta de la cabeza. ¡°Estos d¨ªas el protocolo covid no puede cumplirse¡±, dice una maestra que pasa al lado.
Los temblores
De los 160 alumnos que comenzaron el curso en septiembre, quedan unos 65. La mayor¨ªa de los procedentes del extranjero han vuelto a sus pa¨ªses de origen hasta que cese la actividad volc¨¢nica y los palmeros se han reubicado en otros centros educativos de la isla que ahora quedan m¨¢s cerca de los lugares que habitan. Otras familias se han marchado a otras zonas de La Palma asustadas por los temblores diarios que se sienten en el valle. ¡°Otra de nuestras tareas de hoy es explicarles el plan de evacuaci¨®n como si fuese un juego, se tienen que colocar debajo de los pupitres, hay que tratar estos temas con cuidado porque muchos est¨¢n asustados por el sismo de ayer¡±, se?ala una maestra sobre el terremoto del pasado martes de 4,8, el m¨¢s alto registrado hasta el momento.
Algunas familias esperan para recoger a sus hijos. Delante, el suelo est¨¢ cubierto de ceniza y la fachada del edificio, de color gris, contrasta con las cintas de colores que cuelgan de la barandilla del primer piso. Las caras son largas, se crean corrillos y se preguntan c¨®mo ven ¡°la cosa¡±. La cosa es el volc¨¢n, es el nuevo plan de vivienda, es la situaci¨®n de las empresas en ERTE, es el encaje de los ni?os en la nueva escuela. Arriba, han colocado el antiguo cartel blanco con el nombre del colegio, que arrancaron de la pared casi sin tiempo. Se rompi¨® y le falta un trozo en uno de los extremos. ¡°Lo ¨ªbamos a arreglar, pero no vamos a hacerlo, es nuestra cicatriz¡±, dice M¨®nica.
Gabriel, otro de los maestros, sonr¨ªe a trav¨¦s de sus ojos. Ha sido un mes complicado, pero en el estreno todo ha salido bien. ?l se prest¨® como voluntario para ayudar a las familias afectadas a vaciar sus casas y fue el que dio la voz de alarma sobre la evacuaci¨®n del antiguo colegio. ¡°Hay algo que me sigue afectando: la imagen de la energ¨ªa de las personas mientras lo sacan todo de su casa y del desplome cuando cierran la puerta por ¨²ltima vez, saber que no vas a volver a entrar nunca¡±.
Son las ocho y media de la tarde. M¨®nica manda su ¨²ltimo mensaje:
- Ya lo devor¨®. Me alegro de que conocieras nuestro cole azul.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.